DÍAS QUE MARCARON LA HISTORIA: 11/9 para Estados Unidos

DÍAS QUE MARCARON LA HISTORIA: 11/9 para Estados Unidos
Fecha de publicación: 
11 Septiembre 2023
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Fotografía tomada de https://fotografias.lasexta.com

El otro 11 de septiembre que impactó el mundo y dejó una estela de horror que alcanzó cada rincón del planeta fue el atentado a las Torres Gemelas de Nueva York, en Estados Unidos.

Recuerdo como si fuera hoy ese día del año 2001. En la calle no se hablaba de otro asunto. Me encontraba en Altahabana, y me fui para mi casa todo lo rápido que pude para ver el noticiero del mediodía porque en el trayecto todo era solo rumor, criterios caóticos del fin del mundo que se avecinaba en venganza de los contrariados, tan acostumbrados a ser los agresores.

Era otra época sin Internet al alcance de un clic, por tanto tocaba leer y ver todo lo que fuera posible, los informativos, la Mesa Redonda, cada espacio de opinión y política en radio y televisión, para poder entender lo que sucedía, pero resultaba difícil para una mente inmadura de 18 años, con poca formación internacional.

Durante mucho tiempo las especulaciones no cesaron, cada quien tenía una hipótesis, un culpable, un antecedente distinto. Por primera vez era atacada en su propio territorio la primera potencia global, la nación líder del mundo era vulnerada, sometida al terror, y por primera vez les flaquearon las piernas, sintieron inseguridad, y vieron maldad con cada pestañeo.

Han pasado 22 años desde aquella contingencia y la fecha aún se mantiene latente. De hecho, para muchos es lo primero que les viene a la mente, por delante del golpe de Estado de 1973 en Chile, efeméride que también comparte fecha y calamidad. Con el trágico derrumbe también cayó un estandarte de fortaleza y ego, forzó, para siempre, un cambio en la historia de Estados Unidos. Los sucesos del 11 de septiembre en el país vecino del norte dejaron una profunda herida en la geopolítica global, y sus consecuencias no demoraron en aparecer.

En primer lugar, fue un acontecimiento sin igual que comenzó con el secuestro de cuatro aviones comerciales, dos de ellos se precipitaron contra las torres Norte y Sur del World Trade Center, icónicas estructuras de la ciudad neoyorkina con 110 pisos cada una, y esto es lo que más quedó en el imaginario popular, mientras otras dos aeronaves se estrellaron en el Pentágono en Washington y en un campo abierto en Pensilvania. Ocurrió temprano en la mañana y rápidamente la conmoción se expandió ante las imágenes divulgadas de dos edificios poderosos colapsados, humeantes primero, desmoronados después.

Los reporteros intentaban dar la noticia sin mucho elemento que no fuera descriptivo porque era muy pronto. Quienes lo hacían desde el lugar de los hechos mostraban una ciudad desconcertada, algunas personas miraban sorprendidas cómo caían las llamadas Torres Gemelas, las más perspicaces se alejaban del lugar que se llenaba de escombros y polvo y gases tóxicos. Todo esto acompañado de ajetreo, sonido de sirenas, gente que se lanzaba al vacío. Fue realmente sobrecogedor, y hasta hoy, quizás, ha sido la calamidad más mediatizada en el mundo. Millones de individuos estuvieron atentos a lo sucedido.

Recuerdo que aquí, a tantos kilómetros de distancia, se sintió el temor, la incertidumbre de tener tan cerca un país omnipotente con sed de venganza. Los pronósticos fueron diversos, algunos alocados, fantasiosos, pero era cierto, había que estar alertas porque estaban frenéticos. El término terrorismo adquirió fuerza.

Pasaban los días, las semanas y los meses y las investigaciones continuaban buscando al responsable, escudriñando información de inteligencia. Sin embargo fue bastante complejo, hubo muchas sospechas. Así supimos que casi veinte hombres estuvieron a cargo del secuestro de los aviones.

Estaban vinculados al grupo extremista Al-Qaeda que desde los años noventa ya daba señales de su desafecto hacia ese país por su política de injerencia en el Oriente Medio y su intromisión activa en conflictos como el de Israel y Palestina. Su líder, Osama bin Laden fue sometido a una urgente cacería internacional que duró casi una década hasta que en mayo de 2011 cayó fruto de la persecución de las fuerzas especiales de Estados Unidos en una operación secreta en Pakistán.

El antecedente se cocinó durante bastante tiempo. Además, se juntó la impopularidad del presidente de turno, George W. Bush, sustentada en su poca capacidad de gestión, y de su recorrido fraudulento hacia la presidencia. Coincidió con el desliz —raro— de las agencias de inteligencia que desestimaron datos, y luego hubo señales en forma de atentados contra embajadas estadounidenses, y otros eventos importantes que no supieron valorar, o dejaron correr.

De todas formas, analistas concuerdan en que el fatídico hecho resultó el pretexto perfecto para sus planes de dominación mundial, por ejemplo, Afganistán. Y fue el momento idóneo que esperaban para increpar al mundo a través de W. Bush, quien posterior a la catástrofe hizo un llamado internacional y aseguró que si no estaban con ellos estarían con el terrorismo.

De ese modo iniciaron una guerra sin igual contra toda forma de amenaza, o lo que así consideraban, y mientras pusieron de manifiesto, una vez más, la vocación belicista del Gobierno estadounidense, miles en todo el mundo han muerto bajo esa consigna, desde su responsabilidad.

El saldo del colapso de ese día fue cerca de tres mil fallecidos y también fueron seriamente dañadas estructuras de instalaciones cercanas a las torres desplomadas. Las estadísticas indican que se contabilizaron 400 mil damnificados directos, más de 16 mil 500 personas sufrieron trastornos mentales, casi 15 mil contrajeron cáncer y más de 42 mil sufrieron enfermedades del aparato respiratorio y digestivo debido a la inhalación del humo que se esparció por varios kilómetros. Recordemos que durante aproximadamente cien días ardieron los restos de los edificios y eso liberó muchas sustancias contaminantes.

Dos décadas después quedan lagunas de información. Pero, en resumen, el 11 de septiembre de 2001 pasó a la historia como uno de los eventos más aciagos para la humanidad, en parte porque fue el inicio del descalabro, pues luego de los eventos en todo el mundo han muerto más personas por concepto de lucha terrorista.

Al tocar símbolos del poder económico, militar y político estadounidenses, sus organizadores cumplieron el propósito de quebrantar los cimientos de la potencia imperialista que parecía inamovible. Impactó en la psiquis y la salud, así como en todos los procesos de esa nación, en cultura, comunicación, seguridad. Se generalizó un estado vigilante, de desconfianza, de fin del mundo, que traspasó fronteras, justo como lo percibí hace 22 años cuando me enteré de los acontecimientos y de repente todo a mi alrededor parecía inestable por un suceso ocurrido a poco más de dos mil kilómetros de distancia.

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