A manera de ejemplo, el miércoles refutó en público dos tesis elaboradas por el doctor Robert Redfield, director de los Centros para el Control de Enfermedades (CDC).

En la primera el científico descartó que una vacuna contra el coronavirus estuviera disponible masivamente antes de mediados de 2021.

Y en la segunda argumentó que el uso de mascarillas sea más efectivo que la vacuna, para evitar contagios.

Durante una conferencia de prensa, el mandatario dejó estupefacto a su auditorio cuando se atrevió a insistir que podría anunciarse una vacuna en los próximos 30 días.

Y prometió que estará a disposición del público “inmediatamente”.

Días antes, Trump se negó a admitir que los masivos incendios desatados en California y otros lugares estén vinculados al cambio climático como advierten hombres de ciencias.

En una reciente visita a ese territorio, Trump llegó a declarar: “No creo que la ciencia sepa al respecto, pronto empezará a ponerse más frío”.

El Diario Nueva York señaló que esos comentarios tajantes hacia oraciones científicas son considerados insólitos incluso, para un presidente como Trump.

W. Henry Lambright, profesor de Ciencia Política en la Universidad de Syracuse y experto en la relación gobierno-ciencia, dijo a BBC Mundo:

“Es un paso por encima de su línea habitual, y su línea habitual es muy extrema”.

“Es algo extremadamente raro, no recuerdo a un presidente en los últimos años que lo haya hecho”.