El Comandante Juan Almeida, energía y convicción revolucionaria

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El Comandante Juan Almeida, energía y convicción revolucionaria
Fecha de publicación: 
11 Septiembre 2021
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Un grupo de expedicionarios del Granma fue sorprendido por el ejército en un cañaveral en Alegría de Pío, no tenían más destino que perecer por el fuego del enemigo o ser asesinados al rendirse como proponía el contrario, pero en esos terribles momentos se impuso la voz de Juan Almeida Bosque que respondió: “¡Aquí no se rinde nadie, C...!

Con la energía y convicción  que transmitieron esas palabras a sus compañeros, lograron  salir de la zona, burlar el cerco y finalmente reunirse en  Cinco Palmas, en la Sierra Maestra, con Fidel para conformar el núcleo inicial del Ejército Rebelde.

Entre  aquellos combatientes se encontraban Ernesto Che Guevara, herido en el cuello y que el propio Almeida rescató, Ramiro Valdés Menéndez, Rafael Chao Santana y Reinaldo Benítez Nápoles, y durante la marcha se incorporaron Camilo Cienfuegos,
Francisco González y Pablo Hurtado, quienes habían quedado dispersos.

A unas cuantas décadas de aquellos hechos, y en ocasión del duodécimo aniversario del fallecimiento de Juan Almeida, recordamos su procedencia humilde y cómo desde niño sufrió la doble discriminación por ser pobre y negro,  solo pudo estudiar hasta el octavo grado y trabajó como obrero de la construcción y en cuanta ocupación pudo, como una forma de ayudar a sus padres y hermanos.

Se opuso a la dictadura de Fulgencio Batista desde el golpe de estado del 10 de marzo de 1952, sus ideas revolucionarias las compartió con el entonces líder de la juventud ortodoxa Fidel Castro, a quien conoció  mientras trabajaba como empleado en un balneario estudiantil al cual concurría y no tardó en incorporarse a los preparativos de los asaltos a los Cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes, en Santiago de Cuba y Bayamo, respectivamente.

Tras los hechos del ataque a la fortaleza militar santiaguera, resultó apresado y llevado al histórico juicio. Ante los tribunales dijo: “Yo declaro bajo juramento que sí participé en el asalto al cuartel Moncada y que nadie me indujo, a no ser mis propias ideas que coinciden con las del compañero Fidel Castro y que en el caso mío provienen de la lectura de las obras de Martí y de la historia de nuestros mambises”.

Ante la pregunta de si se arrepentía de haberlo hecho señaló : “No, señor, si tuviera que volver a hacerlo, lo haría, que no le quepa la menor duda a este tribunal”.

Fue condenado y cumplió prisión junto con sus compañeros en el reclusorio de Isla de Pinos.  Al ser liberado por la amnistía que el pueblo le arrancó al gobierno,  salió en libertad el 15 de mayo de 1955, pero era vigilado de cerca por la policía que lo detuvo y lo fichó, de cuyo control pudo evadirse al partir para México en 1956, donde se reencontró con Fidel y se alistó para integrar el grupo de los  82 expedicionarios del Yate Granma que desembarcaron en Playa Las Coloradas el dos de diciembre de 1956.

Desde los primeros combates en la Sierra Maestra, Almeida se destacó por su bravura, su disciplina y dotes de mando y fue ascendido a capitán a inicios de 1957. En la toma del  cuartel de El Uvero resultó herido en el hombro y la pierna izquierda mientras trataba de avanzar contra una posición, a la vez que gran parte de los hombres de su pelotón fueron muertos o heridos en esa acción.

Fue ascendido por Fidel al grado de Comandante el 27 de febrero de 1958, y nombrado jefe de la Columna 3 para operar en la Sierra Maestra, al este del poblado de María Tomasa.

De inmediato, Almeida comenzó  a cumplir con esa estrategia e inició la primera etapa para establecer lo que después se conocería como el Tercer Frente Mario Muñoz Monroy, en la actual provincia de Santiago de Cuba, que logró consolidar como un gran territorio liberado y zona muy activa de operaciones  contra las fuerzas de la dictadura.

Además por orden de Fidel, sus hombres se reagruparon en la defensa de la Comandancia del Ejército Rebelde en la Sierra Maestra para el rechazo de la ofensiva de verano del régimen que finalmente fue derrotada y permitió iniciar la ofensiva final del Ejército Rebelde, que culminaría con la derrota de la tiranía.

En esa etapa, las tropas bajo su mando participaron en los combates de San José del Retiro, Maffo, Baire Abajo, Central Palma y Palma Soriano y culminaron el cerco a los dominios santiagueros y su posterior liberación.

Después del triunfo de enero de 1959, entre otras responsabilidades fue nombrado en junio de ese año jefe de la Fuerza Aérea Revolucionaria al sustituir al traidor Pedro Luis Díaz Lanz, quien intentó utilizar su cargo para apoyar un atentado al Comandante en Jefe y sublevarse, por lo que el comandante Almeida  tuvo que realizar una activa labor para frustrar esos planes  y hacer  que esa institución respondiera a la Revolución.

Ocupó diversos cargos al frente de las Fuerzas Armadas Revolucionarias desde su propia fundación como  viceministro y ministro p.s.r. e integrante del Comité Central y del Buró Político del PCC desde 1965,  en el que también ocupó importantes compromisos.

Tuvo  gran sensibilidad y extraordinario talento artístico y cultivó la tradición de los mejores  exponentes  de la música cubana, con más de 300 obras de su autoría entre ellas canciones antológicas, y más de 10 libros de temas históricos y de memorias, uno de los cuales titulado Contra el agua y el viento,  narra los hechos acontecidos tras el paso del ciclón Flora por la Isla, y que obtuvo el Premio Casa de las Américas en 1985.

Juan Almeida falleció el día 11 de septiembre de 2009, a la edad de 82 años de vida plena y fiel a los principios de  intransigencia revolucionaria que hizo patente, sin pensar en glorias futuras ante lo que parecía la muerte segura en Alegría de Pío al hacer suya y de sus compañeros la única alternativa digna entonces y ahora : “Aquí no se rinde nadie…” 

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