Miami y la riña diplomática entre la Florida, Canadá y Brasil
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La añeja ultraderecha de origen cubano radicada en Miami vuelve a crearle serios problemas al estado de la Florida.
Ahora, luego de lograr tras bambalinas que su parlamento acordara prohibir allí los negocios con empresas relacionadas con Cuba.
Ello ha provocado una tormenta de rechazos a esa legislación por parte del mundo empresarial de los dos principales socios de la Florida en ese terreno, Brasil y Canadá.
Observadores en ambos países resumen así lo que acontece: nuestros intereses corporativos enfrentados a legisladores del condado Miami-Dade que autorizaron el proyecto.
Además, opinan que uno de los saldos es el aprieto político que le han impuesto al gobernador del Estado, Rick Scott, un conocido impulsor de los negocios.
Quienes hacen trabajo de influencia para las empresas (cabilderos), dijo la prensa, «han hecho conocer sus preocupaciones a Scott», el cual tiene hasta el cinco de mayo para decidir, o dejar que la medida se convierta en ley sin su firma.
Hasta fuertes sorpresas matizan la confrontación estimulada por la ultraderecha de origen cubano de Miami.
El embajador de Canadá en los Estados Unidos llamó telefónicamente al presidente de la Cámara de Comercio de la Florida, Mark Wilson, para trasladarle la preocupación de que esa ley afecte a muchas de sus empresas en la Florida y Cuba.
Al respecto, el presidente de la Cámara también pudo saber que firmas canadienses no harán nuevas inversiones en su Estado por temor a sufrir contratiempos.
Wilson valoró como «inconstitucional» que en un territorio como el suyo algunos pretendan establecer normas de política exterior que únicamente competen al gobierno federal en Washington.
Canadá es el segundo socio comercial de la Florida, mientras en primer lugar se encuentra Brasil, que ya expresó inquietudes parecidas a Washington.
El ministro de Comercio e Industria brasileño, Fernando Pimentel, abordó el tema durante una reunión con el secretario de Comercio de Estados Unidos, John Brison, y lo dejaron abierto para una ocasión futura.
Cuando días atrás el proyecto de ley fue sometido a votación de los legisladores floridanos, salió virtualmente adelante sin la menor oposición.
Uno de los impulsores de la iniciativa, el representante por Miami Michael Bileca, dijo a periodistas: «No tuve gran resistencia», «me sorprendí».
El mencionado presidente de la Cámara de Comercio, Mark Wilson, expresó: «No creo que mucha gente pensara que este proyecto iba a pasar», «cuando lo menciono la gente está muy alarmada de que el Estado considere establecer su propia política exterior».
Hay un elemento en todo lo dicho que resulta preciso destacar: el oculto papel de facciones ultraderechistas de origen cubano en este episodio, un eslabón más de sus permanentes intrigas contra Cuba.
Tal complot no ha dejado de implicar reiteradas salpicas de fango sobre la imagen de gobiernos estadounidenses, desde 1959 hasta la actualidad, como lo sintetizan sus monumentales derrotas en asambleas generales de la ONU a partir de 1962.
Pero no cejan en su empeño, porque en aras de golpear a Cuba llegan a tropezar con la Constitución de Estados Unidos, al tratar de poner en manos de la Florida atribuciones de política exterior que monopoliza Washington.
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FREDDY FIGUEROA
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