Mientras tanto, según escribe Hernández, las autoridades municipales discrepan “sobre la capacidad de acogida y el tiempo que demorará el proceso de documentación e incorporación a la sociedad estadounidense”.

Hace poco el alcalde de Miami, Tomás Regalado, advirtió que allí no tienen la infraestructura ni el dinero para hacer frente a esa situación.

Quienes lleguen están obligados a poseer una cantidad de documentos imprescindibles que solo brinda el gobierno federal, como el salvoconducto migratorio, seguro social y permiso de trabajo.

Esos trámites, aclaró Regalado, demoran entre tres y cuatro semanas, y mientras tanto esas personas “podrían estar en la calle”, si no tienen familia que los acoja en sus casas”.

Luego argumentó, es menos difícil albergar a 10 o 20 cubanos, como en noviembre, cuando un grupo dormía a la intemperie frente a una oficina procesadora de documentos.

Un periodista indagó a Regalado sobre la anunciada falta de dinero y la reserva de 104 millones de dólares atribuidos al Ayuntamiento local.

El alcalde contestó: “No podemos disponer de esos recursos sin la aprobación de la Comisión de la ciudad”. Y después manifestó:

Habría que reunir a los concejales y modificar el presupuesto. “Eso toma tiempo”.

A la inversa, sugiere que el gobierno federal monte un centro de atención para procesar a los recién llegados en la frontera con México.

También conceder un apoyo extraordinario a las agencias que tradicionalmente alivian necesidades de esas personas.

A renglón seguido, y con tono muy franco, hizo una alerta a los eventuales recién llegados:

No creer que ellos “puedan encontrar trabajo inmediatamente aquí en Miami”.

Sin embargo, anécdotas aparte, ¿dónde radica el fondo de este drama por entregas desatado en Centroamérica a punto de aterrizar en esa ciudad floridana?

Está localizado en la Ley de Ajuste Cubano amamantada en 1966 por la ultraderecha de ese origen que ha residido en Miami y por la del Congreso de Washington.

A estas alturas, hasta figuras tan primitivas, dogmáticas y mediocres como Ileana Ros-Lehtinen, reconocen abierta o implícitamente la necesidad de examinar su vigencia.

Luego de los acuerdos alcanzados con gobiernos vecinos, el primer grupo de estos migrantes saldrá el próximo martes 12 hacia El Salvador desde donde serán trasladados en autobuses a la frontera con Guatemala y de allí hasta la de Méjico para más tarde viajar a los Estados Unidos.

De esta manera, se continúa desinflando la campaña enemiga de presentar el episodio de Costa Rica como otra estampida de cubanos que salieron huyendo de su país, aun cuando viajaron a través de las vías legales, mientras traficantes de seres humanos no han dejado de sacar determinadas ventajas a favor de sus bolsillos.