¿Se va Pestano o no?
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La primera vez que lo vi hablar sobre el tema fue en 2010, y en ese momento dijo que se concentraría en la carrera de su hijo, pero meses más tarde me dijo personalmente que de eso nada, que seguía.
Realmente no había muchas razones para pensar en un adiós, como no sea el cansancio propio de las casi dos décadas que por entonces tenía en Series Nacionales, pues su estado de forma no indicaba un franco declive.
De ahí en adelante, casi siempre antes de comenzar un campeonato volvía a rondar la duda, y el enmascarado villaclareño no siempre era claro en sus palabras.
Este año, quizás como resultado del enojo momentáneo, dijo que dejaba el béisbol luego de ser apartado de la preselección cubana al III Clásico Mundial.
Afortunadamente, fueron muchos los que le pedimos un esfuerzo más, y vaya si rindió sus frutos, pues terminó el campeonato con el título y siendo el héroe con su batazo con las bases llenas en el choque final, similar en importancia al que le dio a sus parciales el último trofeo que adornaba sus vitrinas, aunque con unas cuantas decenas de metros y potencia menos aquel de 1995.
Lógicamente, volvió a salir el tema del retiro, y hasta la dirección técnica de Villa Clara le dio un tiempo para que pensara bien sobre su futuro, el cual sigue sin un punto final definitivo, porque eludió el tema frente a las cámaras de televisión, incluso tras escuchar el sabio consejo de Germán Mesa.
Personalmente creo que ya no tiene nada más que buscar en la pelota cubana, con sus brillantes actuaciones en Juegos Olímpicos, Campeonatos y Clásicos Mundiales, Juegos Panamericanos, etc. Eso en cuanto a sus metas deportivas, pero en lo personal, es hora también de pensar en la familia, que tanto sufre alejada de su ser querido mientras este se encuentra casi todo el año de provincia en provincia.
Si a esto se suma que, digan lo que digan, algo hay contra él en las altas esferas de la Comisión Nacional, pues entonces está casi cantada la jugada, y el mejor catcher cubano de las últimas décadas puede colgar los arreos en la cresta de la ola, sin arriesgarse a un nuevo fracaso. En Cuba, en México o en Japón, Pestano haría mejor buscando otras metas; aquí ya puso el cuño como un grande, y como un grande debería decir adiós.
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