La felicidad en el trabajo y el cambio de paradigmas
especiales
Las personas que buscan lo que es intrínsecamente motivante son más felices y funcionan mejor en diversos ámbitos de la vida.
¿Es usted feliz en el trabajo? ¿Le cuesta levantarse temprano todos los días para cumplir con la jornada laboral? ¿Siente satisfacción y placer por lo que realiza a diario fuera de su hogar? Luego de unas vacaciones, ¿cómo asume el retorno a estas actividades cotidianas? Son muchas interrogantes, vayamos por parte.
El trabajo, el buscar el sustento cotidiano, es tan antiguo como la propia humanidad. Y la actitud de los seres humanos al respecto ha variado a través de los años.
Es cierto —y puede afirmarse al margen de cualquier estudio científico sobre el tema— que siempre han existido los obsesionados por trabajar, quienes no le interesa mucho hacerlo, y los que prefieren perder el tiempo o “vacilar” a costa del sudor de otros.
La sociedad cubana ha pasado por diferentes etapas. Luego del triunfo de la Revolución, en los primeros años, existió hasta una ley contra la vagancia, más la dedicación y el amor por el trabajo, unido a la disciplina laboral, en sentido general siempre estuvieron presentes.
Sin embargo, el derrumbe del campo socialista y la aparición del llamado período especial trajeron aparejado algunos males, entre ellos el desaliento por ganarse la vida. En ese entonces el dinero (peso cubano) perdió valor y lo legal, prácticamente, sucumbió frente a un sinnúmero de actividades ilegales y un mercado negro que cada vez se afianzaba más. Resultaba más fácil y económico vender cualquier cosa en una esquina que cumplir un horario de 8 horas. El trabajo se desvalorizó.
La situación trajo aparejado, como era lógico, una amplia gama de indisciplinas, cuyas consecuencias han llegado hasta nuestros días. No obstante, en la medida que la sociedad encontró vías para salir de ese “ahogo” y enrumbar el camino hacia el desarrollo, se hizo cada vez más necesario retomar valores que siempre habían caracterizado a los cubanos, tales como la laboriosidad y la responsabilidad laboral.
“Trabajitis”, un mal de no pocos….
Más de un sector de la sociedad cubana de estos tiempos clama por un aumento salarial —los médicos, los maestros, los periodistas, entre otros—. Sin embargo, aunque muchos profesionales y trabajadores de estas ramas “cumplen por cumplir” valga la redundancia (otros tantos, miles diría yo), lo hacen por amor a su profesión y oficio.
Recordemos que durante el período especial los cirujanos recorrían largas distancias en bicicleta para luego salvar vidas en los quirófanos de los hospitales. ¿Simplemente lo hacían por un salario, por demás insuficiente en aquellos tiempos? No lo creo.
Quizás usted esté pensando: “esta periodista es una ilusa, no tiene los pies bien puestos en la tierra, vive una realidad distinta”. Nada de eso, lector. Tengo experiencias tan enriquecedoras como las suyas, y le puedo asegurar que no siempre es el dinero y la retribución salarial lo que hace felices a las personas, aunque lógicamente tengan que recurrir a ello para garantizar el sustento de la familia y satisfacer otras necesidades personales.
Conozco historias de quienes se han ido tras un mejor salario, pero jamás han vuelto a disfrutar lo que hacían en el anterior desempeño. La vida da y quita al mismo tiempo.
¿Cuántos profesionales en Cuba abandonaron sus puestos, incluso siendo médicos, y se convirtieron en maleteros en aeropuertos y hoteles? Pero también, cuántos otros permanecieron en sus ocupaciones, por apego a la carrera estudiada, a los años universitarios, al compromiso con pacientes y directivos, por tan solo poner un ejemplo en el caso de la Medicina.
Muchos médicos cubanos permanecieron en sus puestos por apego a la profesión, al margen de los bajos salarios durante el llamado período especial. Ello demuestra que no siempre el salario es lo que determina la estabilidad y el sentirse realizado en una profesión determinada.
Tengo colegas y amigas que confiesan padecer de “trabajitis” pues sienten tanta pasión por lo que realizan, que dejan a un lado los achaques de la edad, y otros pesares, y se mantienen tan activas como cuando eran jóvenes. Aclaro, y no perciben altos salarios.
Entre lo material y lo espiritual
En los años 60`del siglo pasado —según un artículo publicado en internet*— los jóvenes universitarios al ser interrogados sobre los principales objetivos respondían que “era desarrollar una profunda filosofía de vida”, mientras un porciento más bajo hablaba en primer lugar del “éxito financiero”.
Lamentablemente, tal y como reconoce el autor del artículo ¿Podemos ser felices en el trabajo? Afirma que en los 80` lo material comenzó a ocupar los primeros lugares de las preferencias.
“En la actualidad estos números han ido en aumento, configurando una escalada sin precedentes en lo que lo que se conoce como materialismo”, que no es otra cosa que el incentivo del consumo desmesurado.
Claramente la búsqueda de recompensas materiales no sería perjudicial per se. Sin embargo, el problema vendría cuando la búsqueda de recompensas extrínsecas (fama, dinero, imagen, etc.) se coloca por sobre la búsqueda de recompensas intrínsecas (relaciones humanas, ayuda a la comunidad, auto-desarrollo).
Es decir, que el dinero o el sueldo —y no el sentido de vida o el desarrollo personal— es el factor que se prioriza al buscar empleo. “Por lo que en estos casos, no podemos hablar de una real felicidad en el trabajo”.
El autor de este artículo (el chileno Wenceslao Unanue), basó sus criterios en investigaciones, las cuales le han permitido afirmar con certeza que “las personas que buscan lo que es intrínsecamente motivante son personas más felices y funcionan mejor en diversos ámbitos de la vida”. Son más felices, con mejor salud, menores niveles de ausentismo, mayor creatividad y productividad, y en definitiva, un mejor desempeño, subrayó.
Trascender la utopía
Las investigaciones sobre el tema arrojan estrategias y buenas prácticas sobre la correspondencia que debe existir entre los trabajadores y el ambiente laboral para alcanzar altos niveles de productividad.
Está demostrado que un espacio satisfactorio, en todos los sentidos —buenas condiciones, comprensión, afecto, flexibilidad— trae ventajas tanto para los empleadores como para los empleados. En ello mucho tiene que ver la postura de los jefes inmediatos.
Un clima de armonía, donde cada cual perciba que es necesario la labor que realiza, que sus aportes —cualesquiera— son tenidos en cuenta, y que no existen obstáculos para la realización personal, son elementos fundamentales para alcanzar la felicidad en el trabajo. Ello es posible y real, no es una utopía, ni un logro del capitalismo, criterio que muchas veces se ha querido imponer.
En el sistema socialista también resulta loable tal propósito, pues como hemos dicho antes no solo se tiene en cuenta el salario, aunque claro está ese indicador influye en las decisiones y en el nivel de satisfacción, pues permite cubrir las necesidades de cada cual.
El dinero no lo es todo, sino miremos a nuestro alrededor. Seguramente encontraremos aquellos que les cuesta trabajo ir todos los días a un centro, cumplir con la jornada, y producir bienes y servicios. Pero también tropezaremos con muchísimas personas, que incluso con baja remuneración, realizan todo eso a la inversa, y resultan eficientes en el puesto que ocupan.
Sí es posible alcanzar la felicidad en el trabajo y para ello hay que tener en cuenta lo ya planteado. De ahí la importancia de que los organismos empleadores, en sus diferentes instancias y niveles, cuenten con una preparación adecuada que les permita poner en práctica determinadas estrategias en aras de lograr la permanencia de sus subordinados, evitando por todos los medios fluctuación laboral y el descontento. ¡Tamaña tarea!
El antiguo slogan de que un hombre o una mujer feliz rinde por dos, todavía mantiene su vigencia.
Hay oficios que se heredan de generación en generación, y quienes lo desarrollan lo aman notablemente.
En el trabajo por cuenta propia, que se ha fomentado en Cuba en los últimos años, también se puede encontrar la realización personal y la felicidad en la labor que se desarrolla, al margen de que en este sector los salarios son, en algunos casos, más altos.
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