El adiós de Luisa, una rubia peligrosa
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Hace solo unos días, y sin mucho anuncio por la prensa, se retiró oficialmente del deporte activo Luisa Medina, quizás la más conocida de nuestras jugadoras de softbol, caracterizada por una maestría admirable en la receptoría y esa belleza singular, calificada cariñosamente por este periodista como una «rubia peligrosa».
Jugaba voleibol en el Consejo Voluntario Deportivo Pepe Barrientos cuando se enteró de que harían un equipo de sóftbol para los Juegos Centroamericanos y del Caribe de La Habana. Estudiaba entonces en el preuniversitario y se presentó a las pruebas, en las cuales le «echaron un cubo de agua fría» cuando le dijeron que no podía jugar el campo corto, uno de sus sueños frustrados.
Regresó a la malla alta, pero el 1 de septiembre de 1981 la volvieron a llamar los preparadores de softbol. Le pidieron que hiciera dos tiros a segunda base desde la posición de receptora y tiró tan duro, que le hinchó el dedo a dos jugadoras. Desde entonces nunca más abandonó la mal llamada bola blanda, hasta el pasado 5 de diciembre, cuando recibió el aplauso de despedida formal en el estadio Juan Ealo, en la Ciudad Deportiva.
Allí faltaron muchas personas que Luisa hubiera querido para un momento como ese. Desde esos ídolos que tuvo en su posición, Alberto Martínez y Pedro Medina, hasta esos amigos y entrenadores que le ayudaron a superar el prejuicio social que representaba en esos años una mujer jugando softbol.
Sin embargo, vistió por 23 años el uniforme del equipo Cuba en eventos internacionales y se convirtió en la deportista cubana más longeva en equipos nacionales, un récord que no se lleva tanto en estadísticas como en el corazón y el esfuerzo de ella, capaz de posponer planes personales y hasta sus pasiones ocultas: la oceanología y la psicología.
Por supuesto, en el minuto de los diplomas y reconocimientos, del agasajo por parte de las autoridades deportivas, pocos recordaron como ella aquel imparable contra Canadá en los Juegos Olímpicos de Sidney 2000. «Es imborrable. Las bases estaban llenas y tenía que darlo. Me preparé para eso. Resultó el único hit que di en el torneo, pero de oro. Representó también nuestra única victoria y la posibilidad de terminar en el séptimo lugar», recordó en una entrevista.
Hace solo unos días, y sin mucho anuncio por la prensa, se retiró oficialmente del deporte activo Luisa Medina. No veremos más detrás del home a la mujer de ojos claros, pelo rubio y sonrisa electrizante, pero su ejemplo es eterno, por ese amor con que jugó por más de dos décadas y todavía recordamos sus admiradores.
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