Después de cincuenta años, el béisbol, la luz en la vida de Pedro Chávez

Después de cincuenta años, el béisbol, la luz en la vida de Pedro Chávez
Fecha de publicación: 
12 Enero 2012
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Como el sol resplandeciente en un amanecer veraniego, no puede ser de otra manera para quien ha dedicado más de 60 años de su vida a la pasión de Cuba, el béisbol. Pedro Chávez González, a los 75 años, aún conserva esa entrega y agresividad que lo caracterizó en sus tiempos de pelotero activo.

 

Así, en el aniversario 50 de la pelota revolucionaria, con su hablar pausado y en conteo, comenzó a hacerle swing a mis interrogantes, y conectó sobre 300, como en la IV (333) y VI (318) series, en las que se proclamó campeón de bateo con los equipos de Occidentales e Industriales, respectivamente.

 

¿Cuándo lo iluminó esa luz beisbolera por primera vez?

A los siete años, nací en la finca Santa Rita, en las inmediaciones de San Antonio de los Baños. Colindante con mi casa había un señor amante de la pelota, con un terreno en su propiedad. Cada vez que tenía un chance me llegaba hasta allí, él sacaba un bate, una pelota, un guante y me fongueaba. A los 13 ya integraba la novena de su finca, y a los 15 comencé a jugar en la Liga Unión Atlética de Cuba, luego en la de Quivicán y por último en la de Pedro Betancourt. Mi hermano mayor me ayudó en aquel comienzo, en el que me desempeñé en el campo corto, tercera y jardinero izquierdo.

 

¿Cómo llegó y en qué condiciones se jugó la I Serie Nacional?

Fue duro, antes del 59 los amateurs teníamos que buscar el tiempo para alternar el trabajo con la pelota, solo los profesionales se dedicaban por completo al béisbol y aquellos de nosotros que incursionaran en alguna liga profesional eran declarados como tal.

Con la Revolución, el Estado se ocupó mucho del deporte, Fidel habló sobre la necesidad de eliminar el profesionalismo, teníamos el temor de satisfacer a la afición, pues Almendares, Habana, Cienfuegos y Marianao tenían mucho público. Así, hombres que habíamos jugado en otras ligas fuimos capaces de llenar los estadios con nuestro amor a la camiseta y entrega en el terreno.

 

Antes, algunos de nosotros participamos en los III Juegos Panamericanos de Chicago, en el mismo 1959 y asistimos al Mundial de Costa Rica, en 1961, del cual quisimos regresar al conocer de la invasión a Playa Girón. Recuerdo que entonces nos dijeron que cada miliciano debería defender su trinchera, y así lo hicimos en la nuestra.

 

Regresamos con el primer título mundial de la pelota cubana.

Volviendo a la I Serie, recuerdo que jugué right field, pues Edwin Walters, muy bueno por cierto, era el jardinero izquierdo. Tuve la dicha de ser campeón con Occidentales en aquella temporada y luego en dos de las cuatro consecutivas con Industriales, equipo por el que aún sufro y gozo.

 

¿Y después de aquel despegue?

Desde el inicio tuvimos muy buena acogida, más tarde se fueron construyendo estadios en todas las provincias, el Estado nos otorgó licencias a muchos de nosotros para jugar y eso facilitó el acceso, además de que a varios entrenadores profesionales les ofrecieron trabajo, aceptaron y fueron de gran ayuda. Entonces no había tantos fundamentos técnicos como ahora, pero sí muy buenos peloteros que llenaban los estadios.

Siempre fui un pelotero de mucha garra, al término de cada partido ya pensaba en el siguiente, mi estilo agresivo me causó varias lesiones y producto de eso de los jardines tuve que pasar a la primera base. No era rápido por naturaleza de home a primera, pero sí doblaba bien en las almohadillas.

 

¿Un lanzador incómodo y otro al que le conectara con holgura?

Incómodo, el derecho Modesto Verdura, era rápido y además poseía buena curva y slider, recuerdo que me dominó 27 veces consecutivas. En cambio el camagüeyano Francisco "Pancho" Milián no tenía lanzamiento para ponerme out. Muchos dicen, claro atendiendo a su cclase, que le bateaba bien a Manuel Alarcón.

 

A su juicio los inicialistas y peloteros más completos…

En la inicial Agustín Marquetti y Antonio Muñoz, combinaban con excelencia el bateo y la defensa, y los más completos a mi juicio Antonio Pacheco, Omar Linares y Víctor Mesa.

 

¿De su experiencia como manager?

Muchas, la mejor de todas en 20 años haber dirigido a mis compañeros Urbano González, Antonio Jiménez, Ricardo lazo y Tony González, entre otros, además de excelentes peloteros como Javier Méndez, Armando Capiró, Juan Padilla, Santiago “Changa” Mederos, Pedro Medina, en fin, fueron tantos… algunos incluso también fueron mis discípulos en diferentes elencos Cuba.

 

¿Con tanta pelota no tuvo herederos en la familia?

Estuve inculcándole a uno de mis nietos, de grandes perspectivas y con desarrollo hasta la categoría 13-14 años, pero luego descubrimos que no le gustaba, y lo que no nace no crece. Perdió la motivación.

 

Momentos memorables tras tantos años de béisbol…

Muchos, el primero antes de la I Serie, cuando en 1957 me llevé la triple corona en la liga de Pedro Betancourt… Jugué ocho campañas en el clásico nacional pues llegué tarde, con 26 años... La amistad entrañable con Urbano González y Jorge Trigoura, nos conocíamos de las ligas de Quivicán y Unión Atlética, siempre andábamos juntos. Una vez  le pregunté a Raúl “Guaguita” López el porqué de su brazo “jorobado” y me contestó: tú crees que son pocas marañas las que he tirado para el home… Y lo más importante, disfrutar todo este tiempo y lo seguiré haciendo, cada buen juego de pelota. Aún es una luz que ilumina mi vida.

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