La columna deportiva: La muerte viaja en moto (+ Fotos)
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“Son las pistas. Si no quieres hacerte mal, quédate en casa”. Esta era una de las frases que solía repetir Marco Simoncelli. Tenía 24 años cuando perdió el control de su moto, durante una curva en el circuito de Sepang, en Malasia. El primer rival, Bautista, pudo eludirlo; sin embargo, otros no y ante la mirada atónita del mundo “Súper Sic”, como le decían sus amigos y fanáticos, engrosó la lamentablemente larga lista de pilotos que han fallecido en una competencia.
Unas semanas antes Simoncelli había subido al podio del premio de Australia, al concluir en la segunda posición y marchaba en el sexto lugar del campeonato, con 139 puntos. En Italia no pocos veían a este joven, de larga melena, como el sucesor del nueve veces campeón mundial, su coterráneo Valentino Rossi. “Il Dottore” iba detrás de Marco y fue uno de los que no pudo evitar el contacto de su moto con el cuerpo caído.
Los paramédicos transportaron al herido urgentemente a una clínica; aunque hubo controversias en este procedimiento, pues las cámaras de aficionados mostraron la ineficiencia de los agentes que llevaban a Marco. No hubo maniobras de inmovilización de la columna vertebral y, en un traspié, los camilleros y el piloto rozaron el piso.
De cualquier forma, el mal era inevitable. De acuerdo con el equipo médico, al llegar al lugar el corredor estaba inconsciente. En la ambulancia le realizaron la resucitación cardiopulmonar y en la clínica lo intubaron para sacar sangre del tórax. Ningún esfuerzo dio resultado y después de 45 minutos consecutivos de reanimación, los doctores se dieron por vencidos.
El padre de Simoncelli fue de los más afectados por la tragedia y de los pocos que vio de cerca el atropellado movimiento del cuerpo de su hijo hacia la ambulancia; no obstante, quiso zanjar cualquier tipo de controversia. “Dejemos los errores sobre los errores. Ya estaba prácticamente muerto sobre la pista. No se podía hacer nada por él”, aseguró.
En su corta vida Simoncelli alcanzó excelentes resultados. Comenzó a correr desde edades muy tempranas y se proclamó campeón de Italia, en los 125 centímetros cúbicos (cc) y de Europa un año más tarde, en el mismo cubicaje. Su carrera fue en un rápido ascenso y en 2008 logró el título mundial en los 250 cc. Esto le abrió las puertas a la máxima categoría: MotoGP.
La habilidad del italiano para pilotear su moto influyó en la promoción y también la agresividad con que enfrentaba cada carrera. Algunos rivales lo criticaron por ciertas maniobras poco ortodoxas sobre la pista; sin embargo, nadie nunca puso en duda la calidad de Simoncelli.
Un año atrás el Mundial de Moto 2 quedó conmocionado por la muerte del japonés Shoyo Tomizawa, en el circuito de Misano, en Italia. El asiático también perdió el control en una curva donde las motos alcanzan una velocidad superior a los 230 kilómetros por hora y los dos pilotos que le seguían lo embistieron. Hubo una investigación de ese incidente-como de seguro la habrá con el caso Simoncelli-; pero en las conclusiones se aclaró que no era un problema técnico de la moto, ni tampoco de la pista.
Una idea diferente salió de la pesquisa sobre el accidente del también japonés Daijiro Kato quien murió, en 2003, como consecuencia de las heridas sufridas al chocar contra un muro, en el circuito de Suzuka. Los organizadores del Mundial de MotoGP reevaluaron la pista y los japoneses tuvieron que modificar el trazado, porque era inseguro.
Entonces, ¿cómo evitar nuevas muertes en el motociclismo? En la misma medida en que las máquinas se perfeccionan lógicamente aumenta la velocidad. Por tanto, crece el riesgo; aunque también las nuevas tecnologías apoyan al corredor y los trajes y motos están equipados con sensores para responder a situaciones de emergencia.
Desde el centro de operaciones de la carrera actualmente se puede cortar el encendido del equipo y vigilar el agarre de los neumáticos; sin embargo, ningún adelanto científico parece capaz de impedir que un piloto adopte una decisión errada.
El español Dani Pedrosa tenía razón cuando escribió, en Twitter, sus sentimientos ante el fallecimiento de Simoncelli: “a veces nos olvidamos de lo peligroso que es esto. Son cosas que no deberían suceder”. Es cierto, no deberían suceder; pero una vez más el deporte con motor tiene que lamentar una muerte y quizás lo peor sea la incertidumbre no de saber qué hacer para evitar otra amarga experiencia como la vivida en Sepang.
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