Cuba debuta con derrota en Nations League de Concacaf
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Decir que Cuba mereció caer en su primer partido de la Concacaf Nations League 2022-2023 ante Guadalupe puede parecer tan injusto como el marcador mismo, pero en el fútbol, ya sabemos, la justicia se dicta a base de goles.
El mismo análisis sin veredicto firme, la misma fórmula de resultado impresiso puede aplicarse al escrutinio del merecemiento ante la victoria. El rombo en mitad de la cancha, la ausencia de un referente en el área rival y el concurso de un solo cinco, a priori resultaba un juego a la ruleta rusa donde matar era tan probable como morir.
Con el balón rodando en la cancha se vio un rival incapaz de llegar por mérito propio y ocasionar peligro, por eso el 1-0 fue tan impropio como el error grosero de un portero de la calidad de Nelson Johnston.
Una pelota inofensiva se coló en el área cubana para que Grégory Gendrey rematara con el arco vacío, mientras el meta santiaguero cazaba liebres fuera del área, un despropósito total ante un rival sin fútbol para meter un centro de peligro al minuto 15 de juego.
Sin embargo, el equipo no se cayó en la maltrecha cancha René Serge Nabajoth. Un monólogo de los Leones del Caribe comenzó sin réplica de los locales, un canto coral sin solista para dar el do de pecho en el crescendo continuo.
Un palo ahora, otro después, un remate a las nubes y mil disparos tan ausentes como un nueve referenciando los otros mil desbordes.
El primer tiempo, agónico para los de Guadalupe, terminó en un suspiro devolviendo el aliento cortado durante el asedio para los anfitriones y una pesada roca sobre el conjunto de Pablo Elier Sánchez.
Si bien el error no es atribuible a la formación, la falta de respuesta contundente estaba vinculada al parado. El 4-2-3-1 aparentemente natural para los que elecubramos posibles onces no apareció y con ello la tenencia no fue más que el mero dominio prolijo y estéril.
El estratega pinareño bien lo notó cuando cambió de capitán. Aricheel dejó el gafete a Maykel Reyes, y su puesto en la cancha, y el partido dio un vuelco con un golazo de tres dedos del nueve pinareño que cambió por celebración la incomprensión de tantos que no le ven para estos trotes.
Cuarto gol del pinareño en la era de los “legionarios”, líder indiscutible demostrando dos cosas: que la praxis siempre aplasta contundentemente a cualquier simpatía y que no importa como te llames, si tienes el nueve en la espalda tienes que jugar entre Onel Hernández y Luis Javier Paradela.
La otra polémica avivada fue la del doble cinco. Quedó claro que si alguien no va ahí, junto al cada vez más maduro Karel Espino, es Dayron Reyes. Ponerle es al mismo tiempo perder un cerrojo en la mancuerna y un mago en el enlace capaz de cambiar el destino con un pase entre líneas.
Tampoco fue la noche de los centrales, quienes se hicieron un lío cuando ambos daban por bueno el empate. No tenía que caer ese gol tan cruel como injusto de Ambrose al 90, pero lo hizo.
Toda la defensa dormía a pesar del susto de unos pocos minutos antes con disparo al larguero de los de casa, quienes superaban en físico a los cubanos pero le debían 100 clases de fútbol.
Tampoco es que la suerte definiera de forma unánime los tres puntos, ni que la victoria de uno, que es lo mismo decir la derrota del otro, fuera un mero accidente.
Eso sí, el 2-1 final pareció más explicable por lo que el conjunto de la Mayor de las Antillas no hizo que por lo que pudo hacer el rival.
El resultado es un escollo complejo para Cuba, aun cuando una remontada en casa cerrando el grupo parece más posible que descabellada. Haciendo análisis de lo visto me animo a pensar que sí se puede, aunque tal vez debiera curarme de tanto optimismo.
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Zarza
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