Alemania: Locomotora en marcha atrás
especiales
El estancamiento de la economía alemana en 2024, lastrada por el fin del gas ruso barato, y la inestabilidad política de Francia en un momento de déficit excesivo, siembran las dudas sobre la capacidad de Europa de seguir el ritmo de Estados Unidos. Foto Martin Meissner/Copyright 2024 The AP
Si en Asia el modelo económico de Corea del Sur se ha ido resquebrajando por una política oficial salpicada por la corrupción, algo muy extendido allí, en Europa la denominada locomotora alemana se encuentra en franco declive, algo que ha despertado gran preocupación en una Europa Occidental que ha vivido bajo su sombra o dependiente de ella en gran medida.
Aunque la fisura en el orden político tiene como presentación el esperado rechazo a la moción de confianza presentada en el Parlamento por el canciller Olaf Scholz, la cuestíón es aún más compleja, debido a la desintegración del gobierno de coalición considerado socialdemócrata y un escenario caótico producto del fracaso de las políticas oficiales para frenar una crisis económica vigente y que sigue creciendo.
Los reproches mutuos entre los antiguos socios de la coalición de Gobierno y ataques al principal rival de la oposición, llevaron a los comicios anticipados en siete meses para el 23 de febrero, luego que 394 diputados de 717 que depositaron su voto le negaron la confianza al político, 116 se abstuvieron y 207 votaron a favor de su continuidad.
Durante las casi tres horas posteriores de debate, Scholz disparó contra su exministro de Finanzas, el liberal Christian Lindner, al acusarle de haber dinamitado la coalición con su "sabotaje permanente" desde dentro, y contra el líder conservador, Friedrich Merz, quien encabeza las encuestas de intención de votos, destaca la agencia española EFE.
Scholz consideró que un líder debe tener "madurez moral", "decencia", "sensatez" y "seriedad", tanto para reactivar a la economía como para lograr la paz en Ucrania, al acusar a Merz de querer elevar la edad de jubilación por encima de los 67 años y de poner en riesgo la seguridad de Alemania con su propuesta de enviar misiles de largo alcance Taurus a Kiev si Rusia rechaza un alto el fuego.
Merz criticó la cautela del canciller al sentenciar que Alemania debe "estar en condición de defenderse para no tener que defenderse".
Una línea divisoria entre el gobierno y la oposición fue la economía, sobre todo el gasto y las inversiones públicas, para lo cual Scholz y su Partido Socialdemócrata, junto con Los Verdes, quieren reformar de forma limitada el freno a la deuda, que exige que el déficit no supere el 0,35% del PIB anual, frente al rechazo frontal de los liberales y el escepticismo de los conservadores.
No obstante, en medio de un debate bronco, todos eran conscientes de que el próximo gobierno seguramente también será una coalición en la que será preciso hacer compromisos.
"Mientras nosotros nos ocupamos de nosotros mismos, el mundo sigue girando. Tenemos un momento de inseguridad en momentos en que se necesitaría seguridad. Es correcto abrir el camino para nuevas elecciones, pero muchos creen que las nuevas elecciones lo resolverán todo y eso no es así", dijo el ministro de Economía y candidato a la Cancillería de Los Verdes, Robert Habeck.
A su vez, la candidata a la Cancillería de la Alternativa para Alemania (AfD), Alice Weidel, cuyo partido considerado de ultraderecha ocupa el segundo lugar en las encuestas, atacó sobre todo a Merz, al aseverar que elegirlo a él implicaba elegir la guerra y que elegirlo a él y de paso también a Habeck es prolongar la agonía económica del país.
PAÍS ATRAPADO
Durante décadas, Alemania fue un modelo de estabilidad política, cohesión social y fortaleza económica. Sin embargo, la situación actual revela un país atrapado en una crisis profunda y multiforme que amenaza con convertirlo en el “enfermo de Europa”.
El colapso de la coalición tripartita, la creciente fragmentación del sistema político, el retroceso económico y una identidad nacional desgarrada por el auge de fuerzas nacionalistas y xenófobas son sólo algunas de las aristas de este complejo escenario.
La caída de Alemania tiene implicaciones que trascienden sus fronteras. Como primera economía de la Unión Europea y pieza clave en su integración, el declive del gigante alemán podría acelerar la descomposición del proyecto europeo o, en el mejor de los casos, profundizar sus desigualdades estructurales.
El sistema bipartidista que estructuró la posguerra alemana se desmorona. Durante años, la CDU-CSU democristiana y el SPD socialdemócrata lograron construir gobiernos estables y predecibles. No obstante, la crisis del SPD, sumido en un desplome histórico, y el surgimiento de nuevas fuerzas políticas han convertido la gobernabilidad alemana en un ejercicio imposible.
La aparición de los Verdes, Die Linke y, más recientemente, de Alternativa para Alemania (AfD), ha fragmentado el Parlamento. Alcanza ya el 19% en las encuestas y supera el 30% en los Länder del Este. Paralelamente, la escisión de Die Linke ha dado lugar a la Bündnis Sahra Wagenknecht (BSW), una fuerza que mezcla conservadurismo social con posturas económicas radicales.
Esta multiplicidad de actores ha obligado a coaliciones tripartitas, como la fallida alianza entre SPD, Verdes y Liberales, paralizada por disputas internas y por el extremismo fiscal del SDP. La estabilidad política alemana, una seña de identidad durante el siglo XX, se ha convertido en un espejismo roto.
ECONOMÍA COLAPSADA
Alemania, al igual que otros países de la Unión Europea (UE), atraviesa una aguda crisis económica provocada, entre otras razones, por la ruptura de los lazos económicos con Rusia y la prohibición casi total de importar (como consecuencia de las sanciones antirrusas) los recursos energéticos de bajo costo procedentes de ese país, sobre los que se basaba la competitividad de la industria alemana.
Rusia ha manifestado en repetidas ocasiones que, al negarse a cooperar con Moscú, la UE no solo ha fracasado en su objetivo de perjudicar a la economía rusa, sino que también ha dañado la suya propia, como demuestran el descenso de la producción, las quiebras de empresas y la recesión en los países del bloque europeo.
Sin embargo, Bruselas, representada por la jefa de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, sigue insistiendo en una ruptura total con el sector energético ruso y en el rechazo definitivo de la energía procedente de Rusia en favor de suministros alternativos más costosos, especialmente de Estados Unidos.
Una política rota y dominada por la austeridad fiscal deja al país paralizado. La sentencia del Tribunal Constitucional que anuló la transferencia de fondos para el cambio climático ha evidenciado la rigidez del Schuldenbremse, el freno a la deuda constitucional que sofoca cualquier política de inversión pública.
Añadir nuevo comentario