Una vez le comenté a un colega que el remero Ángel Fournier (31 de diciembre de 1988) llegaría lejos. Mi intuición no falló desde aquella primera vez que conversamos en el canal José Smith Comas del municipio Caimito, actual provincia Artemisa. Entonces tenía fresco en la memoria su título de los XVI Juegos Panamericanos de Guadalajara en el single scull (7:02.94) y el anhelo de la clasificación olímpica dejaba de ser una quimera.

Ahora poco menos de dos años después explotaron definitivamente sus potencialidades, esa excelente combinación de juventud y perseverancia, resistencia, capacidad para imponerse ante las adversidades, virtudes que no deben faltarle a ningún exponente de esta disciplina, donde todas las regatas están pactadas a dos kilómetros de distancia entre el starter y la meta. Justamente en el en el lago Chungju Tangeum de Sudcorea, el guantanamero de 24 años detuvo los relojes en 6:48.91 minutos, válidos para escoltar al fuera de serie checo Ondrej Synek (6:45.24), ocho veces medallista universal y doble subtitular bajo los cinco aros en Beijing y la capital británica.

Fournier apeló a todo su arsenal, viniendo de atrás, luego de reaccionar como sexto en la largada y cruzar de último los primeros 500 metros (1:41.97). Paletada a paletada fue descontando las desventajas, dibujando una hazaña. Así cruzó los 1 000 metros en la cuarta posición (3:26.59), los 1 500 en el tercer escaño (5:08.04), y sacó el extra reservado para los grandes para cruzar la meta como el primer antillano capaz de colgarse una presea universal y el único latinoamericano premiado en suelo sudcoreano.

Llegó su hora, el comienzo de una era, la posibilidad de redimirse luego de esfumársele la final olímpica de Londres 2012, —en definitiva culminó séptimo 7:11.17— cuando su progresión y resultados previos lo colocaban en posición de posible medallista.

Sobre todo por la forma en que había logrado su boleto a la ciudad del Big Ben en la Copa del Mundo-Preolímpico de Belgrado: Allí codeándose con la crema y nata se vistió de bronce con crono de 6:53.62, caprichosamente una vez más a las espaldas de Synek (6:47.82) y el británico Alan Campbell (6:51.33), quien tuvo que conformarse con el cuarto puesto en esta ocasión (6:51.44).

Y no lo duden, no se trata de un círculo vicioso, pero la elite del remo se concentra en países de Europa, Australia y Nueva Zelanda. Entre todos ellos este persistente remero de ébano, de 1.90 metros de altura, natural de Caimanera, y quien antes de subirse definitivamente a un bote como su proyecto de vida en el deporte practicó baloncesto y béisbol, halló una brecha. Fiel a una tradición en su modalidad iniciada por Ismael Carbonell y Mayra González, los otros cubanos que estuvieron cerca de coquetear con preseas en justas universales, pero que en definitiva no lo consiguieron.

Así comenzó a tejer su estela el más joven de los finalistas en la cita, quien en este 2013 había materializado bronce en Lucerna, Suiza (6:44.24), una de las paradas del circuito de Copas del Mundo.

Distante de lo que le sucedió en la capital británica Fournier administró sus energías de manera envidiable en las cuatro regatas en las que incursionó: Comandó el quinto heat de las preliminares (7:02.84), luego dominó la segunda manga de cuartos de final (7:00.26), antes de cruzar segundo en la semifinal uno con 7:05.51, a espaldas del Alemán de 36 abriles Marcel Hacker (7:02.05), bien curtido en la cima de la disciplina, plata en Sydney 2000 y siete veces medallista en certámenes del orbe. A continuación les ofrecemos las edades del resto de los finalistas: Ondrej Synek (13 de octubre de 1982), Alan Campbell (9 de mayo de 1983), Roel Braas (11 de marzo de 1987) y Mindaugas Griskonis (17 de enero de 1986).

La batalla está planteada con todos ellos y el neocelandés Mahe Drysdale de cara a los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro 2016. por ahora, salvo a Synek, les va ganando la batalla en cuanto a fuerza y perseverancia a sus rivales. Griskonis y Braas, de seguro intentarán devorar a ritmo de paletadas los canales o lagos en el futuro. Por ahora, Fournier no me ha defraudado.