Todo al revés: Sin la verdad verdadera

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Todo al revés: Sin la verdad verdadera
Fecha de publicación: 
20 Agosto 2021
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Un marine norteamericano es apresado y ahorcado públicamente en Teherán, por cumplir la encomienda de la Agencia Central de Inteligencia (CIA), de Estados Unidos, de asesinar al jefe de la inteligencia de Irán, con el fin de facilitarle el cargo a un traidor a su país y mejorar las relaciones con Estados Unidos.

Así finaliza la Tercera Temporada de Homeland, una entrega de Multivisión a la audiencia cubana en el espacio nocturno dominical de Alto Impacto, cuyos capítulos requieren de guiones explicativos del periodista Jorge Legañoa, en la voz del también colega Joel “Tito” Lugones, con el fin de evitar entuertos y que la mentira se presente como verdad.

Buena factura en todos los sentidos y magníficas interpretaciones conllevan esta serie donde no se presenta la “verdad verdadera”, algo que los principales medios masivos de comunicación de Occidente tienen en cuenta, cuando cumplen órdenes del establishment gobernante en Estados Unidos.

Como dijo Mark Twain: “Es más fácil engañar a la gente que convencerlos de que han sido engañados”, por lo cual urge desenmascarar los relatos oficiales y conectar lo que se presenta desconectado.

Dos ejemplos a los que se recurren generalmente de cómo se engaña fueron el montaje del incidente de Tonkín para justificar la agresión de Estados Unidos a todo Vietnam y el hacer creer que Saddam Hussein poseía armas de destrucción masiva, con el fin de invadir y ocupar Iraq.

Y es que Estados Unidos tiene un papel relevante en la industria de la mentira, en la que no se conoce la “verdad verdadera”, para hacer creíble una política agresiva que necesita la imposición de regímenes locales dóciles y el respaldo de más de 800 bases militares en todo el mundo.

“COMICS” GENOCIDA

Recordamos como la televisión occidental presentaba día a día la agresión a Iraq, divirtiendo al espectador acostumbrado a los “comics” con aquellas lucecitas que se elevaban por el cielo y caían sobre Bagdad, obviando que eran mensajes de muerte y una sola de esas candilejas penetró en un bunker y mató a 300 mujeres y niños que allí se refugiaban.

Ya la demonización de Saddam Hussein había ocurrido antes, cuando la guerra del Golfo en 1991, en la que se impidió que los periodistas hablaran directamente con los soldados o escribieran desde el frente, con el fin de que no trascendiera la fetidez de la muerte, contrariamente a lo sucedido en los tiempos de la guerra en Vietnam.

Para ello una agencia publicitaria inventó que los soldados iraquíes que invadieron Kuwait arrancaban las orejas a los soldados locales que se resistían y habrían entrado en un hospital y sacado a 312 recién nacidos de sus incubadoras, dejándoles morir de frío en el suelo del inmueble. Saddam Hussein era el nuevo Hitler y así lo repetía el presidente Bush, padre, reafirmado por el Congreso. Ello facilitó la agresión, en la que sus opositores eran acusados de ser cómplices de lo que luego sería una catástrofe ecológica, provocada por las armas radiactivas estadounidenses,

FALSEDADES A TUTIPLÉN

La agresión, invasión y disolución de Yugoslavia fue precedida por informaciones combinadas de periodistas norteamericanos y alemanes que reportaban falsamente la existencia de fosas comunes con 500 cadáveres de albaneses, entre ellos 400 niños. Acciones similares ocurrieron posteriormente y dejaron la mesa servida para que la OTAN se presentara como la instancia moral suprema y comenzara a bombardear a la nación europea, facilitando su división.

En diciembre de 1992, los Marines estadounidenses desembarcaron en el litoral de Mogadiscio, pero tuvieron que repetir tal operación, no por problemas de logística o dificultades militares, sino porque se tenía que repetir la filmación de tal manera que se presentara a los marines como una organización benéfica y caritativa que traía esperanza y sonrisas al pueblo somalí, víctima de la mísera y el hambre. La operación, denominada Esperanza, fue la primera que no sólo se filmó en vivo para las cámaras de televisión, sino que, además, se pensó, construyó y se organizó como un show de televisión.

Unos años después la representación del Mal –el campo socialista- caía derrotada por la del Bien -el imperialismo norteamericano- que surgía del triunfo obtenido en la Guerra Fría.

Así, se comprende la “redención” de Nick Brody, el marine de la serie Homeland, con el asesinato del jefe de la inteligencia iraní. Gracias a la CIA.

 

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