El Club Antiglobalista: Bill Gates, ¿profeta oficial del mundo post pandemia?

El Club Antiglobalista: Bill Gates, ¿profeta oficial del mundo post pandemia?
Fecha de publicación: 
6 Marzo 2021
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“La conspiración con que había soñado existía, y él había alcanzado los márgenes de la misma”.

George Orwell (1984)

Recientemente una periodista del medio ruso RT protestaba en redes sociales, luego de que Facebook censurara un post suyo sobre el avance de las vacunas cubanas contra el coronavirus. La plataforma de Marc Zuckerberg calificó el contenido como de “información falsa o dudosa”. Un ejemplo de cómo el poder corporativo se impone por encima de la información de un medio acreditado internacionalmente, como lo es RT, y del trabajo de un país, Cuba, que se reconoce como uno de los más acuciosos y serios en materia de biotecnología. ¿La razón?, una vez más se tendrá que escarbar en los vericuetos del interés mercantil que subyace a la toma de decisiones en torno a la construcción del sentido en redes.

¿Cuál es el canon que lleva a Facebook a decir que un contenido es falso o real, dónde se define tal paradigma informativo?, en realidad nada de lo que es ley en redes sociales pasó por un filtro de consenso público, ni siquiera se tuvo en cuenta ninguna de las directrices que a nivel de Naciones Unidas conforman las reglas de la gobernanza digital.

En un reciente video, Bill Gates, el mayor accionista y beneficiario de toda la tragedia del coronavirus, dijo que se sentía ofendido con todas las acusaciones que se le hacen en redes sociales y que habría que censurar lo que calificó de “teorías de la conspiración”. Bajo este criterio, cualquier cosa que afecte el poder corporativo es susceptible de considerarse como engañosa.

Es más que evidente que se le ha sacado provecho a la desinformación, la demora, el desasosiego, la incertidumbre, el pánico. De todo ello pueden generarse matrices de trabajo y mercadotecnia para engatusar a los clientes a comprar casi cualquier cosa, con la esperanza de que frene el coronavirus. Es un biopoder global que por primera vez en la historia ha sido efectivo, uniendo la dependencia biológica (enfermedad) con la dependencia tecnológica (redes sociales) para controlar el comportamiento de la población e imponerle condiciones en materia política, económica y de toda índole. La información y su monopolio devienen cruciales, por ello, el propio Bill Gates declara en varios foros que, literalmente, “él sólo puede hablar, ya que conoce a fondo este asunto” e intenta mecanismos que clarifiquen un sistema de censura globalista.

Ministerio de la Verdad

La empresa Microsoft publicó el 22 de febrero del 2021 un acuerdo donde varios poderes corporativos se fusionaban para crear un sistema de vigilancia para certificar la veracidad de lo que publican tanto los portales de los medios de prensa, como los usuarios simples en redes sociales. Esa alianza de la censura la conforman, hasta ahora, el propio gigante de Bill Gates, The New York Times, la cadena globalista BBC y diversas multinacionales de la tecnología entre las que destaca la ultrapoderosa Intel. Según declara el propio Gates, el objetivo sería verificar la ruta de la información, de manera que no sea adulterada, con lo cual podrá identificarse el origen de una mentira a partir de la ubicación de la fuente primaria.

Este Comité que preside Microsoft se basará en una red de vigilancia compuesta por sitios de Facts Cheking que fue creada por la propia multinacional y recibe financiamiento de los poderes globalistas interesados en una única verdad en torno al sentido de lo que se dice en internet. Red que se halla bajo el control a su vez de la alianza GAFTA (Google, Amazon, Facebook, Apple y Twitter). Uno de los puntos más polémicos es que el Ministerio de la Verdad de estas alianzas corporativas tiene su medio oficialista The New York Times y que según se declara, toda información que contraríe a dicho rotativo será automáticamente calificada de fake. Los algoritmos trabajarán en desechar lo que identifiquen como dañino y falso, con lo cual Bill Gates quedará limpio de todas las acusaciones que se le hacen como beneficiario de la pandemia, principal accionista y controlador de la OMS y magnate que intenta despoblar el mundo para establecer un nuevo orden.

No es nada descabellado pensar que este método permitiría desacreditar a enemigos ideológicos, exponiéndolos como mentirosos, poco fiables, parciales. Un ejemplo paradigmático puede verse ya en Twitter donde se censura sin previo aviso a cualquiera que hable mal de la OTAN (Tratado Atlántico Norte o ejército de la agenda globalista). ¿Por qué se protege dicho cuerpo armado y no otro, por qué se silencian la vacuna cubana o la rusa y se le da espacio y prestigio a una entidad armada más que cuestionable en cuanto a historial delictivo? Lo peor es que no pocos medios creen en la veracidad y carácter imparcial de la red de Facts Cheking…hasta que los censurados son ellos.

En la novela 1984 de George Orwell existe un Ministerio de la Verdad que controla la información y por tanto el sentido de lo real. Oficinas de editores se encargan de rectificar notas de prensa del pasado, para que lo dicho allí no entre en contradicción con la cambiante versión oficial de los hechos. Así por ejemplo, un general ilustre, héroe de batallas y querido por el pueblo, podía transformarse en cuestión de segundos en “no persona”, con una sola orden dada a los editores. El periódico se buscaba en los archivos para ser cambiado sin que quedasen pruebas de la anterior versión de los hechos. De tal forma, la realidad desaparecía, al punto en que el narrador de la novela, el personaje que trabajaba en el Ministerio de la Verdad, ni sabía a ciencia cierta si era el año 1984 de la Era del Gran Hermano. Sin dudas, la percepción del mundo es un concepto humano, susceptible. Con internet y estas alianzas estamos a las puertas de una distopía parecida o peor a las urdidas por la literatura.

El profeta Bill Gates

Gates “profetizó” en 2018 a través de un evento simulacro la llegada de una pandemia de coronavirus, donde se pusieron sobre la mesa todas las consecuencias que hoy sufre la humanidad en materia social y económica. En septiembre de 2019 volvió con su bola de cristal, para decirnos que Pfizer sería la primera vacuna en alcanzar acreditación y ahora le declara al rotativo globalista El Pais que, en la primavera de 2021, se podrá volver a una relativa normalidad en los países desarrollados, a la vez que adelanta que durante la próxima pandemia las muertes solo serán de un 10 por ciento con respecto a las provocadas por el actual coronavirus.

Bill Gates, para ser un simple filántropo, sabe demasiado, más que nadie sobre el planeta Tierra. Esa exactitud en cifras y fechas no lo hacen sospechoso a los ojos de los medios que conforman el pool de alianzas corporativas, sino que lo transforman en “iluminado”. Nadie lo censura, sino que se toman sus declaraciones como maravillosas y prudentes. Cabe destacar que Gates no es médico ni biólogo y que, contrario a lo que dice la leyenda urbana en torno a su persona, tampoco califica como “genio”, ya que su fortuna se erige sobre un pasado de extorsión a pequeñas compañías y fabricantes, evasiones de impuestos y demás fechorías que lo llevaron a los tribunales y a instaurar la Fundación Gates para, entre otras cosas, depositar e invertir parte de su fortuna sin que ello implique un pago al fisco.

El sesgo ideológico en torno al nuevo mundo que surge en la post pandemia pasa por los mecanismos de dependencia y censura en redes e internet, los cuales no permiten construir una versión alternativa de los hechos, sino que imponen una agenda globalista de la verdad. El secreto a voces detrás de la dominación reside en el poder corporativo (acciones de la bolsa y propiedad privada) que coartan las decisiones de gobernanza a nivel mundial, imponiendo una visión individual que se basa en los intereses de personas y no de países. Bill Gates no es un súper controlador, ente gigantesco, que por sí solo declara estas matrices, sino el rostro de un proyecto político que cada vez se integra más delante de los ojos de la humanidad.  El hecho de que sean las acciones y la bursatilización de la vida los mecanismos que deciden quien vive o muere, demuestra que nada de lo que haga el poder corporativo es de beneficio común, fiable, veraz. Mucho menos en materia de información.

¿Cuál será la próxima profecía de Bill Gates? Los hackers del grupo Anonymus hicieron un video a inicios de la pandemia acusando al magnate de estar detrás de campañas de desinformación e incluso de haber provocado el virus. Sin que haya una teoría clara acerca del origen de la tragedia humanitaria que sufrimos, la OMS se encarga de desmentir toda acusación hacia poderes corporativos e insiste en un posible desencadenante animal. El video de Anonymus desapareció en pocas horas,  sin embargo, nadie, ni siquiera el profeta Bill Gates, ha establecido una versión creíble para contrarrestarlo. El desasosiego es un ingrediente que provoca también jugosas ganancias en la bolsa…

El mundo post pandemia

La vida ya está marcada por un ascenso del impacto de lo que se conoce como tecnologías de la convergencia o cuarta revolución industrial. Básicamente el uso de inteligencia artificial y su imbricación con las biotecnologías darán paso a las metas que se marcan en la corriente transhumanista de pensamiento: unidad entre el humano y la máquina. Esto no ocurre para beneficio del común de las personas, sino como un elemento lógico y necesario para la supervivencia del sistema, que ya sabe que deberá abandonar su carácter extractivo, ante la carestía o insuficiencia de recursos naturales.

Lo anterior toma más sentido a partir de una teoría de la conspiración que se vende a través del pool de medios globalistas: la calentología ligada al aumento poblacional, que sirve de basamento para promover una visión maltusiana y egoísta de las políticas públicas. En esa matriz, no ha sido el capitalismo el culpable de la degradación del medio ambiente, sino el consumo masivo por parte de la población sobre todo del tercer mundo. Esto cuando se sabe que la mayor parte del gasto de recursos se concentra en el ínfimo grupo de países desarrollados y no en África ni América Latina, lo cual se evita mencionar en los foros de calentólogos y maltusianos como el que se celebra en Davos.

Bill Gates no posee una bola de cristal, aunque sí información privilegiada y calendarios ocultos que nos son sesgados a la mayor parte de la opinión pública a través de los filtros cada vez más mentirosos y controladores. El mundo post pandemia se propone hacer dependientes a los países y las personas, para que acepten dócilmente las condiciones de una agenda de dominio que propone el recorte de libertades y de beneficios públicos como la salud, el consumo y la educación. La racionalidad del sistema es egoísta y lucha contra el colectivismo y el bien común.

La bola de cristal del presunto profeta oficialista del nuevo mundo no tiene poderes sobrenaturales, sino bien concretos, humanos, terribles.

Comentarios

Ladrones con dinero. Los nuevos filibusteros de la humanidad. Profetas del dinero. Yo insisto que el Covid-19 es Made in USA
Chavo61 @nauta.cu
Imponer opiniones; hacernos cómplices de sus intereses. Con evidente colonialismo del pensamiento, buscando el hegemon del conocimiento basado en la mentira. Nadie me quita la sospecha que el coronavirus es Made in USA
Chavo61 @nauta.cu

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