¿Qué hará Trump? Las Coreas con agenda propia

¿Qué hará Trump? Las Coreas con agenda propia
Fecha de publicación: 
20 Septiembre 2018
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Al presidente de Estados Unidos, Donald Trump, no le debe agradar mucho ser un plato de segunda mano, y no tener más remedio que dejar actuar a su homólogo surcoreano, Moon Jae-in, quien acaba de firmar en Pyongyang un acuerdo para la desnuclearización de la península (toda, no sólo la parte septentrional) con Kim Jong-un, líder de la República Popular Democrática de Corea (RPDC).

Unas horas antes había sido suscrito un acuerdo no menos importante entre los altos mandos militares coreanos para evitar cualquier situación que pudiera poner en peligro la paz en la nación, lo cual también lleva a EE.UU., a barruntar contra una decisión que debe poner fin a los ejercicios militares conjuntos yanqui-surcoreanos, que no son más que la preparación para una agresión al Norte.

Algo que desborda la barrera de la imaginación fue la nutrida y calurosa acogida popular a Moon por la población de la capital, un espectáculo que deja realmente impresionado a quienes han tenido la suerte de presenciarlo personalmente.

Es decir, un apoyo palpable del pueblo de la parte norte de Corea a la política de su líder en estas conversaciones de paz, que también tiene un punto de contacto con lo que sucede en el Sur, donde la encuesta más modesta señala que el 74% de la población las acoge, en tanto la aprobación a Moon subió a un el 67%.

Quizás haya alguna suspicacia acerca de que para que se diera este tipo de diálogo tenía que haber tenido la aprobación de Washington, algo que, realmente, no debe extrañar, porque EE.UU. debe realizar ahora algún contacto con el Norte en términos totalmente distintos a los utilizados por Trump, quien incumplió lo tratado con Kim en la reunión que sostuvieron en Singapur.

A la algazara mediática occidental de que gracias al mandatario republicano se estaba llegando a la paz en Corea, siguió una andanada de exigencias estadounidenses para que Corea Democrática renunciara a sus armas nucleares y misiles de largo alcance, es decir un desarme total sin que EE.UU. aportara nada, al tiempo que mantenía su flota de guerra en las cercanías de las costas norcoreanas y sus aviones estratégicos sobrevolaban constantemente la zona.

Además, Estados Unidos no sólo mantuvo las ya acostumbradas sanciones que dictó contra el pueblo norcoreano, sino que añadió otras, al tiempo que Trump, en forma alocada y descarada acusaba a Rusia y China de seguir ayudando económicamente a la RPDC.

Toda esta payasada –con perdón de los buenos payasos- tiene también su respuesta en que a EE.UU le fascina el formato bilateral en donde puede imponer su voluntad a los países con los que '”negocia”, por lo que a Trump no le ha de complacer para nada tener que triangular con el presidente surcoreano, quien tendrá la doble función de ser el mediador entre Pyongyang y EE.UU.

Pero que ahora, y en la forma en que se están sucediendo estas reuniones, ambas Coreas han ido adoptando una agenda propia, porque el multimillonario magnate olvida que provienen de una misma nación, la coreana, dividida artificialmente, y cuya parte sur tiene todavía una amplia presencia militar estadounidenses y, sin dudas, un amplio arsenal nuclear.

Es decir, EE.UU. le pide a la RPDC que se desnuclearice, pero mantiene armas nucleares en el sur, la República de Corea, y la región, apuntando principalmente a China y Rusia, poniendo en peligro también a Japón, un aparente fiel aliado y único país en el mundo golpeado dos veces por ataques atómicos norteamericanos.

En las dos primeras reuniones se logró concretar un acuerdo, que comenzó a realizarse, de permitir de nuevo las reuniones familiares de las dos Coreas y la promoción del programa turístico en el monte Kumgang, así como una nueva cooperación económica, en particular en el complejo industrial de Kaesong.

En este contexto, en la visita realizada ahora a Pyongyang entre el séquito familiar y de otros dignatarios surcoreanos sobresalían algunos empresarios, como el director de Samsung.

En la actualidad, todos los grandes proyectos entre las dos naciones están estancados por las sanciones lideradas por Washington.

También Corea del Sur ha cesado su campaña de propaganda desde sus megáfonos cerca de la zona desmilitarizada.

Además de lo ya expuesto de que se hará todo lo posible para desnuclearizar la península, también se han tratado aspectos acerca de la reunificación, algo que el Norte siempre ha deseado, pero que el Sur no ha expresado oficialmente hasta ahora.

Otra cuestión que comenzará a ser implementada es el establecimiento de un mecanismo permanente de paz en la península coreana, con el fin de sustituir el armisticio de 1953 —de hace 65 años— con un tratado de paz que incluya la plena participación de China y EE.UU.

Para importantes analistas políticos como el mexicano Alfredo Jalife, es un grave error no incluir a Rusia, que tiene 18 kilómetros de frontera con la RPDC y que le daría mayor realce y garantía al tratado de paz con las tres superpotencias mundiales.

Ahora resta esperar lo que decidan Trump y su gabinete de halcones que le asesora.

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