Bernarda Alba, un clásico universal en las tablas cubanas (+ Fotos)
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¡Silencio! «En ocho años que dure el luto no ha de entrar en esta casa el viento de la calle». Un duelo riguroso, asfixiante y represivo transitaron las cinco hijas de Bernarda durante su encierro sofocante, expuestas al fanatismo religioso.
La casa de Bernarda Alba, obra de Federico García Lorca escrita en 1936 y presentada nueve años después en Buenos Aires, Argentina, muestra la España profunda de principios del siglo XX. Este drama teatral refleja el sexismo en la sociedad de la época y el valor de las apariencias. Asimismo, maneja conceptos como la libertad y la dominación.
Esta obra vuelve a las tablas cubanas durante todos los fines de semana del mes de febrero, a cargo de la compañía teatral CLAU, bajo la dirección de Carlos Aguiar, en la sala Tito Junco del centro cultural Bertolt Brecht. Una puesta en escena de casi dos horas, presenta una lectura diferente de la obra clásica y logra, mediante los cuerpos estáticos, que los personajes se asemejen a muñecas.
El dramaturgo Carlos Aguiar reúne un elenco de actrices reconocidas y jóvenes promesas para lograr una propuesta creativa. Esta novedosa adaptación ya fue presentada en Bogotá en 2018, con actrices colombianas; sin embargo, Aguiar, en entrevista para el periódico Juventud Rebelde, aseguró que esta propuesta escénica es muy distinta a la anterior.
Cada personaje es presentado por dos actrices que se rotan durante las presentaciones: las figuras Yailin Coppola y Yordanka Ariosa interpretan a Bernarda Alba, seguidas de talentosas jóvenes que asumieron los papeles de las hijas. Todas cumplen con los requerimientos tanto del papel como de la puesta en escena.
La compañía de teatro CLAU, fundada en 2006 en Barcelona, ha presentado desde su nacimiento obras inspiradas en el poeta soviético Vladímir Mayakovski. Hoy presentan una adaptación de la obra teatral del poeta y dramaturgo Federico García Lorca, que ha tenido una buena acogida por parte del público cubano, manifestada en las redes sociales.
«Silencio, silencio he dicho, ¡silencio!». En este momento cerré los ojos e imaginé el teatro lleno, haciendo un silencio dramático, rotundo, universal. Era un final de tragedia, un final para el teatro, un final de silencio en nombre de todas las tragedias humanas. Así lo viví yo, y solo por llegar a lograr ese final en una obra, en el teatro, ya valía la pena intentarlo, expresó el director de la obra, Carlos Aguiar.
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