La gran tragedia afgana

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La gran tragedia afgana
Fecha de publicación: 
24 Mayo 2014
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Suena a singular, pero son muchas las tragedias que agobian a este maltratado, agredido y ocupado país, uno de los más pobres del planeta.

Todas son malas, una más o tanto como las otras, aunque ahora sobresale la falta de ayuda a las miles de víctimas del gigantesco deslizamiento de tierra en una amplia e intrincada zona montañosa.

Imposible la presencia de antigubernamentales y ni hablar de las huestes extranjeras, especializadas en cercenar vidas mediante el método de tierra arrasada.

En Afganistán, las tropas de EE.UU. están obligadas por ley a garantizar las necesidades vitales de la población civil. Sin embargo, cientos de miles de ciudadanos afganos, sobre todo mujeres y niños, no tienen para comer. Esto no es solo en las regiones rurales, sino también en Kabul, que, supuestamente, está bajo control de las fuerzas militares extranjeras.

         
De cualquiera que resulte presidente en la segunda vuelta de los comicios presidenciales en junio, tampoco se puede esperar nada bueno, porque, mientras admiten que la agresión del 2001 obedeció solo a intereses propios norteamericanos, como parte de la falsa batalla de la “guerra contra el terrorismo”, no quieren que las tropas de EE.UU. abandonen el país, porque el régimen no podría contener las luchas entre facciones, mercenarios podrían ingresar de cualquier parte y Afganistán se convertiría en otra Siria.

 
Por supuesto que Estados Unidos no abandonaría militarmente a la nación, porque ya tiene acondicionadas nueve bases con modernísimo armamento para unos 10 000 soldados, además de que la Agencia Central de Inteligencia seguiría asesorando y proveyendo de todo tipo de pertrechos a una cada vez más fuerte inteligencia local.

      
Lo más notorio de esto es que las bases están enclavadas en las cercanías de zonas donde en el 2010 se descubrieron ricos yacimientos minerales, valorados en cerca de un trillón de dólares, que podrían alterar fundamentalmente la economía afgana y el plan de guerra en el país.

De ahí que se trate de mantener a raya a los talibanes, infiltrar y comprar conciencias hasta ahora supuestamente antinorteamericanas y llamar al futuro gobierno a una lucha contra la corrupción interna que le deje manos libres a la externa.

Según publica el diario estadounidense The New York Times, el yacimiento incluye vastas vetas de hierro, oro, niobio y cobalto. Tal es la magnitud del descubrimiento que la industria afgana podría transformarse en una de las más importantes del mundo.

Un memorando interno del Pentágono, por ejemplo, dice que Afganistán podría convertirse en la "Arabia Saudita del litio", una materia prima clave en la fabricación de baterías para ordenadores portátiles y Blackberries.

Aunque se podría tardar años en desarrollar una industria minera, el potencial es tan grande que los funcionarios y ejecutivos de la industria creen que podría atraer grandes inversiones, ofreciendo la posibilidad de puestos de trabajo que podrían desviar la atención de la guerra.

La explotación del yacimiento, efectivamente, llevaría años, pero de lograrse significaría un avance más que significativo en el desarrollo de la economía afgana, hasta el momento sustentada en el comercio del opio, permitido, protegido y explotado por la alta oficialidad norteamericana, enriquecida con el lucrativo negocio. 
                          
En cuanto a la guerra, el Gobierno estadounidense se muestra cauto, ya que el descubrimiento podría convertirse en un arma de doble filo, ya que Por un lado, la Administración Obama espera buenas noticias que podría llevar a los talibanes a luchar más ferozmente por el rico territorio.

Los yacimientos se encuentran dispersos por todo el país, incluso al sur y al este a lo largo de la frontera con Paquistán, donde se han mantenido algunos de los combates más intensos en la guerra iniciada y encabezada por Estados Unidos contra la insurgencia, acompañada por ataques indiscriminados de la aviación sin piloto o drones, que han segado miles de vidas de inocentes civiles.

Otro de los problemas es la corrupción, cada vez más extendida en el saliente gobierno de Hamid Karzai, y que podría crecer aún más con el nuevo hallazgo, sobre todo si un pequeño grupo de oligarcas, unidos al que resultara presidente, se hiciera con el control del yacimiento.

 
Pero estimo que los magnates norteamericanos, los verdaderos “dueños de los caballitos”, solo les dará migajas de la explotación a sus hasta ahora subordinados, otro punto que se suma a esta gran tragedia que asola al pueblo de Afganistán.

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