ENTREVISTA: Yarima Blanco, la bayamesa del tres

ENTREVISTA: Yarima Blanco, la bayamesa del tres
Fecha de publicación: 
21 Febrero 2022
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Yarima Blanco lanzó el primer EP de su disco «Pa' mi tres» en octubre de 2021. Foto: Cortesía de la entrevistada

En noviembre pasado llegó de Portugal, con su tres. El mismo de la portada del primer disco de música bailable hecho por una mujer tresera en Cuba. Yarima Blanco, hace 24 años, arribó a La Habana y cambió la guitarra por ese instrumento que la define.

En Centro Habana, en la sala de su apartamento, hay muchas fotos enmarcadas en la pared. Las explica y sonríe. No es habitual verla sin el maquillaje de los conciertos y de los pósteres promocionales. Pero ese sábado no tocaba en ningún lugar.

Desde que regresó de Womex, no para de presentarse en vivo. La tresera bayamesa siempre ríe al público. La enseñó a reír Georgia, exdirectora de Anacaona. Apunta a una foto: «esta es Georgia; esta, La China… Desde los inicios me llamó la atención esa agrupación, de mujeres, una orquesta grande… Fue algo premonitorio, como que sabía que algún día iba a trabajar allí. Aun así, mantuve el interés en los grupos con formatos pequeños». Justo como Son Latino, el septeto que actualmente dirige. Con ellos estuvo en Portugal, en el evento Womex 2021, invitada por la Unesco.

 

 

 ¿Qué había de diferente en Womex?

«Me encantó que, aunque llovía y eran las 12 de la noche, la gente seguía allí. El propio público era el jurado. Les dicen los siete samuráis por lo estrictos que son».

Quizás en Portugal, antes de tocar su tres, se le escuchara murmurar «En nombre de Dios». Eso dice cuando se le pregunta qué hace antes de entrar al escenario. Y parece que es cierto, porque cuando Yarima ensaya o graba, también junta las manos debajo de la barbilla como si estuviese rezando. En el escenario puede pasar cualquier cosa, y no solo con la música y los instrumentos… «En Esmeralda, Camagüey, tocando con Anacaona, se rompió el piano en un concierto y los guajiros se pusieron rebencú's, sacaron hasta machetes. El piano no tuvo arreglo y tuve que asumir el concierto con el tres». Se ríe contando historias así, incluso de cuando se cayó la tarima en Santiago.

«Un día en la ENA estaba practicando con el tres y cuando miré hacia arriba, estaba el maestro Pancho Amat mirándome. Me quedé de piedra». «¡Caramba, qué cosa más bárbara, una mujer tocando tres!» —imita su voz. Yarima se pasa el rato imitando las voces de sus historias—.

Una hoja cuadriculada y amarillenta permanece en un cuadro en la sala de su casa desde que tenía 14 años. En ese pedazo de papel, el tresero mayor escribió: «Yarima: si las mujeres tocaran el tres, les quitan el mando a los hombres, dijo El Guayabero. Ojalá te conviertas en una tresista de primera», recita de memoria.

Escuchó por primera vez una canción en el barrio de San Juan, Bayamo, donde se crió. Su mamá escuchaba música todos los días. «Desde que yo era chiquita me traía tumbadoras, maracas, güiros... Yo tenía guitarras de verdad; pequeñas, pero de verdad».

 

 

¿Por qué el tres?

«En 1997, luego de cuatro años estudiando guitarra clásica, cuando iba a hacer el pase de nivel, Niurka Trueba, egresada de la ENA y experta en laúd, me preguntó: “¿Por qué no te presentas, además de por guitarra, por tres? Mujeres treseras hay pocas, ¡vas a ser la diferencia, muchacha!” Dudé, pero me arriesgué. La primera vez que sentí el instrumento, me enamoré».

Niurka le consiguió uno por medio del Obispo de la iglesia de Bayamo. «Aún me pregunto cómo lo logró».

El tres es tan cubano e histórico como el lugar donde nació Yarima: «A la hora de tocar debe tener pegada, carácter... Así soy yo, guajira bayamesa, sencilla y con carácter».

De la escuela de música Rafael Cabrera a la ENA; de la ENA al ISA

«No sabía si había entrado, pero siempre estuve segura de lo que quería y se lo decía a mi mamá: si no es este año, me presento el otro; si no, el otro; si no...». Finalmente, llegó el telegrama donde la citaban para empezar a estudiar en la ENA.

En la primera hora de conversación demuestra ser una mujer positiva, «y no a la COVID» —aclara con una carcajada—. «No sé si se ve bien, es viejo», dice y muestra un tatuaje de π que tiene en la parte trasera del cuello. «Es que soy muy constante. Cuando me han dicho: ¿Yarima, puedes tocar bajo?, ¿puedes cantar, puedes improvisar?, ¿hacer esto... o aquello...?, la respuesta siempre es sí, siempre se puede. Solo se trata de demostrar lo que se sabe».

Pa’ mi tres, su primer disco, ha sido noticia en los últimos meses. Se lanzará completamente en 2022. Está compuesto por 12 canciones, Yarima canta siete.

¿De qué van las canciones, Yarima?

«De la vida. Te adentran en historias que se reproducen y son cotidianas: la amistad que permanece aunque no esté cerca; el amor; la fiesta; el hombre que se emperifolla, sale y deja a la mujer en casa...»

Pa’ mi tres también es el nombre de la canción que le compuso su esposo, Yunior Molina, cantante de Son Latino. El tema está inspirado en la vida de Yarima, «literal», dice ella. Lo conoció en La Bodeguita del Medio y de ahí se enamoraron. Es el padre de Alejandra, su única hija.

Salir con el tres para Yarima Blanco era ser cuestionada. «La gente me preguntaba si el tres era el instrumento que salía en Palmas y Cañas». Con tono despectivo, imita voces anónimas de cuando llegaba a los lugares: «Es una mujer, seguro suena hembrita». Es estresante tener que demostrar siempre. Pero es estimulante, porque cuando se logra, es satisfactorio.

En una profesión donde algunos se quedan antes, o a la mitad del camino, Yarima defiende a la mujer de prejuicios machistas. En menos de un segundo, en sus manos, un tres invisible. Canta el estribillo de la canción que le regaló Yunior:

«Me dijeron hace tiempo que no podía tocar / y que para comenzar no me bastaba el talento. / Fue ese mismo pensamiento / el que me hizo reaccionar, / y me propuse tocar las cuerdas de mi instrumento… / Y así fue con sacrificio y esmero / que en un mundo de treseros, / poco a poco me colé»..

En vivo, sin micrófono y hasta imaginándose el tres, canta idéntico a cuando la escuchas grabada: la misma voz, el mismo ritmo, el mismo tumbao.

«Aunque la vida de un artista te consume mucho tiempo, siempre tuve claro que quería formar una familia», dice. Debe ser porque siempre contó con el apoyo de la suya. Cuando estudiaba música y en la escuela primaria, era su mamá quien le organizaba un horario para que le diese tiempo a cumplir con todo.

«Era de una escuela para otra, corriendo a pleno mediodía, con los pies quemados —Yarima se sopla los pies—, porque estábamos en el período especial y mi mamá (su abuela) le hacía zapaticos de llanta de camión. Lo recuerdo como si fuera ahora mismo», comentó su madre respecto a aquella etapa de iniciación musical.

¿Qué hará Yarima estos meses?

«Seguir ensayando, planificando el lanzamiento del disco Pa’ mi tres. Tocando, y siempre consumiendo café. Trabajando para que me recuerden como la tresera de Cuba».

El amor por su instrumento es incondicional para Yarima.
Yarima es una de las pocas mujeres exponentes del tres en Cuba.

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