Líderes mundiales ¿Algunos le temen a Donald Trump?
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La gente ha salido a las calles en Berlín, Londres, París y otras ciudades en todo el mundo para manifestar su apoyo a las protestas de Black Lives Matter en EEUU y mostrar su indignación por la respuesta de Donald Trump al asesinato de George Floyd a manos de la policía en Minnesota.
Pero en la élite, los gobernantes de los aliados tradicionales de Washington se han esforzado para evitar las críticas directas al presidente, manteniendo un delicado equilibrio entre la diplomacia internacional y la indignación nacional.
El primer ministro de Canadá, Justin Trudeau, dejó que el silencio hablase por sí mismo cuando se le pidió que comentara la decisión de dispersar por la fuerza una protesta pacífica en el exterior de la Casa Blanca para que Trump pudiese ir a sacarse una foto a una iglesia cercana. Se quedó pensativo en su atril, aparentemente reflexionando acerca de su respuesta durante más de 20 segundos antes de responder que su país también sufrió “discriminación sistémica”, pero no mencionó al mandatario estadounidense.
“Tenemos que ser aliados en la lucha contra la discriminación, tenemos que escuchar, tenemos que aprender, y tenemos que trabajar duro para solucionarlo, para descubrir cómo podemos ser parte de la solución para arreglar las cosas”, apuntó.
La canciller de Alemania, Angela Merkel, eludió las preguntas de la televisora pública ZDF sobre Trump la semana pasada diciendo que la muerte de Floyd fue “realmente realmente terrible. El racismo es algo terrible y la sociedad en Estados Unidos está muy polarizada”.
Al ser presionada, reconoció que el “estilo político (de Trump) es muy controvertido” pero no fue más allá al ser preguntada sobre si tenía confianza en él.
En juego hay una serie de factores, incluyendo la cortesía diplomática pero también el pragmatismo basado en la posibilidad de que Trump pueda ser reelegido para otro mandato de cuatro años en noviembre, dijo Sudha David-Wilp, subdirectora de la oficina de Berlín del centro de estudios German Marshall Fund.
“No sería apropiado por parte de sus homólogos criticarlo, especialmente cuando es bastante obvio que les preocupa lo que está viviendo Estados Unidos en un momento increíblemente difícil. Tiene el triple golpe de una depresión económica, una crisis saniataria y ahora, por supuesto, disturbios raciales por cuestiones de racismo”, agregó.
Es dificil para líderes como Trudeau y Merkel, que “son considerados defensores de la democracia liberal, y el presidente Trump ha pisoteado muchos de los valores inherentes a la democracia liberal, como la protección de las minorías, como la libertad de reunión, como la libertad de prensa”, afirmó David-Wilp.
Las acrobacias verbales de Merkel podrían haberse anticipado — en más de 14 años como canciller, nunca ha criticado a ningún líder mundial aliado — pero incluso mandatarios que normalmente respaldan a Trump, como el húngaro Viktor Orban o el israelí Benjamin Netanyahu, han guardado silencio al respecto.
El primer ministro de Gran Bretaña, Boris Johnson, quien ha tratado de cultivar una relación estrecha con Trump, calificó el deceso de Floyd de “horrible” y dijo que la gente tiene “derecho a protestar para hacer que se conozcan sus sentimientos sobre injusticias como la que le ocurrió a George Floyd” pero pidió movilizaciones pacíficas.
Gran Bretaña ha registrado varias protestas que se convirtieron en violentas, y el pasado fin de semana manifestantes en Bristol derribaron la estatua de un comerciante de esclavos del siglo XVII. Además realizaron una pintada con la palabra “racista” sobre una icónica estatua del primer ministro Winston Churchill en Londres.
El miércoles, preguntado en el parlamento por las buenas cualidades de Trump, Johnson se ciñó a las generalidades.
“El señor Trump tiene, entre muchas otras cosas, que es presidente de Estados Unidos, que es nuestro aliado más importante en el mundo hoy en día”, afirmó Johnson. “Independientemente de lo que la gente pueda decir sobre él, de lo que la izquierda pueda decir sobre él, Estados Unidos es un bastión de paz y libertad y lo ha sido durante la mayor parte de mi vida”.
El francés Emmanuel Macron, quien en el pasado evitó criticar a Trump directamente pero se pronunció en contra de políticas como los aranceles al vino introducidos por su gobierno, no ha hecho apariciones públicas desde la muerte de Floyd el 25 de mayo.
Floyd murió luego de que un agente de policía de Minneapolis lo inmovilizó sobre el piso colocándole la rodilla sobre el cuello durante varios minutos incluso después de que él dejase de responder. Tres días después, otro hombre negro se retorció en una calle de París mientras un agente blanco le colocaba la rodilla sobre el cuello durante su detención.
Francia registró varias protestas en la última semana, con una creciente presión sobre el gobierno por abordar las acusaciones de brutalidad y racismo dentro de la policía.
La oficina de Macron dijo que le presidente estaba monitoreando de cerca los eventos en Francia y Estados Unidos pero “no quería hablar por el momento”. Se espera que se dirija a la nación el domingo, pero su equipo no dio más detalles.
Pero algunos líderes se han mostrado más contundentes en su reacción, como el presidente del gobierno de España, Pedro Sánchez, quien criticó la respuesta a las protestas en Estados Unidos como “autoritaria” cuando la semana pasada fue presionado en el parlamento para ofrecer una respuesta explícita al asesinato de Floyd.
Y la primera ministra de Noruega, Erna Solberg, dijo a la agencia noticiosa NTB también la semana pasada que estaba “profundamente preocupada por lo que está ocurriendo en Estados Unidos”.
“El desafío fundamental de hacer que las minorías se sientan parte de una sociedad es esencial. Todos debemos trabajar con eso”, alegó. “Una tiene que intentar cerrar la brecha. No es bueno para ninguna sociedad estar tan dividida como está Estados Unidos ahora”.
El presidente de Ghana, Nana Akufo-Addo, señaló que “no puede ser correcto que, en el siglo XXI, este gran bastión de la democracia, siga lidiando con el problema del racismo sistémico”. Su homólogo sudafricano, Cyril Ramaphosam se refirió al “racismo desnudo en Estados Unidos”, diciendo que las protestas eran un punto de inflexión. Ninguno de los dos mencionó a Trump por su nombre.
Aunque el presidente de Rusia, Vladimir Putin, no entró en la discusión, la vocera del Ministerio de Exteriores, Maria Zakharova, señaló que la situación en Estados Unidos era “ridícula”.
“Me gustaría creer que antes de mostrar su celo por proteger los derechos de los ‘reprimidos’ y ‘disidentes’ en otros países, las autoridades estadounidenses comenzarán a observar escrupulosamente los estándares democráticos y garantizarán las libertades de sus ciudadanos en el país”, afirmó.
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