Perú: fiestas patrias protestando

Hace poco más de siete meses Perú vive jornadas convulsas que varían en intensidad según los ánimos sociales y los estímulos políticos, pero ahí va, casi sin rumbo hacia la debacle popular, digo, porque parece, desde la distancia, que a corto plazo no estarán transitando por veredas de sosiego y felicidad.

El descontento es el sentimiento que impera según los reportes de distintas agencias de prensa locales e internacionales, y así lo vemos, más allá de los cables de noticias, en las imágenes de manifestaciones continúas, no de la élite, sino del pueblo, las comunidades desfavorecidas, los barrios, los jóvenes, una gran diversidad que no se siente representada en un gobierno que creyó transitorio y aún, más de medio año después, ahí permanece con alto índice de rechazo.

Por eso no cesan las convocatorias a marchar contra el gobierno actual de Dina Boluarte. El reciente llamado, hecho por la Coordinadora Nacional Unitaria de Lucha, para los días 27 y 28 de julio, indica que les interesa mostrar la insatisfacción que los mueve aun cuando el próximo viernes debería ser una jornada de júbilo y no de inconformidad, pues ese día los peruanos celebran el aniversario 202 de su independencia de la monarquía española.

Esto quiere decir que las fiestas patrias de este año en Perú no lograrán aglutinar a una nación orgullosa de ser soberana, sino que una parte de su población, organizada y representada en instituciones sociales, sindicales y estudiantiles, estará alzando su voz en contra de la jefa de estado designada y el Congreso, ambos aliados con intereses similares que han generado una profunda crisis sociopolítica en el país suramericano.

Sin embargo, tantos meses de protestas parecen caer en terreno estéril porque no se palpan los resultados, y esto produce desesperación, agobio, desgaste.

Mientras el ambiente es incómodo, las peticiones siguen siendo las mismas: renuncia de Dina Boluarte, elecciones presidenciales y legislativas, asamblea constituyente, además del esclarecimiento de la muerte de más de 60 personas en protestas sociales.

Sin embargo, en lo que eso llega, o no, los peruanos se mantienen en pie de lucha, gritando a oídos sordos, sumando muertos y heridos, sorteando la excesiva fuerza policial al tiempo que los manifestantes pretenden ganar espacios.

Por su parte, el gobierno actual intenta resolver asuntos con medidas desesperadas que no logran ser aceptadas por las mayorías o avivan más al alboroto de las calles.

En resumen, y evaluando la historia reciente de Perú, analizando que la Casa de Pizarro no consigue mantener por mucho tiempo a un presidente, al ejecutivo le quedan los días contados, y el desafío de los peruanos es enorme para salir de la desestabilización porque es el cuento de nunca acabar.