Cuando Mina Metioui comenzó a percibir que su habitación, enclavada en Marrakech, se balanceaba de una forma inexplicable, que los cuadros comenzaban a caer de la pared y comenzaba a crecer atemorizante ruido, «como el de un avión de combate», todavía no sabía que estaba empezando a vivir el más terrible terremoto que Marruecos haya vivido en más de 120 años.

Eran las 11:11 p.m. (hora local) del pasado viernes 8, cuando inició el devastador sismo, con magnitud de 6,8 grados en la escala de Richter y un epicentro identificado en las montañas del Alto Atlas, a unos 72 kilómetros al suroeste de Marrakech, antigua ciudad marroquí distinguida por su potencial económico, sus mezquitas, palacios y jardines.

Antes del sismo, patio en el Palacio Bahia, en Marrakech, conocida como La Ciudad Roja. Foto: Getty Images

Al momento de redactar estas líneas, los fallecidos ascendían a 2 122 y los heridos superaban los 2 400, además de daños materiales y patrimoniales aún incontables.

Entre los que perdieron la vida se cuentan al menos 10 familiares de Houda Outassaf, otro habitante de Marrakech, quien caminaba por la plaza Jemaa el-Fna de Marrakech justo en el instante en que el suelo comenzó a temblar.

Al referirse a sus seres queridos que perdieron la vida, aseguraba: «No puedo creerlo. Estuve con ellos hace no más de dos días».

En busca de sobrevivientes. Foto: Getty Images

Este domingo, los miembros de los servicios de rescate buscaban tenazmente a sobrevivientes entre los escombros y la Cruz Roja indicaba que las próximas 24 a 48 horas serían críticas en el intento de salvar vidas.

El terremoto, ocurrido a una profundidad de 18.5 kilómetros, generó pánico entre la población, que a esa hora ya dormía y salió hacia los exteriores en busca de protección.

Foto: Fadel Senna / AFP

Son cientos los edificios que han sido afectados, incluyendo algunos de valor histórico en la medina de Marrakech, considerada por la UNESCO Patrimonio de la Humanidad.

También la plaza de Yamaa el Fna, donde tradicionalmente se dan cita narradores de cuentos, maestros exponiendo sus enseñanzas, encantadores de serpientes, danzantes, dentistas, vendedores de zumos de fruta, acróbatas, escritores de cartas, aguadores, perfumistas, vendedores de antigüedades y de ámbar, lo cual la hace una singular atracción turística, igual ha sido devastada.

Otro tanto ha sucedido con la mezquita Kutubiya, el edificio histórico más alto y uno de los más representativos de la ciudad, así como con la mezquita de Tinmel, levantada en 1156 para honrar al fundador de la dinastía almohade Muhamad Ibn Tutmart, y que es una de las mezquitas de Marruecos abierta a los no musulmanes y emblema del arte almohade. En este último caso, los daños son de menor consideración.

La actual situación es de conmoción, emergencia y también tensión porque se esperan fuertes réplicas en los próximos días.

Foto: Fadel Senna / AFP

El rey Mohamed VI ha declarado tres días de luto nacional y ordenado el envío de ayuda urgente a las zonas afectadas.

La Federación Internacional de la Cruz Roja (FICR) destinará un millón de francos suizos (1,05 millones de euros) para ayudar a enfrentar la emergencia canalizándolos a través de la Media Luna Roja marroquí, en tanto la comunidad internacional ha expresado su solidaridad con Marruecos y ha ofrecido ayuda humanitaria y técnica para paliar la tragedia.

Familias en el pueblo de Taurir (Marruecos) se refugiaban ayer domingo en tiendas de campaña hechas con sacos. Foto: Moeh Atitar

Cuba ha sido de los países que han expresado sus condolencias al pueblo y Gobierno marroquíes.

El Presidente de la República, Miguel Díaz-Canel, expresó en su cuenta de la red social X, antes Twitter: «nuestro profundo pesar al pueblo y gobierno de #Marruecos por las lamentables pérdidas de vidas humanas y daños causados por el fuerte terremoto que afectó a la nación. Sentidas condolencias a los familiares y seres queridos de las víctimas».

Foto: tomada de @DiazCanelB