ETECSA en Pinar del Río: cosa de familia

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ETECSA en Pinar del Río: cosa de familia
Fecha de publicación: 
1 Noviembre 2022
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«Se ha trabajado bien sin pausa, fuerte», me aseguró Joel Cruz Venero, el primer operario que encontramos trabajando para resarcir los daños que causó Ian en las redes de comunicaciones en Pinar del Río.

Él es pinareño, de allí mismo, de San Juan y Martínez. Las horas de huracán pasan por su mente como una pesadilla:

«Eso fue violento. Mi casa es de madera, tiene una parte de mampostería y voló una porción del techo. Yo subí al techo de mi casa y la percepción fue infernal, otro criterio no tiene, porque, por ejemplo, Isidoro y Lili pasaron por aquí, pero no con la magnitud de este evento. Ya el hueco está tapado y estamos fajados. Desde que pasó el ciclón estamos aquí trabajando».

Se incorporó de inmediato. De hecho, «pasó el ciclón el martes, el miércoles nosotros estábamos en el terreno haciendo el levantamiento y ya el fin de semana estaban llegando aquí las tropas».

Las tropas...

Las de Bayamo llegaron el 30 de septiembre a San Juan, apartando árboles y cables caídos para poder avanzar por una vía que ya anunciaba lo que luego  constató Roberto Milanés: «fue un impacto grandísimo aquí, pero grandísimo».

Cuando conversamos, ya contaban 23 largas jornadas de trabajo: de pie a las 6:00 a.m. en Sandino, donde se hospedan; entre una hora y una hora y media de camino hasta San Juan; almuerzo sobre las 2:00 p.m. y otra vez al terreno; «no hay chance para sentarse un rato ni nada de eso, el descanso es en el terreno». Alrededor de las 8:30 p.m. llegan cada noche de regreso a Sandino.

¿Y la familia? «Ahí, esperando por nosotros». Han estado en Santiago, Guantánamo, Villa Clara, y en la propia Granma. Según comienzan a fluir las informaciones del Instituto de Meteorología y la Defensa Civil sobre la inminencia de un huracán, automáticamente «las tropas» se preparan.

Esta vez, el destino fue Pinar del Río y el objetivo repetido: «Tratar de solucionar las interrupciones en el menor tiempo posible, para darle por lo menos una satisfacción a la población. Es lo que podemos hacer para alentarlos ante la situación que ha habido, que ha sido crítica en este caso. Hay lugares donde hemos llegado a poner el teléfono y no hemos podido, porque ya no hay casa, Ian se la llevó completa». 

«Cuando uno conoce su trabajo, no es difícil», asegura Roberto, el jefe de brigada de Corte y Bajante, y agrega: «nos agotamos por el sol, las condiciones del tiempo... pero vinimos los linieros, los empatadores y la brigada nuestra; es una maquinaria que comienza el liniero parando el poste, sigue el empatador poniendo la caja terminal y nosotros tirando los teléfonos, o sea, que, prácticamente, es un proceso de instalación».

La gran familia...

Con Joel estaba laborando también una brigada de Sancti Spíritus, por ejemplo, y bien sabe él cuánto vale ese esfuerzo:

«Yo participé en Sandy, en Santiago de Cuba, 35 días en el 2013, y estuve en el 2017 en La Habana un mes y medio. ETECSA es una familia, de Oriente a Occidente, y estamos hablando de ETECSA porque es lo que nos toca a nuestra empresa, pero el apoyo de la Empresa Eléctrica también. El trabajo ha sido constante y yo valoro el esfuerzo de ellos porque yo estuve en el lugar que estuvieron ellos.

«Valoro el sacrificio que están haciendo ellos, la situación y las circunstancias en que están, porque yo viví eso; yo estuve en La Habana, ellos están aquí, en Sandino, en Pinar del Río. La situación no es tan caótica ahora, pero están lejos de casa, ya llevan 20 días fuera de casa. Eso es significativo, eso hay que reconocerlo».

Veinte días llevaban algunos aquel sábado, otros casi treinta, ninguno le pone tope al empeño:

«Donde haga falta, ahí estamos, y somos de ETECSA, pero igual nos sentimos identificados con los compañeros de la Empresa Eléctrica. Yo los veo como un compañero más. De Santiago, de Granma, de Las Tunas, trabajamos, aunque ellos por su lado y nosotros por el nuestro, con las normas y las distancias que debemos mantener, pero hay unidad, porque los cubanos somos una familia».

En esa familia vive la fe de Omar Hernández, uno de los vecinos de San Juan que perdió parte del techo de su casa, pero no la hospitalidad ni la esperanza: «Poco a poco todo se irá resolviendo. Hay que confiar en la Revolución, en que vamos a ir avanzando. Yo he estado conversando con granmenses, camagüeyanos, y todos igual trabajando desde que ellos llegaron; tú los ves con el amor y el empeño con que trabajan, buscando soluciones y tratando de ayudarte, así que nosotros en todo lo que podemos también apoyamos, para eso estamos, para ayudarnos, porque no somos de la misma provincia, pero somos cubanos, tenemos la misma sangre».

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