El mundo en un balón
especiales
La final de la Copa del Mundo es un evento deportivo que atrae la atención de mucha, muchísima gente en todo el planeta.
No fue difícil imaginar que justo a la hora en que se enfrentaban Argentina y Francia, en los más disímiles rincones del planeta, lo mismo bajo un sol implacable, que temblando de frío bajo varias mantas, había millones de humanos con la vista fija en una pantalla.
Sin embargo, los estimados de la FIFA parecen haber superado cualquier imaginación, porque sus números apuntan a que fueron unos mil 120 millones las personas que siguieron, minuto a minuto, los movimientos de un balón de fútbol hasta el histórico triunfo de Argentina con su rutilante, magnífico Messi.
Y uno piensa: qué bien que tanta gente haya coincidido a nivel mundial en un único interés, pero... qué bueno sería que esa misma cantidad, o menos quizás, un poco menos no importa, igual coincidiera de pronto en otros intereses.
¿Qué tal si confluyen tantos y a la vez, en clamar porque todos en este planeta tuvieran un plato de comida, o porque nadie suplicara un sorbo de agua o se muriera de diarrea?, ¿qué tal si esa multitud de millones clama enfebrecida no por un gol bien o mal logrado, sino porque se destruyan todas las armas o se acaben las guerras?
Hambruna y sequía en el sur de Madagascar.
Hambruna en África.
A la ONU seguro le quedaría poco que hacer para ese entonces. Pero no, la gente sigue con la vista fija en el balón.
Y qué bien, qué requetebién por Argentina, por Messi, por el disfrute del Mundial de Qatar.
Pero… quizás no todo esté tan bien con el mundo.
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vilma
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