Fin del mundo, pero los mayas tienen otros problemas
especiales
Pese a la reiterada expectativa alrededor de un augurio sobre el fin del mundo, hoy los descendientes de los mayas tienen otros problemas más terrenales, como dar de comer a sus hijos y buscar empleo.
Mientras una oleada de turistas viaja a las naciones de la ruta Maya para conocer cultura tan antigua, las familias de esa procedencia viven de manera difícil, quizás próximos a término, pero por otras causas, durante esta esperada jornada, para algunos fin de los tiempos.
Varias voces son críticas con referencia al jolgorio, como es el caso de la líder indígena guatemalteca Rigoberto Menchú, quien no ve con buenos ojos tanta hojarasca frente al olvido y la marginación en la que viven los descendientes directos de esos sabios de otros tiempos.
Ella, como algunos investigadores de la cultura mesoamericana, desaprueba que la celebración por el 13 Báktun del calendario maya (fin de una etapa e inicio de otra) tomara tanto vuelo de una manera que desvirtúa lo esencial del ser humano, su espíritu.
Este fenómeno social va mas allá, porque se trata del solsticio de invierno, que lleva festejos en muchas culturas y partes del mundo, como en el monte Rtanj, de Serbia, donde incluso algunos fanáticos ofrecen refugio ante el cataclismo.
En forma de pirámide de mil 565 metros de altura, las leyendas y magia rodean a ese monte, a 200 kilómetros de Belgrado, lugar en muchos casos seleccionado como Base OVNI, cuyos dos hoteles se repletan debido al acontecimiento.
Otras voces ven el lado bueno de la celebración, pues intelectuales mayas guatemaltecos consideraron a su vez que el Oxlajuj baktun o cambio de ciclo en una larga cuenta de cinco mil 200 años de su calendario es ocasión para reivindicar la cultura de ese pueblo.
Retomar la identidad, profundizar en su ejercicio con pleno derecho es el principal aporte. Estadísticas oficiales destacan que el 42 por ciento de los 14,7 millones de guatemaltecos son indigentes de origen maya.
Los mayas en Guatemala, por ejemplo, están divididos en 22 comunidades lingüísticas o etnias con destaque para la Kíché, la mas numerosa con el 28 por ciento; seguida de la qÂ�eqchi, con 19,3 por ciento.
Para el politólogo Ivaro Pop, vicepresidente del Foro Permanente de las Naciones Unidas para Cuestiones Indígenas, la celebración constituye un símbolo y prueba irrefutable de la necesidad de reivindicación y posicionamiento de la identidad colectiva de los mayas.
En la cuerda del turismo y la cultura, el Monumento 6 de Tortuguero en Mérida, México, se apropia de buena parte de los viajeros interesados en la ocasión. Es una lapida de tres piezas rectangulares en forma de T que constituye uno de los documentos mayas atractivos para muchos.
El fragmento de la inscripción encontrada en 1958 en ese sitio arqueológico del estado de Tabasco, sureste mexicano, narra precisamente los principales acontecimientos de una época de poder del 644 al 670 DNE.
Allí el arqueólogo José Luis Romero, del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), considera que las interpretaciones de fin del mundo son tergiversaciones de lo que realmente se plasmó en esa piedra.
Los mayas dividían su calendario en ciclos, en períodos de 20 años o de 400 años; este formato de baktunes, katunes, tunes, winales y kines es el diseño de un calendario que se llama de cuenta larga, que no termina en el baktun 13, sino recomienza, criterio de muchos entendidos.
Sin embargo, mientras unos 200 mil turistas celebran ese Báktun 13 en Guatemala, y otro tanto de viajeros en el resto de la ruta Maya, los descendientes están ocupados en alimentar a sus hijos, en Guatemala y en el resto de los países de ese trayecto: México, Honduras, Belice y El Salvador.
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