La inmortalidad en el congelador
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Hay quienes apuestan su inmortalidad al desarrollo de la ciencia, al punto de decidir que, después de muerto, su cuerpo sea congelado a bajísima temperatura, a la espera de un futuro en que pueda ser convenientemente vuelto a la vida.
No es ciencia ficción. BBC Mundo acaba de dar a conocer un fotorreportaje de Murray Ballard en que pueden visualizarse en una instalación estadounidense todos los procesos a los que se someten los cuerpos de humanos optimistas… y adinerados.
Criogenización o crionización es el nombre dado a estos procedimientos en que el cadáver se congela en nitrógeno líquido a una temperatura de 196 grados bajo cero. Previamente, el cuerpo es desangrado y sustituido el vital líquido por un fluido que lo enfría rápidamente y supuestamente minimiza el daño en las células durante el transporte al lugar donde será conservado.
El texto aparecido hace pocos días en el sitio digital de BBC Mundo asegura que la criogenización tuvo su inicio en Estados Unidos, en 1967, cuando el doctor James Bedford se convirtió en la primera persona en ser preservada después de su muerte. Pero solo en la década de los años 70 comenzó a desarrollarse de manera comercial.
Otras fuentes afirman que en tierra estadounidense existen tres sociedades criogénicas: en Michigan, California y Arizona. Esta última, conocida como Fundación Alcor para le Extensión de la Vida, fue creada en 1972.
Especulaciones dan cuenta de que allí se mantienen conservados unos cien cuerpos congelados mientras dos centenares permanecen en lista de espera. Resulta curioso que al referirse a los congelados en vez de clientes, les llaman pacientes criopreservados, atendiendo a que presuntamente no han sufrido una muerte cerebral.
Como tales procederes guardan la más absoluta confidencialidad, entre las figuras que hoy esperan en sus tanques de nitrógeno líquido se barajan nombres como Dick Clair, Charles de Gaulle, Maurice Chevalier, Walt Disney, Howard Hughes y hasta John F. Kennedy. Lo cierto es que no basta con el optimismo, pues el pago por el proceso completo fluctúa entre los 25 mil y 160 mil dólares.
La ciencia nada ha confirmado hasta ahora sobre la confiabilidad de tales métodos y sus perspectivas de éxito. Lo que sí queda bien claro es que con esas sumas podrían recibir ayuda, en vida, algunos de los más de mil millones de personas que padecen hambre en el mundo, en este mismo mundo de criogenizaciones donde, cada tres segundos, muere un niño de inanición.
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