A la sombra de Cachita (+ VIDEO)
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Vladia Rubio
Cary Bustamante se cuenta entre las tantas cubanas que ayer vistió de amarillo y fue una más entre los cientos de habaneros que este 8 de septiembre se sumaron a la procesión que acompañó a la virgen de la Caridad del Cobre por algunas calles de la populosa barriada de Centro Habana, donde se levanta la parroquia dedicada a esa deidad.
"Yo le debo mucho a mi virgencita y por eso la venero de corazón", declara con orgullo a CubaSí esta habanera de 34 años que debe su nombre a la llamada Patrona de Cuba. De manera enfática agrega a renglón seguido que "aquí somos muchos los que tenemos fe verdadera por la virgen, una devoción que no tiene nada que ver con esos que, por moda o por oportunismo se han querido aprovechar de la ocasión, y lo que son es unos irrespetuosos, unos incultos".
No le falta razón a esta cubana cuando habla del valor cultural de esta virgen, devenida símbolo de cubanía, como lo han refrendado Fernando Ortiz, Alejo Carpentier, y en estudios más recientes, la historiadora de Santiago de Cuba, Olga Portuondo.
En torno a esta Patrona de Cuba - autorizada su coronación canónica por el Papa Pio IX en 1936-, fueron enlazándose elementos hispánicos, africanos y criollos conformando una devoción multicolor y bien atípica, que rinde culto a este ídolo "con su pigmentación espiritual ha pasado de los altares de los blancos dominadores al corazón de los humildes dominados", al decir de Don Fernando Ortiz.
No de balde le viene el apelativo de La Virgen Mambisa. Fue con la Guerra de los Diez años cuando, según asegura la doctora Olga Portuondo Zúñiga, la Caridad del Cobre se erigió en pilar de una "religión de unidad" que enlazaba a los defensores de la independencia de la ínsula frente al colonialismo español. Y afirman que hasta su santuario se personó a tributarle honores Céspedes en compañía de la tropa mambisa. Fueron precisamente veteranos del ejército libertador quienes pidieron que fuera declarada Patrona de la República de Cuba.
La tradición oral ha traído hasta el presente la referencia de que muchos santiagueros al sumarse a las fuerzas libertadoras, como paso previo se encomendaban a la Virgen antes su altar al igual que lo hacían insurrectos llegados clandestinamente a tierra santiaguera.
La misma fuente asegura que medallas y estampas con la imagen de la Caridad del Cobre acompañaron a mambises en la heroica gesta, incluyendo al Mayor General Antonio Maceo
Grajales. Tampoco fueron escasos los miembros del Ejército Rebelde, que, al decir de la doctora Portuondo Zúñiga, portaron resguardos y medallas de esta virgen, a cuyo santuario en el Cobre, acudieron a dar gracias luego del triunfo de 1959.
En las mixturas que conforman la actual cubanía, no es muy fácil identificar si quienes hoy llevan medallas de la virgen o le rinden tributo, lo hacen pensando en la Caridad del Cobre o en Ochún, su réplica en el panteón afrocubano.
La propia Caridad Diego, jefa de la Oficina de Asuntos Religiosos del Consejo de Estado, asegura en el texto de su autoría La fe religiosa no determina una opción política, aparecido en abril de este año, que en Cuba, "Las creencias más extendidas constituyen la llamada religiosidad popular, resultado del mestizaje y la síntesis cultural formadora de la nacionalidad cubana. Muchas de las que se practican por el pueblo cubano se han mezclado.
Mayoritariamente son espontáneas, ricas en emociones y prácticas utilitarias y alejadas (relativamente) de instituciones y organizaciones religiosas."
De hecho, la joven entrevistada por este medio digital, se refirió a la deidad llamándola lo mismo la Virgen que Cachita, apelativo con que se suele mencionar a Ochún, esa diosa del amor y la fertilidad integrante del panteón yoruba a quien se le regalan girasoles.
Convocados ya sea por Cachita o por la Virgen de la Caridad, lo cierto es que los muchos cubanos que este jueves 8 de septiembre le rindieron honestas muestras de devoción y tributo, ratificaron una de las tesis contenidas en el texto ya citado: "Las prácticas y creencias religiosas no están reñidas con la Revolución siempre que correspondan a la profesión honesta de cualquier fe religiosa, cuyos principios, no solo formalmente sostenidos, sino consecuentemente observados, en el comportamiento personal y social,
promuevan el amor al prójimo, el desinterés, la protección al más débil o desvalido, la unidad de la familia, la justicia social, las virtudes morales y ciudadanas, el amor y el sacrificio por la patria. Los que no actúen así, niegan no solo a su pueblo, sino a su fe".
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