Un toque para mover al más tieso

Un toque para mover al más tieso
Fecha de publicación: 
22 Octubre 2012
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Toca como si en eso se le fuera la vida, como si buscara levantar de sus tumbas a quienes inventaron -para bien del changüí en Guantánamo y la universalización de la música cubana- el clásico bongó. Ese pequeño dúo de tambores gemelos, popularizado en el mundo por el Trío Matamoros y Benny Moré, es la vida de Andrés Fistó Cobas, alias “Tabera”, uno de los mejores bongoseros de Cuba.

«¿Muchacho, cuándo vas a tocar?», le preguntaban quienes compartieron con él las fiestas changüiseras de su juventud en Guantánamo. No sospechaban, está claro, que el adolescente entonces tímido se convertiría en un maestro del instrumento calificado por el ilustre etnólogo Fernando Ortiz como «la más valiosa síntesis en la evolución de los tambores lograda por la música afrocubana».

Su maestría está en boca de todos en la provincia más oriental de Cuba y tan grande es que a él y a la bailadora Evelia “Bella” Noblet, estuvo dedicado el VI Festival Nacional de Changüí Elio Revé In memoriam celebrado en Guantánamo.
 
Venciendo la parquedad de sus palabras, Cubasí dialogó con este músico cuya edad ronda ya por los 70 años.

Dice que es yaterano y que aprendió a tocar en Casimba, la comunidad entre las montañas donde nació. Allá su tío Sergio Tabera (Chelo) le enseñó a  fabricar los instrumentos y a quererlos como a su otra mitad.

- ¿Cuándo bajó de las lomas para la ciudad de Guantánamo?

- El día que mi madre me informó que nos mudábamos. Yo ni protesté. La nueva casa estaba muy cerca de la vivienda de una bailadora muy famosa de Changüí por los años 50. Se llamaba Tina Mora y todos los sábados y domingos hacía fiestas en las que me colaba.

El sonido de los tambores y los cuerpos moviéndose me tenían encantado. Con el tiempo me volví adicto a ellos. Los amigos siempre me insistían para que tocara, me decían que aprovechara el ambiente y un día lo hice. Cuando le saqué música al primer bongó delante de todo el mundo, me dejaron tranquilo. Yo creo que sé tocar desde la barriga de mi mamá.

Andrés Fistó Cobas, alias “Tabera”, uno de los mejores bongoseros de Cuba.

- ¿A cuántos instrumentos le sabe sacar música?

- A todos los de este género. Yo lo mismo toco el tres, que el guayo o la marímbula. Pero el bongó es mi enfermedad.

- Dicen que usted tiene un estilo peculiar con los tambores…

- Sí, dicen eso, pero debe ser porque yo me puse a aprender a tocarlos solito, en la casa, y así fui creando, inventando mi propia fórmula rítmica. Fíjate si es así que la mayoría de los bongoseros actuales me dicen «maestro».
Yo te digo que pude haber sido cocinero, albañil, tintorero o carpintero, oficios que aprendí de joven para sobrevivir los malos tiempos, pero lo mío es la música.

- ¿Cómo se llama su agrupación musical?

-  Es el Grupo Changüí Guantánamo. Lo fundó el investigador y compositor Rafael Inciarte Brioso el 11 de agosto de 1945. El año en que termina la II Guerra Mundial. Integramos el grupo tres personas. Yo me integro en 1978. Soy uno de los más viejos que queda. El formato de la agrupación está integrado por Carmelo Irve Suterán que toca el tres, las maracas son de José Antonio Moreaux Jardines, el cantante es José Andrés Rodríguez Ramírez, la pareja de baile está formada por Marlene Fernández Parada y Agustín Martínez Savón, y yo.

- ¿Dónde se han presentado y se presentan?

Con ellos he estado por toda Guantánamo. También varias veces hemos participado en el Festival de la Trova “Pepe Sánchez” y ya viajamos a Inglaterra, Francia, España, México... La primera gira que tuvimos juntos fue en 1989 a Nueva York, en Estados Unidos.

En algunos de esos conciertos internacionales tuve oportunidad de compartir el escenario con Pancho Amat, Compay Segundo, Omara Portuondo y la Aragón. De eso estoy muy orgulloso.

- ¿Quién escribe las canciones que interpretan?

- Yo mismo, que también soy compositor. Me inspiro en cualquier detalle de lo que me rodea. Tengo más de 50 letras de canciones en el repertorio del grupo.

Es un maestro del instrumento calificado por el ilustre etnólogo Fernando Ortiz como «la más valiosa síntesis en la evolución de los tambores lograda por la música afrocubana».

- ¿Alguna que haya marcado pauta entre los amantes del Changüí?

- Claro. Te puedo mencionar “No quiero mujer caprichosa”, que ha tenido mucho éxito, aunque también está “Hay un no se qué”. Esa sí es muy tarareada y me gusta porque me inspiré en el bongó que me apasiona. Te diré un pedacito. Dice así:

Hay un no se qué
Yo no sé por qué
La gente está comentando
cuando escuchan mi bongó
Yo no sé por qué
Traigo un bongó del monte adentro
No es muy fácil de tocar
Que dice cosas
Maravillosas
Para cubanchar.

- ¿Y porqué si tanto le gusta el bongó, y es uno de los mejores tocadores de ese instrumento… últimamente se le ve con la marímbula?

- Es en honor a José Olivares Pérez (Nino), un amigo. Nosotros nos conocimos en las fiestas changüíseras hace más de 40 años y fue casi como un padre para mí. Por eso cuando murió me prometí que tocaría el instrumento que más le gustaba a él, la marímbula. Es un sacrificio, pero la amistad lo vale ¿no?.

-Según su experiencia, ¿qué es lo que no debe faltarle a todo buen changüisero?

- Ensayo, mucho ensayo. Eso no está de más en ninguna agrupación que se respete porque ahí es donde se corrigen los defectos. Nosotros tenemos experiencia y aún así todos los martes y jueves, de 9:00 a 11:00 de la mañana, sin falta, nos reunimos en la Casa del Changüí para practicar los números.

- ¿Qué significa para usted, en una palabra, este género musical?

La vida.

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