José Alejandro Rodríguez: La pugna contra el mimetismo

José Alejandro Rodríguez: La pugna contra el mimetismo
Fecha de publicación: 
9 Septiembre 2015
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José Alejandro Rodríguez, Pepe para sus amigos, es periodista hasta el tuétano. Premio Nacional de Periodismo y mentor generacional. Sus espacios para la crítica social (en prensa escrita y televisión) le han valido su fama en el círculo de la prensa y entre la población.

En la redacción de Juventud Rebelde, un día de celebraciones, Pepe me recibe sin excusas, pero con cierto desespero que evidencia mientras más se acerca el fin del diálogo. Desea unirse a la fiesta de afuera...

LA CRÍTICA EN PEPE

—No hice crítica social desde siempre. Cuando me gradué, en julio del 74, me mandaron a hacer el servicio social en Camagüey. Esos fueron tiempos en que el Periodismo era muy… "dirigido"; más bien me centraba en una labor informativa.

«Pero ya en el periódico Trabajadores —donde estuve durante diez años— logré acercarme más allá: al reflejo de la realidad.

«Empecé entonces a abordarla desde otra mirada, más aguzada. Sin embargo, no creo que en esa redacción hice lo más importante. Me parece que fue aquí, en el periódico Juventud Rebelde, donde comencé a hacer crítica social de forma sistemática y más profunda.

«Siento a este diario como mi rampa de despegue. Aquí fui reportero durante mucho tiempo, hice varios trabajos que para mí fueron muy importantes. Y hago lo que hago porque el Periodismo no es solamente mimético, no es de contemplación pasiva de las realidades, sino que también debe adelantarse… tiene un papel prospectivo».

—¿Se diferencian mucho los compromisos del periodista y el político?

—Las responsabilidades del político y del periodista son distintas, pero definitivamente en el ámbito social han de trabajar por el mejor entendimiento y la elevación de la calidad de vida.

«Creo que con mi trabajo he ayudado a los ciudadanos, pero de lo que quizá no se han dado cuenta es de que también he ayudado a las instituciones, y al país. Porque lo que me interesa es que la nación sea más plena, que las personas sean mejores y las instituciones sean más eficaces».

—A veces da la impresión de que las autoridades y las instituciones no respetan, no le dan el lugar que merece el periodista, a sus juicios, a su trabajo. ¿Cuáles son sus experiencias en este aspecto?

—Mi experiencia me dice que hay mucho de verdad en eso… yo… —frena en seco su discurso; frunce el ceño— ¿Esto es para una tesis o para un…? ¿Para qué?... (Explico mi finalidad. Asiente brevemente. Rencadena su discurso). Sí creo que muchas veces el periodista no sale bien parado o sufre mucho, tratando de ser útil, y en ocasiones no existe la comprensión en la sociedad cubana… Para mí, a pesar de lo que se diga, no hay una comprensión del papel del periodista en la sociedad.

—Y para usted, ¿cómo debe ser un periodista?

—Primero debe ser una persona comprometida con la sociedad… Para mí sí tiene que ser revolucionario… Yo no creo en Periodismo «de oposición».

«¡Ah! ¡¿Y qué es ser un periodista revolucionario?! -esta es una diferencia que tengo con otros colegas-: ser leal; pero la lealtad no implica hacerme el de la vista gorda o repetir lo que todo el mundo dice.

«Lo que hace falta es procesar todas las situaciones desde la complejización, la problematización. A ver, te pongo un símil: yo quiero mucho a mi mamá, y como la quiero la critico para que se vista más bonita, para que reconozca sus errores, para que sea mejor… ¡ese es el papel del periodista en nuestra sociedad!

«Yo tengo mi concepción muy particular de la prensa: tiene que ser el pelotón de avanzada que se adelante a los hechos; que vea cosas más allá. Alertar. Pero esa no es la noción que tiene mucha gente… Lo que se practica es el venir atrás… Y repetir.

«El periodista nunca puede ser un burócrata, bajo ningún concepto. Estoy montado en el mismo barco que el pueblo, ¡pero mi papel es otro!; y no tengo que asumir miméticamente la visión de las instituciones; ¡stop! soy un puente entre la ciudadanía y las instituciones».

ACUSE

 

Al hablar con Pepe no podía dejar de mencionar su sección Acuse de Recibo, del diario Juventud Rebelde. Una columna donde los ciudadanos, a través de misivas, denuncian la actuación corrupta, de indolencia y la mala calidad del trabajo de ciertas instituciones estatales. A veces las peleas son encarnizadas, y tocan las puertas de oficinas en las instancias superiores del gobierno. Acuse… lleva más de una década de trabajo continuado, y como me contaba un favorecido de la sección: «Pepe ha resuelto más que muchos funcionarios en el país».

José Alejandro me cuenta que los problemas que llegan a Acuse son muchos.

—Si los clasificara por temática los que más leo son respecto a la vivienda, relacionados con los acueductos, líos laborales, todas son dificultades que tienen una base objetiva. Pero yo prefiero hablarte sobre las "actitudes". Para mí lo que predomina en las cartas a la sección no son los problemas objetivos, sino los subjetivos. ¡Eso es increíble! La manera en que las instituciones abordan los problemas de los ciudadanos es el inconveniente más grave que tiene el país. Si algo he aprendido en esos años con Acuse… es que si no se tiene solución para un determinado asunto no se debe engañar a las personas.

—Defíname Patria.

—Patria, eres tú. Patria no es una entelequia; es la gente que está en la calle: los imperfectos, los protestones, los «bisneros». Patria es todo el mundo… ¡todo el mundo! Porque en los lugares más oscuros siempre se puede encontrar un signo de humanidad. Pienso en las personas que viven en la marginalidad, quizá hasta haya un ladrón entre ellos, pero siempre debemos recordar la línea de Silvio (Rodríguez): "si alguien roba comida y después de la vida ¿qué hacer?"

«Las personas responden a los dictados de la realidad. Cuba necesita el ecumenismo entre sus hijos: trabajar todos juntos por esta Isla es necesario, no podemos separar a la gente…»

—Y Revolución, ¿qué es?

—Es cambiar todo lo que debe ser cambiado… Bueno, todo eso que ya se ha dicho… ¡Pero no decirlo como consigna!, sino estar vigilantes todo el tiempo para transformar en nuestro beneficio el entorno en que vivimos.

—¿Cree que en nuestros medios hay suficiente espacio para la polémica, el debate?

—Existen espacios, pero quisiera que hubiera más.

—¿Ha sentido el peso de la censura en algún momento?  

—Sí, cómo no. Censura hay dondequiera, en todos los países.  A veces aquí he sentido más censura de la que se quisiera, pero no por eso dejo de querer a mi sociedad con todos esos defectos… Pero, explícame tú ¿dónde no hay censura? La hay más sutil, otra más burda…

—También autocensura, le digo.

—Ajá.

—¿Qué le sobra a nuestro periodismo?

—Le sobra retórica, propaganda, consignismo.

—¿Y qué le falta?

—Indagación en los asuntos de la realidad, en alguna manera, no es una generalidad tampoco.

A ESTAS ALTURAS...

—Si dijera que en algún momento el proceso revolucionario desestimó la crítica, trató de silenciarla, ¿qué me respondería?

—Que sí.

—¿Y cómo percibe hoy el panorama?

—Diferente. En otros momentos que he vivido yo sí sentí la desestimación. Te confieso que para mí Cuba es un gran laboratorio para las izquierdas y hubo instantes en que "otras" opiniones eran mal vistas. Te hablo desde lo que he visto "abajo", no de "arriba", porque siempre he estado "abajo".

«Por mi parte sí creo en que la crítica constructiva es una buena herramienta para alimentar a nuestra Revolución… Y sí, también creo en el Periodismo como arma de combate. ¡Y es más!: si el periodista no usa su arma de combate –que es alertar de los problemas, avizorar lo que no ha visto el gobierno, las instituciones- no es Periodismo lo que se hace.

«No me siento victorioso desde mi posición como periodista… Te voy a decir algo: a veces se han resuelto muchos problemas, pero el periodismo no cambia la realidad en ningún lugar; ni en los Estados Unidos, ni en Noruega, ni en las Islas Seychelles. ¡El periodismo promueve estados de opinión pero no cambia la realidad! Por mi parte seré siempre un inconforme con mi trabajo».

—¿Qué le motiva a hacer periodismo?

—¡Dime tú!, preguntarme eso a estas alturas. Mira, cuando yo escogí la carrera no sabía a ciencia cierta lo que era el periodismo. Hay una parte que es vanidosa: tienes la oportunidad de conocer lo que otros quisieran, aventurarte intelectualmente; pero lo que hace grande a un periodista es la capacidad que tiene de retratar e influir sobre la sociedad.

—¿Cree que las altas instancias del país, el gobierno escuchan los reclamos que desde el periodismo se esgrimen?

—Sinceramente creo que sí… Pero las altas instancias están conformadas por seres humanos. Y a veces los problemas del país tienen por raíz el control muy centralizado, vertical. Esta es una situación que se está revirtiendo, para bien. Ya dentro de unos años los asuntos de una cafetería en cualquier esquina habanera no le competerán directamente al Ministerio de Comercio Interior.

«La excesiva centralización de la sociedad cubana ha sido uno de los temas que más ha golpeado a nuestro pueblo. ¡Hasta para dar una explicación hay que pedir permiso "de arriba"! Pero ese panorama va a cambiar, porque a los gobiernos municipales se les va a dar mayor potestad, y tendrán que administrar con mucha sabiduría los recursos que tienen.

«Y el periodista puede ayudar a trazar los rumbos de este país con mucha humildad, responsabilidad y con una visión colectiva, nunca individual… ¡Claro!, siempre y cuando nos ayuden a ayudar».

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