Reflexiones después de leer

Reflexiones después de leer
Fecha de publicación: 
15 Marzo 2023
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De acuerdo con estadísticas internacionales, algunos países de África y Asia son los más estrictos con el trato a las mujeres. Actitudes machistas hay en todas las sociedades. Sin embargo, desde la distancia del desconocimiento asumimos que ciertas culturas en naciones árabes se llevan el premio mayor.

Son realidades tan distantes a la nuestra, que nos cuesta entender que lleven tanto tiempo “aguantando” lo que para muchos es inhumano: mujeres relegadas al hogar, con escasa oportunidad de estudio, superación o trabajo, con un riguroso modo de comportarse y vestirse, además de sistemas de tutoría impuestos y poca libertad de movimiento.

Es lo que nos llega desde esas naciones. En ocasiones lo relacionamos con la religión, pero ¿será que los libros sagrados hablan de malos tratos y tal nivel de detalle sobre las ropas? ¿ No hay posibilidad de que sea solo interpretación?

Tales costumbres cuentan con un historial inmenso de tradiciones, y quizás por eso a muchos, in situ, les puede resultar completamente normal, pero no deja de fomentar inquietudes y rebeliones, muchas veces silenciadas. Por tanto, condenables.

No se trata solo de comportamientos que nos parecen contrarios, no es solo una percepción desajustada que por distante no entendemos.

Pienso en libros como Vendidas, un testimonio de Zana Muhsen. En primera persona narra los horrores que la autora vivió en Yemen luego de que su padre la vendiera y la casara a los 15 años de edad. Una historia cruel sobre constantes violaciones, humillación, cercana a la esclavitud. Pero no es el único ejemplo, hay muchísimos. La escritora estadounidense Jean Sasson, tiene una trilogía (Sultana) muy conocida por contar el sufrimiento de las mujeres en Arabia Saudita, casi siempre de manera arbitraria.

Tantas historias similares no pueden estar equivocadas. No es una distorsión de la realidad. En muchos lugares del mundo árabe las mujeres son víctimas de las circunstancias, del patriarcado. Lamentablemente no se trata solo de una vestimenta poco usual para Occidente. De acuerdo con reportes, con bibliografía seria, con relatos de afectadas, lo llamativo y censurable es la conducta opresora masculina, que hace a las mujeres asumir posturas sumisas sin pensar en chistar.

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Cuesta aceptar que ese grupo de normas tan locales y rígidas proporcione comodidad a las mujeres. Por lo que sea que haya surgido esa discrepancia entre géneros, hoy nos parece discriminación, machismo, autoridad falocéntrica.

Quizás en Arabia Saudita se viva tan feliz como en cualquier otro sitio, aunque no es lo que parece. No obstante, si abundan las críticas a gobiernos, como el Talibán en Afganistán que prohíbe a niñas y mujeres el acceso a escuelas y universidades, o que viajen sin la compañía de un masculino; o que se cuestione con frecuencia la idoneidad de la Policía de la Moral, en Irán; entonces no es un criterio aislado, sin base.

Si, además, existe tanta literatura afín, y es denunciado internacionalmente, incluso, por las propias dolientes, no es exageración, no son simples diferencias culturales, sucede de verdad.

Mientras el entorno mira hacia otros lados, ese es un escenario tremendamente egoísta, y tal comportamiento estricto y conservador nunca llevará por buen camino, y cuando menos, agradará a pocos. Quizás todavía ahora, ellas, se mantengan, algunas, cómodas así; otras, molestas en silencio; las menos, rebeldes reprimidas; y las contadas con los dedos, luchando en el exterior. Pero, el machismo es una olla de presión que no durará para siempre, se cocina a fuego lento, juntando inconformidades, hallando en la injusticia lo necesario para explotar. Probablemente la próxima revolución será la de las mujeres, en donde quiera que se encuentren, unidas contra el patriarcado.

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