De la historia deportiva: Nicolás Guillén se subió al ring
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No se asombre, el Poeta Nacional intercambió golpes entre las cuerdas aunque en su poema Deportes dijera al inicio ¿Qué sé del boxeo / yo, que confundo el jab con el upper cut?” y lo reiterara en varios versos siguientes. Pues Nicolás Guillén tiró trompadas contundentes ahí mismo como cuando expresó: Mas sobre todo, pienso / en Kid Charol, el gran rey sin corona, / y en Chocolate, el gran rey coronado, /y en Black Bill con sus nervios de goma”. Les voy a hablar de ese trío sin dejarme ganar por el brillo que tuvieron, opacado después con respectivos últimos rounds terribles.
Esteban Ballard, bajo el nombre de combate de Kid Charol sobresalió sobre el cuadrilátero rentado. Vino desde su región natal, Sagua la Grande, hacia la capital en busca de ingresos superiores; de la Arena Colón los sacó sin que fueran tan grandes como soñaba. Pero iba tirando y no se moría de hambre cuando casi lo único que sabía era batirse por plata. De peso mediano no se opuso jamás a luchar incluso contra los pesos semipesados. Muy bueno en la media y la corta distancia ganó enseguida fama y con ella marchó hacia América del Sur en busca de mejores bolsas.
Entre 1926 y 1929 refulgió en la patria de Gardel en el ámbito atlético porque sus excentricidades fuera de este le restaban seriedad e incitaban a la burla. Vestimenta y gestos chabacanos, con el uso de bombín, bastón y espejuelos sin cristales. Tremendo bailador de charlestón, y entre ese danzar, las bebida y las mujeres fue dejando sus fuerzas. Hacia abajo la calidad y las ganancias. No obstante, en su última pelea, al entablar con Dave Chade en Buenos Aires, mostró su calidad a pesar de estar mermada, sobre todo por una galopante tuberculosis.
Esa presentación frente a uno de los más ranqueados medios del planeta pesó en su agravamiento: una semana después murió en un hospital para pobres en la capital gaucha. Algo más de un año más tarde, Mario Cotilla, quien fuera su manager, abrumado por las deudas, se suicidó.
Eladio Valdés, conocido en la guerra de los superciliares rotos, como Black Bill acogió también esa puerta falsa. Magnífico púgil dejaba que desear como persona: todo un marginal. Bailarín, tomador, mujeriego, pendenciero, jugador, capaz de fajarse a cuchillazos junto a una mesa de póker. Incluso cuando el Chócolo ingresó en la cuadra de Pincho Gutiérrez e hizo su primer viaje a Estados Unidos, el natural de Jesús María no pudo ir porque estaba perseguido allí a causa de haber matado a un fullero. Había que dejar pasar algún tiempo. Pasó y volvió a las andadas.
Por el castigo recibido había perdido la vista del ojo izquierdo y el otro tampoco estaba completamente sano. Debió continuar batido en su medio de vida con tanto de muerte: ¿qué hacer si era casi analfabeto? Por las condiciones y la aunque mermada, combatió con el titular de los mosca del mundo, Midget Wolgast, la corona en juego. Quince capítulos, muy reñidos, el cubano arriba al principio, hasta que perdió combustible, y el oponente se lanzó a sobre el ojo más sano para apagarle los dos. Al lograrlo, lo puso a la deriva y lo superó por decisión.
Vendría la cuesta abajo de los boxeadores, peor que el del tango. Combatía para no morir de hambre. Era peldaño para los recién llegados. Recibía gran castigo. ¡Peleaba casi ciego...! Se guiaba por intuición, por la experiencia. Por los pasos detectaba al opositor Entendía la mano izquierda para contactarlo y por encima de ella soltaba el rayo de su derecha. Hasta que le suspendieron la licencia del oficio de tira y recibe trompadas.
Ciego prácticamente, sin dinero, abandonado por su amada de turno, la citó para la casucha en que ´habitaba. Al reiterarle la joven que todo había terminado entre ellos, sacó un revólver y le disparó a donde salía la voz. El grito. La caída. Piensa que la ha matado. Ella sobrevive, solo se había desmayado del susto. El victimario vira el arma contra él y se dispara en la ingle. Por esa herida se le va la existencia.
De Chocolate se conoce mucho más. Fue afortunado. Entre las cuerdas y la vida. Ninguno como él dentro y fuera del cuadrilátero en su país. Gloria suprema en su etapa en el extranjero Más allá de ser el primer campeón cubano de boxeo de la Mayor de las Antillas al derrotar por fuera de combate, el cetro ligero junior en disputa, a Benny Bass en Filadelfia el 15 de julio de 1931, al que agregó el feather (versión neoyorkina) cuando antes del término de la batalla, en el doce, dispuso de Lew Feldman.
Un creador, un artista allá arriba. Como quiso serlo también en la cama, en festejos y bares, duró muchísimo menos de lo que podía. Su declive llegaría gracias a tantos amoríos- la gente decía que lo noquearon las mujeres- , y la vida muy alejada del código de un atleta. Falleció en La Habana fiel a su patria y a su barrio del Cerro, el 8 de agosto de 1988, amado y respetado por su pueblo. Nuestra actual Escuela de Boxeo, la que ha hecho de la disciplina el buque insignia del deporte cubano, partió y creó a partir de su visión: el boxeo es dar y que no te den.
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adriel
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