Volver siempre a Fina
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Poemas por siempre en el corazón son estos de Fina García Marruz pertenecientes al libro Créditos de Charlot, que mereció el Premio de la Crítica auspiciado por el Ministerio de Cultura a los diez libros más destacados en 1990. En esa ocasión tan especial el lauro se otorgaba a una obra editada en forma artesanal en nuestro país y cuya tirada no rebasaba los 200 ejemplares.
“La empresa -verdadera aventura de la invención- correspondía al colectivo de creadores reunidos en torno a Ediciones Vigía, entidad patrocinada por la Dirección de Cultura de la Ciudad de Matanzas. Fina García Marruz, Premio Nacional de Literatura 1990 y autora del inusual cuaderno de poemas, revalidaba una vez más su alta jerarquía en el movimiento lírico cubano del presente siglo…
La poeta falleció en su ciudad natal, La Habana, el 27 de junio de 2022. Cuando Cuba celebra una vez más y como cada año la fiesta de las letras que es la Feria Internacional del Libro, hay que volver siempre a Fina, a su poderosa luz y sus versos:
LUCES DE LA CIUDAD
Es con ustedes
altos caballeros
los del bombín ceremonial
los disfrazados
de siempre:
es con ustedes
Cuidado
con la ceremonia
fijarse antes
que
al develar la estatua
hay un mendigo allí, durmiendo.
LOS ZAPATOS DE CHARLOT
Los zapatos de Charlot
me conmueven más
que los que pintó Van Gogh.
El desgaste diario (borde grueso) autónomo
anonimato del dolor
que se curva ligeramente hacia arriba
como una sonrisa.
El pillete callejero, la esquina
por la que dobla el perro, ya no más
/solitarios.
EL PAYASO GORDO
El payaso gordo
el bueno
nadie se ha fijado en él
a nadie
intentó fascinar
con mentirosas bellezas
propias
sabe caerse
bien
y rebotar de un salto
y por eso
ríe de ese modo
que aman sólo los niños.
ESCOJO ESE MOMENTO
Escojo ese momento
en que el vagabundo lee y fuma como gran señor
aprovecha el hueco de la colcha
para meter la cabeza
y deja que el resto ruede por sus hombros
como un manto de rey.
Después, ya es fácil lo demás, lo fútil
meter los pies en las chinelas
de las botas destrozadas,
y, como quien condesciende, descender del
/estrado
para comer.
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