Centenario de la Emperatriz del danzonete
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Sin dudas, Paulina Álvarez resulta una de las mujeres más olvidadas en el mundo musical de Cuba. A punto de cumplirse el centenario de su natalicio –en la bella ciudad de Cienfuegos-, es un momento oportuno para enaltecer a quien se impuso en el difícil camino de la música popular.
Conocida como la Emperatriz del danzonete, Paulina nació un 29 de junio de 1912, y muy joven se fue a vivir a la capital cubana, donde realizó los primeros estudios de solfeo, teoría, piano, guitarra y canto en el entonces Conservatorio Municipal de Música de La Habana.
Antes de los 20 años, ya su voz se escuchaba en la radio, y al tiempo cantaba en la orquesta Elegante, en la cual pudo interpretar varios géneros.
La carismática muchacha hizo buenas versiones de «Lágrimas Negras», de Miguel Matamoros, y «Mujer Divina», de Agustín Lara, que devinieron en gran aceptación del público.
Pero lo que marcó a Paulina fue incorporar a su repertorio una obra del matancero Aniceto Díaz: el danzonete «Rompiendo la rutina», que cantó por casi 30 años, junto a otros, coronándose como la Emperatriz del danzonete.
Luchadora incansable, se impuso y se abrió paso con su talento, para así poder cantar en diferentes grupos y con afamados, al estilo de Joseíto Fernández.
Cuán valiente debió ser esta mujer para en 1938 fundar su propia agrupación, y convertirse así en la primera fémina que realizaba tal hazaña al constituir un colectivo íntegramente de hombres.
Logró dar ese paso en una época en la cual las féminas eran tan discriminadas por su sexo, color y extracción social. Ella era mujer, mulata, y las arcas familiares no estaban repletas de dinero.
Resultó la suya la primera orquesta de música popular bailable que dio un concierto en el exclusivo Teatro Auditórium, hoy Amadeo Roldán. Y llegó a tener un programa en la emisora CMQ en 1943.
La Emperatriz continuó en el espinoso mundo de la música bailable, donde había una gran competencia entre las orquestas. Todas las grabaciones eran acogidas por los bailadores y se agotaban sus discos antes que pudieran llegar a quienes aspiraban a adquirirlos.
Sin dudas, ganó el corazón del pueblo al subir a todas las pistas y a los más exigentes escenarios para cosechar aplausos.
La Emperatriz del danzonete falleció el 22 de julio de 1965, a la edad de 53 años.
Fotos: Archivo
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