La violencia del golpe "blando" en Brasil
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La mandataria suspendida por 180 días, afrontará un juicio político forzado ya que no existen causas y podrá presentar su defensa, aunque algunos de los ministros del insólito nuevo gabinete armado por su vicepresidente Michel Temer, que debía reemplazarla interinamente, hablan de "gobierno destituido" con absoluta impunidad, reconociendo el golpe.
Como hecho vergonzante figura para la historia de la infamia el reconocimiento al "proceso institucional" que hizo desde el primer momento el gobierno del derechista Mauricio Macri de Argentina, a pesar de la evidencia del golpe de Estado.
En el plano de la justicia, queda como ejemplo de absoluta falta de ética, la presencia de varios jueces como Sergio Moro y otros que actúan como jueces y parte ya que participaron de todo el accionar de esa violenta y corrupta oposición brasileña.
En su discurso al alejarse de la presidencia y ante miles de seguidores, Rousseff fue muy precisa al denunciar un golpe de Estado y advertir que continuará la lucha con todas las armas jurídicas y legales que están en su favor.
En América Latina los "golpes blandos" al estilo "revolución de colores" de Europa, se generan con violencia como son las acciones de calle, movilizaciones pagadas y dirigidas, el terrorismo mediático, la mentira, la injusticia, la injerencia externa con financiación, que es la máxima corrupción que se puede ejercer en un país, cuando los actores golpistas reciben millonarias sumas de dinero desde afuera para lograr como objetivo interrumpir los procesos democráticos.
Desde el punto de vista de un análisis descarnado, en América Latina las mediocres y violentas "nuevas derechas" actúan en favor de los intereses de la potencia dominante, traicionando no sólo la voluntad popular sino a la patria, en su amplio sentido.
De eso se trata lo sucedido en Brasil, donde la presidenta asumió una posición digna y valiente, de continuar resistiendo a la injusticia y a la amoralidad de lo sucedido, mientras el pueblo en las calles, léase trabajadores, campesinos, intelectuales, artistas, académicos, no reconocen al gobierno golpista que ya se ha definido por un camino neoliberal a ultranzas.
Dilma Rousseff, quien fue reelecta en octubre de 2014 con más del 51 por ciento de votos (54 millones de brasileños) enfrentándose no sólo a la oposición interna, sino a una guerra sucia implacable como forma contrainsurgente, fue suspendida sin que se haya podido demostrar delito alguno, por acusaciones sin pruebas, por un Congreso con una mayoría de corruptos, como se ha denunciado y probado.
Pero también de personajes ligados a un pasado oscuro marcado por la corrupción y las injusticias, que dejaban fuera a una buena parte de los más de 202 millones de habitantes de ese país, de los cuales por primera vez en la historia unos 40 millones fueron rescatados de la pobreza absoluta por la política social de los gobiernos de Luis Inácio Lula da Silva y luego Rousseff, entre otros importantes avances, en uno de los países más ricos y más injustos de América Latina.
La acusación que se le hace a la mandataria es de utilizar dinero de bancos estatales para "cubrir los déficits del presupuesto". En realidad no ha habido un presidente en Brasil que no recurriera en diversos momentos a fondos estatales que luego se reintegran. Esto no es un delito para una impugnación.
Rousseff nunca fue acusada de enriquecimiento ilícito ni de haber cometido el crimen de responsabilidad que intentan atribuirle o delito alguno que pueda legalizar un juicio político. "¿Impeachment sin crimen de responsabilidad qué es? Es golpe", dijo la primer mujer presidenta de Brasil y cuyo segundo mandato termina en 2018.
EL SILENCIO DE LA OEA
La débil intervención del secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA) Luis Almagro, ante lo que se vio en el patético debate del Congreso para vergüenza de Brasil, era de esperarse, de acuerdo con su accionar contra el gobierno del presidente Nicolás Maduro en Venezuela, confabulando con los golpistas de la oposición parlamentaria que intenta derrocarlo con el peligroso disfraz de falsa institucionalidad.
América Latina está bajo amenaza de golpes mediáticos, "parlamentarios" y judiciales, estructuras que Estados Unidos ha logrado controlar en estos últimos años mediante su red de Fundaciones y ONGs, que han trabajado sin el control de varios gobiernos, muy debilitados por la falta de instituciones de inteligencia y defensa nacional.
Como señala Saúl Leblón en Carta Maior ha habido una verdadera "masacre propagandística, equivalente o superior" a lo que hicieron los medios de comunicación en la guerra sucia que precedió al golpe de 1964 contra el presidente Joao Goulart, cuando se instaló una dictadura militar que perduró hasta 1985.
Durante el gobierno de Goulart antecedieron al golpe una serie de acciones desestabilizadoras, con apoyo de los medios -como ahora- y hay que recordar el papel importante que cumplió O Globo en la dictadura que se impuso cuando lo derrocaron.
El periodista estadounidense Glenn Greenwald, desde Brasil, vincula la situación actual con lo sucedido en 1964: "soy testigo del modo en que se está desmantelando la democracia -que es lo que está sucediendo- por parte de la gente más rica y poderosa de la sociedad, que utiliza los medios masivos para hacer propaganda a favor de una minoría de familias extremadamente ricas, muchas de las cuales apoyaron el Golpe militar [de 1964], da realmente miedo", sostuvo.
También recordaba las reuniones de empresarios brasileños con el gobierno de Estados Unidos en aquellos momentos, como figura en una serie de documentos desclasificados y como sucede ahora mismo.
El 12 de mayo asumió el gobierno, supuestamente en forma "interina", el vice presidente de Rousseff, Michel Temer de 75 años, del Partido Movimiento Democrático Brasileño (PMDB), que se suponía aliado del PT. A fines de marzo Temer se había alejado de Rousseff pero por supuesto no renunció a su cargo porque estaba en los preparativos golpistas y era el sucesor lógico en estas circunstancias.
Vinculado con la seguridad de Estados Unidos, como aparece en los cables de Wikileaks enviados por el actual presidente de Brasil, desde São Paulo al Comando Sur, informaba sobre su país y a la vez "vendiendo" la utilidad de su partido. Podría hablarse de "traición a la patria".
Temer además está seriamente acusado por corrupción, como varios de sus actuales ministros. Era imperativo para la derecha mediocre de Brasil y para sus financistas y asesores en Washington terminar con el gobierno del PT que había mantenido un fuerte apoyo popular durante cuatro mandatos consecutivos.
El gabinete de Temer está conformado por una serie de funcionarios que han ocupado puestos clave en empresas extranjeras y además mantienen relaciones directas con Washington. Estudiando cada caso podemos asegurar, sin lugar a dudas, que estamos asistiendo a un esquema en que no sólo cuentan las relaciones de estos ministros con Estados Unidos, sino que directamente responden a los mandatos de Washington.
Aunque poco trascendió en la prensa, al día siguiente del "impeachment" en la Cámara Baja, el senador Aloysio Nunes del PSDB (Partido Social Demócrata Brasileño, el principal opositor a Rousseff) fue a EE.UU. por tres días, recordando la intervención de este político en las manifestaciones golpistas contra Rousseff.
"Además, entre los fundadores del PSDB encontramos a Franco Montoro, Sérgio Motta y José Serra nombrado canciller del nuevo gobierno de "transición" de Temer y conocido por su acérrima oposición al gobierno venezolano", señala la analista Silvina M. Romano en el portal de CELAG.
Destaca Romano que Aloysio Nunes se entrevistó con funcionarios, lobistas y gente cercana a Clinton (Hillary) . "Se reunió con Bob Corker y Ben Cardin del Comité de Relaciones Exteriores del Senado. También se hizo un tiempito para ver al exembajador de EE. UU. en Brasil, Thomas Shannon y comer con el lobby del grupo empresarial Albright Stonebridge, dirigido por la exsecretaria de Estado de Bill Clinton, Madeleine Allbright y por Carlos Gutiérrez, exsecretario de comercio de Bush y exCEO (gerente) de Kellogg", sostiene la periodista y se pregunta qué tipo de "negocios" fue a realizar Nunes a EE. UU.
Después de analizar una serie de hechos, Romano concluye que "teniendo como guía los procesos históricos y datos contundentes como el hecho de que Temer es exinformante de la CIA, es difícil sostener que no hay vínculo alguno entre lo que está sucediendo en Brasil y el gobierno estadounidense. El perfil bajo mostrado hacia Brasil parece ser una estrategia de legitimación de lo que está sucediendo en ese país". http://www.celag.org/?s=we+are+watching
Aún así hay que destacar que sectores importantes de Estados Unidos han sido críticos del burdo golpe, recordando el papel de Washington en el golpe contra el presidente Joao Goulart, cuando se aplicó la Doctrina de la Seguridad Nacional estadounidense, que instaló la persecución, el terrorismo de Estado, la tortura, la muerte y desapariciones en Brasil.
Ese país entonces fue clave para ayudar a la siembra de dictaduras de la Seguridad Nacional en el sur en los años 70.
Estados Unidos siempre ha considerado a Brasil de importancia estratégica para todos sus planes en la región.
Detrás del golpe está el largo trabajo que realizaron los "topos" de las Fundaciones y ONGs de Estados Unidos, financiando el aparato golpista y desestabilizador, que comenzó llevando a las calles una protesta juvenil, cuando era obvio que procedían de las clases pudientes de ese país.
Estos grupos arrastraban a una parte de la población, beneficiada por el gobierno del PT como nunca y a la vez intoxicadas por la desinformación criminal -y vale decirlo- de los medios masivos de comunicación. Los monopolios de la mentira, sostenida día por día y de los entretenimientos degradantes y descultirizadores, instalaron un terrorismo mediático tan letal como un arma.
Detrás del golpe contra Dilma se trata de debilitar a los países del Brics (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica), las cinco naciones con economías emergentes, que suman el 43 por ciento de la población mundial y tienen el 25 por ciento de la riqueza, generando el 56 por ciento del crecimiento económico registrado en el mundo en los últimos años.
El zarpazo contra Brasil es parte de la estrategia de la expansión global estadounidense. Es un golpe contra América Latina, contra la integración continental pero también contra la posición de Brasil en las relaciones soberanas con China y Rusia que preocupaban a Washington.
Esta séptima economía del mundo, junto con Argentina y Venezuela, eran el triángulo básico de la solidez que había alcanzado el proceso de integración regional y expresaban el desafío para los proyectos de control mundial del imperio.
Los intentos por avanzar sobre Petrobrás son tan fuertes como sobre los grandes recursos y reservas del gigante latinoamericano. De alguna manera controlar a Brasil es controlar a Sudamérica. Se trata ahora de la recuperación del "patio trasero" que anunciara el secretario de Estado John Kerry a fines de 2012. Controlar a Brasil era imprescindible en su proyecto geoestratégico de recolonización continental. Esto y mucho más, está detrás del golpe en Brasil.
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