Aquilino, un veterano del Congo

En diciembre de 2014 iba yo caminando con mi papá por la Esquina de Tejas, en el capitalino municipio Cerro, cuando me dijo: “por allá va Aquilino, estuvo con el Che en el Congo”. Enseguida lo alcancé y a mi pregunta de confirmación respondió sin ánimos de alarde: “en realidad no estaba con el Che, sino con Rolando Kindelán y Rafael Moracén en la otra columna, en Brazzaville”.

Le pedí unos minutos para conversar sobre aquella experiencia. “Sí, pero hoy no puede ser porque voy para el trabajo; la semana que viene”. Así quedamos. El día acordado me hizo seguirlo a su apartamento en los emblemáticos “veinte plantas” que ayudó a construir en la Esquina de Tejas. Parque, escaleras, elevador, pasillo, hasta su apartamento. Dejó la puerta abierta durante toda la conversación.

Aquilino Pellicer Chacón, veterano de la presencia cubana en el Congo, nació en Santiago de Cuba el 19 de julio del 1943. Durante la guerra en la Sierra Maestra ayudó a un amigo suyo, miembro del Movimiento 26 de Julio, a arreglar unos puentes para que los rebeldes pasaran.

Para 1965, era activo de las Fuerzas Armadas y el jefe de Cuadros del ejército en Oriente lo mandó a buscar. En una reunión con otros compañeros le preguntaron si estaban dispuestos a cumplir una misión en África. Dijo que sí. De ahí marchó a La Habana, sin poder dar explicaciones certeras a su familia de hacia dónde iría.

Tras una intensa preparación en la cordillera de los Órganos, Pinar del Río, salió en 1965 a la Unión Soviética y de ahí pasó al Congo. En ese momento desconocía de la presencia del Che Guevara por esas tierras. Como soldado, fue asignado a una batería de morteros en la región de Punta Negra.

“Veía cómo la gente cogía los monos, los echaban en una candelada y se los comían; pero a mí no me gustaban. Teníamos buenas relaciones con la gente de ahí. No fuimos allá a buscar oro, ni diamantes, ni nada. Los estábamos ayudando a preparase para la libertad de su país”.

Al finalizar aquella misión, Aquilino regresó a Cuba en barco. Lo ubicaron en   el grupo de artillería de La Cabaña, posteriormente en un pelotón de esa misma especialidad que estaba atrás del Hotel Nacional y luego en otro en la zona de La Puntilla, en el municipio Playa. En julio del 1969 fue enviado a un curso de oficiales en Matanzas, pero a finales de enero de 1970 debió abandonarlo por afectaciones de salud.

“Tuve problemas de los nervios por todo el ajetreo con el entrenamiento: corre pa´ allá, corre pa´ acá, las clases... Después pasé para una unidad en La Lisa. En 1972, con un llamado que hicieron para la vida civil, pedí la baja y me desmovilicé para ir a actividades de la producción. El Partido me ubicó en la fábrica de pistones del Cerro, porque había algunos problemas que querían que atajara”.

Al Partido había ingresado el 22 de febrero del 1964, en la época en que se denominaba Partido Unido de la Revolución Socialista de Cuba. En aquel momento era subordinado de Carlos Fernández Gondín, en una unidad militar de Holguín. Cuando se constituyó el Poder Popular, fue delegado a la Asamblea del Cerro y llegó al nivel provincial.

En la fábrica estuvo unos 20 años. Después trabajó, hasta 1992, en la construcción de los edificios de microbrigadas donde ahora vive en la Esquina de Tejas. Luego, como parte de un equipo de plomería, participó en la edificación de varias instalaciones de salud en el Cerro. En los últimos años ha realizado otros trabajos más acordes a su edad y se ha mantenido apoyando en el funcionamiento del barrio. “Aquí lo que no se puede es robar ni hacer contrarrevolución”.

-Si fuera joven y le propusieran de nuevo ir al Congo, ¿iría?

-Si hubiese una necesidad y tengo que ir, voy. Igual que si se forma algo aquí en nuestra patria y tengo que ir para donde estén cayendo las bombas, voy.