Una cubana de la gloria deportiva al éxito musical

Fanny Tachín es una rubia poco convencional: campeona panamericana de kárate y líder de dos bandas de metal pesado, ningún estereotipo aprisiona a esta cubana del siglo XXI. A Fanny le gusta proponerse desafíos y superarlos: aprendió a tocar el bajo solo para demostrarle a un exnovio que podía armar su propia banda de música.

En solo cuatro meses reclutó a una guitarrista, una tecladista y una baterista, y con el vocalista Giovanni Milhet comenzó a ensayar en 2001, y escogieron el nombre de Hipnosis: una sola palabra, pegajosa y que funcionaba en idioma español y en inglés.

Su piquete mezcla diferentes estilos como el heavy metal, trash metal, doom y gótico, amén de versionar otros clásicos del género, y atreverse incluso con el Confutatis de Mozart.

Para ese tema contaron con las cuerdas de la Orquesta Sinfónica Nacional de Cuba, la agrupación vocal Sine Nomine y bailarines de Danza Contemporánea de la Compañía Rosario Cárdenas.

"Siempre hemos tenido muy en cuenta nuestra imagen. Además, es un mito que los rockeros siempre anden sucios o vestidos de negro. El color es lo de menos", precisa la bajista.

En los escenarios sabe transmitir la rudeza de su género musical, pero cara a cara es femenina, sensual y hasta coqueta, como revela el olor a canela que desprende su maquillaje.

Atraído por algo más que un truco femenino, Prensa Latina dialogó con la bajista de las bandas Hipnosis y Suffering Tool sobre el reto de ser mujer en el mundo del rock, en un país tan salsero como Cuba.

La conversación fluyó entre risas y saludos -Fanny es muy popular entre veteranos y principiantes- en el antiguo cine Maxim, cuartel general del rock cubano desde el cierre del Patio de María.

Quien la ve en escena, ondeando su cabellera rubia y amenazando al auditórium con sus ojos claros, jamás podría imaginar a esta Fanny sociable, amante de las patinetas y para nada hosca.

¿Cómo es la vida de una roquera cubana?

"Normal, es una cuestión de actitud, no de género. A mí me gusta trabajar, proponerme proyectos nuevos, llevarme al límite. Además de Hipnosis y Suffering, hice punk en la banda de un amigo, o sea, tres proyectos paralelos, no tenía tiempo para más. Pero me gusta crear, trabajar mucho. Durar tanto como los Rolling Stones".

¿Qué te seduce de las variantes más duras del rock?

"La música fuerte va con mi personalidad. En la modalidad brutal, por ejemplo, la técnica del cantante es diferente, gutural, ruda. Y que me digan loca, pero yo encuentro una particular belleza en eso, aunque para muchos sea ruido y nada más".

"Yo comparo el metal con el deporte. Siento una emoción intensa cuando veo desde el escenario al público vibrar, saltar, gritar. Es como ganar nuevamente un medalla de oro, como marcar una kata bien dada".

¿Dónde te gusta tocar?

"Tenemos bastantes seguidores, increíblemente. Santa Clara es una plaza fuerte, por ejemplo. Hay festivales como el Brutal Fest, donde Hipnosis suena suave, aunque parezca mentira. Por eso creé Suffering Tool, para poder probarme en sonidos más extremos".

¿Cómo ves el rock en Cuba actualmente?

"Vivimos un buen momento. Durante un tiempo el rock se estancó, y de pronto han salido una gran cantidad de bandas de muchachitos jóvenes a garantizar el futuro y defiendan esta cultura. Muchos van a mi casa a preguntarme como armar y llevar un grupo. Me satisface que tanta gente siga nuestro trabajo, que es bastante agotador".

¿Qué significó para ti El Patio de María?

"Aquella fue nuestra casa, y los roqueros fuimos una familia. El espíritu del Patio de cierta manera pervive en el Maxim, aunque le falte cierto ángel, por decirle de alguna manera. Tengo recuerdos lindísimos y me da tremenda nostalgia saber que ya no existe. Lo hablo con otros y piensan lo mismo".

¿Y por qué no tienes un tatuaje?

"Porque mi mamá no me deja", confiesa y estalla en una carcajada, lista para subir a escena, a romper tímpanos y clichés sobre la mujer cubana.

*Periodista de la redacción de Cultura de Prensa Latina.