OTAN pirulera: Todo el mundo entiende su juego

No es nada difícil entender que la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) sigue impertérrita los dictados de Estados Unidos, como se acaba de demostrar en su recién finalizada reunión cumbre en España, en la que prevaleció y se aprobó la nueva estrategia de acusar a China de desafiar sus intereses y seguridad y tachar a Rusia de la amenaza más significativa y directa.

Para el colmo de injerencia en los asuntos de otros estados, la alianza admitió que la cooperación de Beijing y Moscú «va en contra de nuestros valores e intereses», incorporó a sus filas a Finlandia y Suecia, y reiteró que llevará su agresividad hasta las fronteras con Rusia, algo que ya practicaba desde el 2014, cuando Estados Unidos financió el virtual golpe de Estado fascista en Kiev, y cuyos resultados, tras ocho años de genocidio de la población de habla rusa en el Donbass, justificó la actual operación militar especial ordenada por Vladimir Putin en Ucrania.

Por supuesto que lloverá más armamento para las tropas ucranianas y mercenarios de toda laya que tratan de evitar la desmilitarización y desnazificación del país y mantener la agresión contra las autoproclamadas repúblicas en el Donbass.

La OTAN trató de disfrazar su belicismo con la sin dudas hipócrita afirmación de que no busca una confrontación, mientras amenaza con utilizar sus flamantes peones de Oslo y Estocolmo contra la Federación Rusa, a lo que Putin replicó que si la infraestructura militar de la alianza es desplegada en Finlandia y Suecia, su país tendrá que responder de manera recíproca, y esclareció:

«No tenemos con Suecia y Finlandia aquellos problemas que, lamentablemente, sí tenemos con Ucrania. No tenemos cuestiones ni disputas territoriales, no tenemos nada que nos pueda preocupar desde el punto de vista de la membresía de Finlandia y Suecia en la OTAN».

Al desafío de la entidad servil de la política de Estados Unidos, China pidió que renuncie a la mentalidad de la Guerra Fría y no trate de desestabilizar a Asia y otras regiones del mundo.

Lo anterior es subrayado en los anuncios del presidente Joe Biden de una base permanente en Polonia y el fortalecimiento del flanco oriental de la OTAN, cuya amenaza real está plasmada en su declaración de que «cualquier empleo de armas nucleares contra la OTAN alteraría fundamentalmente la naturaleza de un conflicto. La Alianza tiene la capacidad y la determinación de imponer costos a un adversario que serían inaceptables y superarían con creces los beneficios que cualquier adversario podría esperar lograr», todo lo cual cambia el concepto que prevaleció en el 2010 de que «las circunstancias en las que cualquier uso de armas nucleares podría tener que ser contemplado son extremadamente remotas». 

La revisión también puso más énfasis en Francia y las armas nucleares del Reino Unido, en un aparente esfuerzo por señalar que la amenaza de represalias nucleares por un ataque nuclear ruso no dependería únicamente de un presidente estadounidense.

Herramienta de Occidente

Lo anterior demuestra, indudablemente, que Occidente utiliza a Ucrania para empeorar la posición de Rusia.

«Comenzaron a convertir a Ucrania en una “anti-Rusia”, una cabeza de puente para tratar de sacudir, de alguna manera, a la propia Rusia; comenzaron a luchar contra la cultura rusa, el idioma ruso; comenzaron a perseguir a las personas que se sentían parte del mundo ruso», declaró Putin, quien subrayó que «no hay nada semejante ni en Finlandia ni en Suecia, es una situación muy diferente».

De acuerdo a sus palabras, la postura de Moscú respecto a la OTAN consiste en que la alianza es una herramienta de EE.UU. y, en este contexto, Occidente persigue sus propios intereses al incitar a Kiev a continuar el conflicto. 

Así, la cumbre de la OTAN en Madrid adoptó un nuevo concepto estratégico siguiendo las aspiraciones de Estados Unidos de seguir enfrentándose a China y Rusia, una escalada irresponsable de las tensiones internacionales, que se opone al fortalecimiento de un marco multilateral basado en la seguridad global común y humana, el desarme y una rápida prohibición de las armas nucleares.

Recordemos que, desde su creación en 1949, la OTAN se constituyó como una alianza ofensiva liderada por EE.UU. en la que se integraron regímenes autoritarios, fascistas y coloniales en este proyecto militar para luchar contra la Unión Soviética durante la Guerra Fría. Tras la caída de la URSS, en lugar de desaparecer, se expandió en cinco oleadas consecutivas hacia Europa del Este y creó alianzas bilaterales con más de 30 países de todo el mundo.

Ahora tenemos una llamada «OTAN Global», una red internacional que utiliza acuerdos militares, bases, maniobras, entregas de armas, inteligencia para interferir en países de Asia, África y América Latina, y despliegues de tropas para asegurar el dominio geopolítico de Estados Unidos. No podemos olvidar que las intervenciones militares dirigidas por la OTAN han desestabilizado y destruido Yugoslavia, Afganistán y Libia. 

La recién celebrada cumbre de la OTAN en Madrid subraya el rastro de destrucción y militarización que ha impregnado a un mundo que ya estaba en crisis, por lo que se debe exigir un camino de paz duradera, no de confrontación y división.

La política belicista del imperialismo nos sumerge en una nueva crisis económica y global que hace subir la inflación, pone en riesgo la seguridad alimentaria y energética y centra los esfuerzos de los estados en la inversión militar y la destrucción. 

Las alianzas militares no resuelven problemas, pero el diálogo, la desmilitarización y la cooperación internacional, sí.