Lacalle, tozudo: No hay Pecos Bill en Uruguay

¿Recuerdan que años atrás tofo tipo de elementos insanos salían por los grifos en Puerto Rico, agravando la escasez del agua en la colonia de Estados Unidos en el Caribe?
Hoy el hecho se repite en Uruguay, con la salvedad de que el agua es salobre, hace que muchos tengan que beber del agua de lluvia y las enfermedades gástricas se propagan por todas partes en la que otrora llamaban la Suiza de América.

Quienes más sufren son la gente de menos recursos, porque quienes más tienen aseguran económicamente por el momento buenas entradas a las embotelladoras extranjeras.

Todo se agrava, cuando el gobierno de Luis Lacalle Pou, de derecha, se ha negado a aceptar la ayuda de varios gobiernos de la región y rechazado molesto un informe de Naciones Unidas recomendando lo que se debe hacer y apuntando algunas de las causas del problema hídrico, cada vez más grave en Uruguay.

Y es que allí no hay, como explica una fábula, un Pecos Bill que, cuando se estaba muriendo de sed y lo abrasaba el Sol, hizo un tajo en el desierto y ese día el Río Bravo construyó.

PEOR DE LO QUE PARECE

Uruguay atraviesa la peor sequía de su historia y eso afectó las reservas de agua dulce para abastecer al sur del país, donde vive más de la mitad de su población.

En este contexto, la Organización de las Naciones Unidas, como mencionamos, publicó este jueves un informe sobre la crisis hídrica que atraviesa Uruguay, el aumento de la salinidad en el agua y su preocupación por los efectos en la salud de las personas. 

El organismo internacional tituló su artículo "Uruguay: El agua para consumo humano debe estar por encima de sus usos industriales".

"No está la batalla terminada ni cerca", dijo Luis Lacalle Pou, en referencia a la emergencia hídrica que enfrenta Montevideo y el área metropolitana, a la que considera una "situación compleja". pic.twitter.com/iksNqcmyZK

— RT en Español (@ActualidadRT) July 21, 2023

La ONU apuntó a la administración del presidente Luis Lacalle Pou y señaló que "dada una considerable disminución en la calidad del agua, el gobierno del país suramericano ha instado a la población a comprar embotellado el líquido vital. Un grupo de expertos en derechos humanos advierte que esa medida supone un riesgo de privatización de facto del agua para el consumo humano y recuerda que este uso está por encima de cualquier interés empresarial".

El informe continúa diciendo que "el 60% de la población de Uruguay enfrenta un problema con el agua potable, cuya calidad ha disminuido llegando a niveles alarmantes de salinidad en su composición. Los niños y adolescentes, las mujeres embarazadas y las personas que padecen enfermedades crónicas, al igual que otros grupos vulnerables, son los más afectados. Las autoridades sanitarias uruguayas han reconocido el riesgo y han pedido a la población que compre agua embotellada para beber".

El gobierno uruguayo emitió luego un comunicado en el que señala "inexactitudes" del informe "emitido por el Relator Especial de la ONU sobre las razones por las que Montevideo está cerca de quedarse sin reservas de agua (más allá de por la falta de lluvia).

DEJADEZ

En medio de una crisis hídrica sin precedentes en el Uruguay, el presidente Luis Lacalle se refirió con una polémica frase ante la delicada situación, dejando al descubierto la falta de obras que no se hicieron en su gobierno:

“Si no llueve, el agua no será bebible”, dijo, ante la prensa. El mandatario recordó que las soluciones de fondo “demoran dos años”.

Y, subrayando que Lacalle ha rechazado irrazonablemente -sospechosamente, pienso- la ayuda de países vecinos, apunto que Argentina se la ofrecía completamente gratis, mediante un barco con una planta móvil que suministraría 40 000 litros por día con una cisterna de gran tamaño que llegaría en 48 horas.

O sea, tozudamente rechaza la ayuda del gobierno de Alberto Fernández, mientras espera una planta potabilizador costosa y alquilada en Houston, Texas, que tardará más de un mes en llegar.

Y es que, para la gente como Lacalle, cuando hay una necesidad, hay un negocio, y por eso rechaza la ayuda de Argentina.