Venerar a Martí, deber de todo cubano
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Fotos: De la autora
Hoy se cumplen 165 años del nacimiento pródigo del Hombre de la Edad de oro, alumbramiento que tuvo lugar en una casita humilde de la calle Paula, y pareciera casi infantil recordar ese episodio de nuestra historia, recreado con particular sensibilidad en la película El Ojo del Canario, del cineasta Fernando Pérez.
Y digo pródigo porque todo en él era excepcional; desbordante de nobleza, lealtad, con aptitudes sorprendentes para la oratoria, con una sabiduría sin límites, con una pasión humana inigualable.
Más de un siglo y medio separan a los cubanos de hoy de aquella época que despertó en el niño Martí los sentimientos más auténticos de patriotismo y de independencia, y que de alguna manera dejara plasmados en el primer manuscrito dirigido a su madre, cuando apenas tenía nueve años, desde Caimito del Hanábana, en la provincia de Matanzas, donde quizás por vez primera descubrió los horrores de la esclavitud, de la trata de negros, escenas que luego quedarían grabadas por siempre en su memoria.
Al margen de la felicidad que pudo haber tenido, hay en la vida de Martí decenas de episodios tristes, lacerantes, que lógicamente lo marcarían durante toda su existencia. Grilletes con apenas 16 años, prisión, destierro dentro y fuera del país, incomprensiones amorosas, pérdidas familiares, desavenencias a causa de un contexto histórico.
A todo eso, y más, debió sobreponerse el hombre que vio quizás como ninguno de sus contemporáneos —con una clarividencia excepcional— los peligros de la Patria amenazada y el camino a seguir para lograr la verdadera independencia.
En el exilio unió a los patriotas y en esos propios espacios levantó su voz —fina, sencilla y profunda— para sensibilizar en torno a la guerra necesaria. No había otro camino para librar a Cuba del yugo invasor.
Así la Patria fue obsesión y por ella se lanzó al campo de batalla donde, sin importarle consecuencia alguna, perdió la vida. Tenía apenas 42 años cuando cayó ensangrentado en Dos Ríos; más entre otras obras ya había fundado el Partido Revolucionario Cubano y creado el periódico Patria.
Réplica de la imponente escultura de José Martí ubicada en el Parque Central, de Nueva York, de la artista de la plástica Ann Hyatt Huntington, que será inaugurada este domingo en el parque Trece de Marzo, situado en La Habana Vieja.
“¡Que guerra esta! Pensaba yo por la noche; que al lado de un instante de ligero placer, aparece otro de amarguísimo dolor. ¡Ya nos falta el mejor de los compañeros y el alma podemos decir del levantamiento!”, escribiría Máximo Gómez, en su Diario de Campaña el 19 de mayo de 1895.
Mucho se habla de Martí en nuestros días, pues de su sapiencia queda bastante por beber. Más no siempre somos dignos de todo cuánto dijo y enseñó de manera soberana.
Seguir su camino diáfano y sincero es cumplir al pie de la letra —sin ambiciones, avaricias y dobleces morales— todo cuánto dejó plasmado en letra impresa, escribiendo quién sabe cómo, ni en qué circunstancias, cartas, discursos, intervenciones; palabras vivas que hoy nos enorgullecen y lo colocan en el pedestal más alto de la Patria.
Rindámosle tributo este 28 de enero, y todos los días, todos los meses, todos los años. Pues con Martí siempre estaremos en deuda.
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