El Club Antiglobalista: Bill Gates, la mugre de Jeffrey Epstein y el divorcio
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Bill Gates, de 65 años, y Melinda, de 56, ponen fin a 27 años de matrimonio. Julien de Rosa/Efe
Bill y Melinda Gates anunciaron recientemente su divorcio a través de las redes sociales. De esta manera se disuelve el matrimonio más poderoso del mundo, con una fortuna imposible de tasar debido a las múltiples ganancias y evasiones de impuestos escondidas tras el falso filantropismo de la fundación que lleva el nombre de ambos millonarios. En medio de una campaña sobre el fin de la pandemia y otras predicciones en esa misma cuerda, el magnate de Microsoft ha dejado claro que la relación con su mujer no funciona.
Sin embargo, desde 2019, Melinda Gates había consultado con preocupación a los abogados, cuando trascendió la amistad de su esposo con Jeffrey Epstein, acusado y convicto por pedofilia. Este último caso legal ha generado una ola de cancelación y sospecha sobre otras figuras de la política y de la cultura en los Estados Unidos, incluyendo al ex presidente Donald Trump. En un video difundido por Anonymus en 2020 se vinculaba la causalidad de la pandemia con las operaciones realizadas hasta hacía poco por Gates, en un evento de simulacro donde se abordaba, en tono de predicción, todo lo que hoy vive el mundo con el nuevo coronavirus. A su vez, los hackers hablaron del terrible vínculo con Epstein, el cual se estaría ocultando a partir de la presentación en los medios del lado “amable y filántropo” del magnate Bill Gates, en una operación de blanqueamiento de imagen cuyos intereses aún nos son ocultos.
Gates poseía hasta hace poco la primera fortuna mundial y actualmente es la cuarta, luego de que “donara” una parte a su fundación “sin ánimos de lucro”. La misma entidad se dedica a la investigación en el campo biotecnológico y de vacunas y lidera en buena medida el mercado y la bursatilización creciente en este aspecto, luego de que el mundo entrase en la pandemia. Con el divorcio entre Bill y Melinda, no terminan ninguno de los trabajos de la fundación, sino que continúan ahondando en el campo de las pandemias “futuras”, predichas por el magnate a través de su blog personal y de diferentes conferencias. Por otro lado, los medios de prensa intentan desviar la atención hacia asuntos triviales como la propiedad de la casa familiar y la división de bienes, ya que en los últimos meses todo ha girado en torno a la plausible culpabilidad de un hombre que sospechosamente sabe demasiado sobre el virus de la Covid 19 y sus implicaciones sociopolíticas.
Teoría de conspiración
Cuando es evidente que, ya desde antes, Gates conocía mucho más que nadie sobre el virus y que incluso se ufanaba en conferencias acerca de los “beneficios” de reducir la población mundial, para la supervivencia ecológica del planeta; aparecen dos tendencias en los medios que opacan tales sospechas, que las ocultan y las aplastan. La operación lanza humo y ruido sobre todo lo que huela a un matiz crítico e investigativo sobre el papel de Gates en la pandemia, más allá de su presentación como ángel de la guarda y hombre supuestamente de ciencia.
Tras el anuncio del divorcio, apareció en escena Q-Anon, la agrupación de conspiranoicos que ha marcado el ritmo de las más alocadas tendencias en redes, para decir que en realidad Gates dejaba a su esposa por ser esta un clon masculino. Esta pintoresca versión de la realidad, con sus variopintas interpretaciones, entronca con la que se lanzó el año pasado acerca del Partido Demócrata y Biden como una secta de pedófilos y satanistas, que vendrían a hundir la pureza de los Estados Unidos. Estos titulares propios de cualquier ciencia ficción pronto sustituyeron tanto las críticas sobre Gates, como las investigaciones sobre su papel en la actual pandemia. Todo se centró en si Q-Anon miente o no. Otra teoría de la conspiración señalaba que Melinda era la que dejaba el matrimonio pues quiere formalizarse con el Dr. Anthony Fauci, principal especialista en enfermedades infecciosas, para así llevar el trabajo de la fundación a otro nivel.
Como quiera que sea, la realidad alternativa, la de la ficción, ha invadido las tendencias que abordan el tema de Bill Gates, desviando el análisis y añadiendo más conspiración. Cualquiera que considere censurable el accionar capitalista de este magnate en el tema de las vacunas o que cuestione por qué sabe tanto, será calificado de conspiranoico, loco, irracional. Las portadas de los diarios se esfuerzan en mostrar una imagen “normal” de la familia, quizá blanqueando las muchas campañas por las cuales atravesó Gates, desde que se declarase gurú de la pandemia. Ahora el show es el divorcio, la separación de bienes, los testimonios acerca del amor que se profesaron, los recuerdos, las lágrimas de culebrón barato al estilo de las revistas más banales.
Q-Anon, al que muchos vinculan a la extrema derecha alocada, de esta manera es funcional a la campaña de humo que se hace para acallar a los críticos de Gates. En la ingeniería mediática, incluso los análisis publicados en esta columna caerían en el saco roto de las conspiraciones, justo el efecto que se intenta lograr. Ya vamos viendo que Q-Anon y el sistema son lo mismo.
Epstein y las claves mediáticas
Sin dudas el caso del famoso pedófilo está marcando aun tendencias hacia el interior de la sociedad norteamericana, siendo el símbolo casi de la crisis de un sistema que intenta redefinirse. Todo lo que roce a Epstein se cae, se destruye. No importa a la altura que se esté ni el poder que se gane. Quizás el matrimonio de los Gates esté en crisis, pero el trasfondo apunta más hacia una trama de poder corporativo y de conservación del control del mercado. Si el magnate cae, producto de algún vínculo con el escándalo de pedofilia ¿quién va a seguir con el plan antinatalista del nuevo paradigma civilizatorio llevado adelante por la fundación?, obvio que Melinda, cuya imagen de mujer impoluta, igualitaria y trabajadora se salvaría de cualquier debacle acontecida mediáticamente.
Y es que en la redefinición de poderes que atraviesa hoy el capital, las bulas y las campañas dicen mucho de cómo se reparten los campos de influencia. Mientras Gates y compañía abogan por una visión globalista del sistema, integrada a los cambios de la cuarta revolución industrial y el transhumanismo; otros magnates siguen en la línea dura del sistema industrial y proteccionista. Si para Gates la pandemia ha sido una bendición en el sentido económico, al acelerar procesos de cambio a nivel político y tecnológico que lo volvieron más rico y garantizaron el traspaso anhelado por los globalistas; para otros, esta situación es el fin definitivo de una era. Nada de particular tendría que se frene al dueño de Microsoft a través de un escándalo sexual, razón por la cual quizás el divorcio sea una forma de salvarse y de poner a recaudo todo lo inherente a la agenda globalista.
Epstein ha sido usado por los poderes como un arma llena de mugre, con la intención de cancelar a enemigos políticos, oponentes del mercado y a lobbies que no comulguen con el sistema. ¿Será que caerá Gates? Ya Anonymus dio algunas claves.
Las muchas pandemias
Todo esto pasa cuando Gates predice el fin de la peste que aqueja a la humanidad, a la vez que anuncia que vendrán otras, quizá una cada diez años dadas las condiciones de invasividad del hombre hacia al medio ambiente como resultado del sobrepoblamiento. Las alarmas saltan, ya que el cuarto hombre más rico de la Tierra es el principal sostén de la Organización Mundial de la Salud a través de las donaciones y ayudas, así como el dueño de la Alianza GAVI, la principal beneficiaria en términos de investigación sobre virus infecciosos en el mercado internacional.
El revuelo desatado por los anuncios de Gates se intenta disolver mediante las noticias banales del divorcio. Habrá que esperar un tiempo, antes de que se muestren todas las cartas en este juego de mentiras y medias verdades que existe hoy en el mundo de la alta política y el filantropismo. Las fortunas globalistas controlan, como poderes fácticos, casi todo, pero aún no desarrollan una dictadura implacable sobre la capacidad crítica de los seres humanos. Ahí es donde seguimos siendo medianamente libres.
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Carlos de New York City
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