Mannschaft: Contundencia y tradición se acuñan con cuatro goles
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Sobre la grama del Fonte Nova en Salvador de Bahía, 11 Bethoven vestidos de blanco. Joachim Löw con una varita desde el banquillo, incluso desde los vestidores antes, tejiendo filigranas. Una maquinaria, el muro inexpugnable de Juego de Tronos, la magia y la contundencia. Y como muchos se han atrevido a decir, Alemania siempre es contendiente.
Por su fútbol, la tradición y su movilidad sobre la cancha, cubrió una nube blanca todo asomo de pretensión de Portugal y los arrolló con soberbia goleada de 4-0. Más allá de las repentinas bajas de Hugo Almeida y Coentrao por lesión, más allá del intempestivo proceder de pepe y el desenfundar precipitado de la roja del imparcial Mazic Milorad. Sencillamente pudo más el peso de la historia y las genialidades del fútbol, para acuñar con todas las de la ley el cartel de temibles que precedía a los teutones, capaces de perforar las redes rivales en 36 ocasiones durante su eliminatoria mundialista europea y de sellar su décima sonrisa frente a tres deslices y cinco empates en su pulso particular con los lusos.
Un estreno a la usanza del de Sudáfrica 2010, cuando le endosaron los mismos cuatro goles a Australia, pero ojo. Los alemanes no deben de embriagarse con su victoria ni su opulencia goleadora, pues gracias a las interesantísimas estadísticas de Misterchip en twitter los germanos han iniciado con cuatro o más goles su andadura mundialista desde Korea-Japón 2002 y… nada de alzar la copa.
Pero el éxtasis de la victoria hay que aderezarlo. Señalar que para los lusos significó su peor derrota en estas instancias, que en la era de la estrella Cristiano Ronaldo, en extremo solo en el firmamento verde del Fonte Nova, no les sucedía algo parecido desde aquel 2-6 que le propinó Brasil en el 2008.
Y es que poco podían hacer ante tamaña sinfonía teutona. Kross, portaestandarte en la cancha, Müller y Götze, acompañando a la perfección con “piano” y “chelo”. Lahm y Khedira multiplicados en la contención. En fin, ajuste milimétrico de sus líneas que se antojaron demasiado para la interconexión y soledad de la tropa de Paulo Bento. Ronaldo, en sus esprintadas por la izquierda sin poder superar a Boateng, Mertesacker, Höwedes y Hummels, cuatro centrales en custodia inmaculada de la cabaña de Neuer.
Oda a Müller, hat trick, dispuesto, al menos en este comienzo a pugnar por la bota de oro que le deparó Sudáfrica 2010, cuando anidó cinco Jabulanis en redes contrarias. Hoy hizo de todo. Demostró su sangre fría en el cobro del penal y pese a no ser un delantero centro nato, dio muestras de tener el tino exacto si de colocarse en el lugar y momento indicado en el área se trata. A sus 24 años, con 1.86 metros de estatura, 50 partidos internacionales y 20 goles con la selección Müller está llamado a hacer historia.
El delantero del Bayern Munich se convirtió en el tercero de su país en sumar ocho goles en 7 (o menos) partidos de Copas del Mundo: Helmut Rahn, Gerd Müller lo capitalizaron antes. Otra suya: sexto alemán que logra un hat-trick en semejantes instancias, tras Conen, Morlock, Gerd Müller (2), Rummenigge y Klose.
Sencillo señores. Alemania sueña, tiene sed y está dispuesta a saciarla. La religión del fútbol tiene a millones de devotos que rezan en el idioma del rojo, blanco y negro. Hablan y le construyen altares a Müller y compañía. Hoy la llave G tiene un nombre. Alemania. ¡Qué atinado estuviste Gary Lineker! En fin, contundencia y tradición se acuñaron por ahora, con cuatro goles.
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