Miguel Hernández, ejemplo moral y de fe ciega en la vida
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A punto de cumplirse el 75 aniversario de la muerte del alicantino (Orihuela, Alicante, 1910 - Alicante, 1942), la Fundación José Manuel Lara ha publicado una edición conmemorativa de "Miguel Hernández. Pasión, cárcel y muerte de un poeta", la biografía revisada que sobre el poeta publicó en 2002 el investigador y novelista José Luis Ferris.
Una edición que aporta nuevos testimonios, como las cartas hasta hace poco desconocidas de Vicente Aleixandre o la correspondencia inédita que Josefina Manresa, viuda de Miguel Hernández, mantuvo con el hispanista italiano Darío Puccini de 1961 a 1971.
El propósito de esta biografía, ha indicado Ferris a Efe, es "seducir" al lector para acercarse de nuevo a la poesía de Hernández, pero no solo a su dimensión literaria sino también a la humana.
La lectura final del análisis de la obra y vida de Miguel Hernández es, agrega Ferris, la de "una persona íntegra, uno de los ejemplos humanos como ha habido pocos en el siglo XX".
El autor ha intentado desmontar "clichés" como el del "poeta autodidacta, pastor de cabras y pobre", y "derribar los tópicos que le instrumentalizaron tanto desde la derecha como desde la izquierda".
Así, indica, mientras que para Juan Guerrero Zamora, que escribió una biografía de Hernández en los años 50, el poeta era "un católico, apostólico y romano que se torció en cierto momento pero que luego rectificó", en los años 60 y 70 se convirtió en un símbolo de la izquierda, que solo se centró en su parte beligerante y en "tópicos muy cómodos".
También habla de su participación en la Guerra Civil y considera que, después de estar en primera línea de fuego cavando trincheras, a Miguel Hernández "lo dejaron tirado".
Entre los aspectos que aporta esta nueva versión de la biografía de Hernández se encuentran documentos y testimonios sobre las mujeres que inspiraron sus versos en "El rayo que no cesa", tres musas "determinantes" que diferencian el estilo y el planteamiento que va adoptando.
Así, este libro, sostiene, no es en la mayoría de sus sonetos el fruto de su relación amorosa con su mujer, Josefina Manresa, sino que están inspirados también por las relaciones que mantuvo con la pintora gallega Maruja Gallo y con María Cegarra durante su estancia en Madrid.
Para el autor, Hernández era un "corredor de fondo" que, aunque salió el último respecto a autores de la generación del 27, "quiso seguir la estela y se subió al último vagón, pero fue adelantándoles e, incluso, se situó en cabecera".
Una biografía que, asegura su autor, recuerda a un hombre que "rompe moldes", un autor que murió muy joven, con 31 años, y que en sólo 12 años de producción (de 1930, con la publicación de su primer poema hasta 1942, cuando murió) escribió cuatro mil páginas de poemas.
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