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Yo soy optimista por naturaleza, sino no me hubiera pasado casi 30 años trabajando en Salud Pública por un sueldo indecoroso. Mi optimismo me llevaba a pensar que algún día podría vivir de mi trabajo. Pero como dice Armando Amieva, hasta nuestros dirigentes están acabando con ese optimismo. Cada vez que se pone una resolución o ley, es para que nos alcance para menos, aumente la especulación y con ella la inflación. Así es imposible ser optimista. Comenzaron y aumentaron los pagos por años de trabajo en Salud Pública y Educación. El optimismo se fue al piso desde el mismo día, pero siguió cuesta abajo en los posteriores. En Educación fue para todos los trabajadores, en Salud Pública no. Se quedaron precisamente los que menos ganan y llevan un montón de años sacrificándose sin reconocimiento de sus años de trabajo o los dejaron con los hasta 40 pesos mensuales. Como si lo importante en este caso fuera otra cosa y no el tiempo laborado. La resolución dice una cosa, pero según tengo entendido, la guía para su aplicación dice otra. O sea, nuestros dirigentes no saben ponerse de acuerdo ni siquiera consigo mismos. ¿Así que optimismo puede haber? En otro momento hubiera estado de acuerdo con usted, pero en este preciso momento, no creo que el optimismo sea la palabra a usar. Sería aguantar, resistir, luchar aunque sea para sobrevivir o que lo hagan nuestros hijos y nietos.
alexandergonzalezmejias3@gmail.com
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