Para que no lloren los lagartos

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Para que no lloren los lagartos
Fecha de publicación: 
14 Septiembre 2018
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La imagen del lagarto y la lagarta con sus delantalitos blancos llorando desconsoladamente por haber perdido su anillo dorado fue de esas que acompañó mi infancia y la de muchos.

Solo años después caí en la cuenta de que aquel poema había sido un primer contacto con la obra de García Lorca. A la par, leí por primera vez, sin saber que eran de ellos, textos de Lope de Vega, de Juana de Ibarbourou...

La puerta de entrada para ello fue un libro mágico: Había una vez. Pero más que descubrirles escritores de talla universal a los pequeños lectores, ese volumen tiene la virtud de haber abierto las compuertas de la fantasía y la imaginación a quién sabe qué multitud de niños de muchas latitudes.

El señor Don Gato en silla de oro sentado, el soldadito de plomo, el burrito enfermo, Mariquita-María, han coloreado con los más diversos matices la niñez de tantos hombres y mujeres, que hace rato ese libro tiene erigido un monumento en el alma colectiva.

Por eso, merece un aplauso cerrado su nueva presentación antes de terminar este año, formando parte de la iniciativa El Libro del Mes, que despliegan de conjunto los Ministerios de Cultura y Educación, así como el Instituto Cubano del Libro, entre otras instituciones.

Como una acción más del Programa Nacional por la Lectura, El Libro del Mes ya ha puesto en manos de las nuevas generaciones de cubanos obras como Ismaelillo, de José Martí, y El Principito, de Antoine de Saint-Exupéry.

Desde su primera publicación en La Habana de 1945, Había una vez ha marcado, numerosas ediciones mediante, a muchas generaciones de cubanos. Todavía debe haber quien recuerde la voz de la abuela leyéndole dulce y cadenciosamente las tribulaciones de la cucarachita Martina ante la moneda recién encontrada, o habrá a quien se le apriete el pecho al recordar que «el mayor castigo que me puedes dar no será mamita dejarme sin jugar/ qué me importa el juego si me he portado mal/ Pero si me dices no te quiero más/ entonces mamita me pondré a llorar».

alt                                                           Herminio Almendros 

Y todo eso gracias a la compilación del ilustre pedagogo, escritor y editor hispanocubano Herminio Almendros (1898-1974), el cual no ha recibido aún en esta tierra todos los homenajes que su labor amerita.

Pero de seguro, el mayor de los honores para este hombre de letras, defensor de la gramática española, sería llegar, con los cuentos por él compilados, al más recóndito yo de cada niño y sembrar allí las ternuras, valentías, enseñanzas, amores, buenas acciones... que portan esas narraciones de todos los tiempos.

No deben haber sido pocos los adultos a quienes, décadas atrás, sus padres regalaron ese y otros libros el Día de los niños, el de los Reyes, o el del cumpleaños.

Hoy, quizás las nuevas tecnologías han ganado un protagonismo desmesurado cuando de regalos infantiles se trata, a la vez que se le endilgan adjetivos de cheo, fula o cualquier otro sinónimo de anticuado a quien intente regalar un libro impreso a un niño.

Por mi parte, sigo repitiendo junto a Jorge Luis Borges aquello de que, si hay otra vida, «espero que me esperen en su recinto los libros que he leído bajo la luna con las mismas cubiertas y las mismas ilustraciones, quizá con las mismas erratas» y, entre ellos, que no falte Había una vez.

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