Aminorado, pero esperado: Voto de castigo a Biden
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Aunque los resultados finales de las elecciones de medio término efectuadas este martes 8 de noviembre en Estados Unidos podrían demorar hasta varias semanas, lo más conocido es que la Cámara de Representantes tendrá mayoría del opositor Partido Republicano, que está muy cerca de controlar también el Senado y aventaja, además, al Partido Demócrata en las gobernaciones.
La propaganda gubernamental habla del fracaso de la ola republicana que predecía un triunfo total sobre el Partido Demócrata, tratando de restar importancia a su derrota, mientras el presidente Joe Biden esgrimía a su favor que fue un retroceso menor al experimentado por anteriores gobiernos en este tipo de comicios, aunque admitió que hay problemas sociales y económicos no resueltos que influyeron en la votación.
No obstante, aseguró que seguirá en la línea política que se ha trazado, que hasta el momento incumple promesas en lo interno y lleva a una peligrosa confrontación con Rusia en lo externo, que ha dado enormes ganancias a la industria armamentista y las empresas petroleras, y puesto en su bolsillo a una Unión Europea que sigue sumisamente las orientaciones antirrusas, mediante sanciones a Moscú y envío de armas, asesores militares y mercenarios al régimen neonazi de Ucrania.
Algunos líderes demócratas, conscientes de las debilidades de Biden, lograron controlar estados que han mantenido una cierta política liberal, por lo cual evitaron esa ola devastadora de votos predicha por la oposición.
En este contexto, 30 legisladores demócratas pidieron a su presidente que no siga la confrontación con Moscú y tratara de iniciar un diálogo con Rusia, a fin de que el conflicto en Ucrania no se convierta en algo mayor.
De todas maneras, cuando se conozca el resultado final de estos comicios, en los que debe predominar la oposición republicana, el triunfo de cualquiera de los dos partidos deberá determinar el rumbo que va a tomar el país en lo que resta del mandato del presidente.
Muchos temas han polarizado a la sociedad del país, tales como el aborto, la legalización de la marihuana, la economía y la inflación, la migración y la postura ante la guerra en Ucrania.
Pero, realmente, es una derrota demócrata y de su presidente, quien no ha cumplido la inmensa mayoría de sus promesas electorales, algunas de las cuales han sido desechadas por el establishment que gobierna a Estados Unidos.
Desilusión
Cuando Biden dio a conocer su programa para las elecciones presidenciales en Estados Unidos, asombró por lo progresistas de algunas de sus intenciones, solo superadas por otro aspirante demócrata conocido por sus ideas avanzadas, Bernie Sanders.
Muchos pensamos que Estados Unidos iría por un camino algo menos reaccionario, con incluso destaque en las relaciones con Cuba, establecidas diplomáticamente en el 2014 por el entonces presidente, Barack Obama, de quien Biden era vicepresidente. Incluso, cuando nuestro país presentó en Naciones Unidas su moción contra el bloqueo, EE.UU. se abstuvo.
Luego, con Donald Trump en el poder, Biden expresó tres veces en su campaña electoral que eliminaría las medidas impuestas por el susodicho para reforzar el bloqueo, pero dos años después estas permanecen, mientras, si acaso, hay algunas acciones cosméticas que a veces hay que mirar con desconfianza, porque intuyen agravantes contra la convivencia en nuestro país, y no es algo festinado.
Algunos comparan los métodos de Biden con la forma de proyectarse antiguamente Maquiavelo, pero este filósofo era mucho más inteligente y tenía cierto sentido del honor.
Aceptando las órdenes del establishment gobernante, se embarcó en una guerra en la que utiliza a sus aliados de la Organización del Tratado del Atlántico Norte para destruir a Rusia sin provocar una guerra nuclear, y a una Ucrania gobernada por elementos de ultraderecha y neonazis que llegaron al poder mediante un golpe de Estado contra un presidente electo democráticamente en el 2014, apoyado en la ayuda imperialista ascendente a más de 5 000 millones de dólares.
La enorme ayuda militar norteamericana a Kiev y las sanciones contra Moscú han sido abanderadas y hasta santificadas por una propaganda de todo tipo, que ha confundido a muchas personas que tenían admiración por Rusia y de conocida trayectoria progresista.
Todo ello ha provocado una inflación récord en el propio Estados Unidos, cuyo pueblo, subrayo, sufre las consecuencias de esta guerra, aprovechadas económicamente por las ya mentadas industrias armamentística y energética.
Lo que pudiera pasar
En el Congreso, una Cámara de Representantes controlada por los republicanos podría frustrar las prioridades demócratas, como el derecho al aborto y el cambio climático, mientras que un Senado republicano dominaría las nominaciones judiciales de Biden, incluida cualquier vacante en la Corte Suprema, mientras lanza investigaciones políticamente perjudiciales sobre su administración y su familia.
Los republicanos también podrían iniciar un enfrentamiento sobre el techo de la deuda del país, lo que podría sacudir los mercados financieros.
Tendrán el poder de bloquear la ayuda a Ucrania si recuperan el control del Congreso, pero los analistas dicen que es más probable que ralenticen o reduzcan el flujo de asistencia económica y de defensa.
Medios afirman que como la derrota fue menos abultada de lo que se esperaba, «la OTAN, Europa y Ucrania respiran aliviados».
O sea, no hay margen para pensar, para darse cuenta de que la política agresiva de Estados Unidos ha hecho que Europa actúe equivocadamente y se haya metido, como señalé, en los bolsillos norteamericanos, con una deuda tal que, por ejemplo —sin mucha información por Occidente—, Países Bajos dejó de aplicar las 91 sanciones que había decretado contra Rusia, ante la grave situación económica que se vive en esa nación, con el 18% de inflación récord y carente del aluminio y de los combustibles que le hacen llegar los barcos rusos.
De todas maneras, está por ver si muchos opositores cuestionan las enormes sumas de dinero que se le brindan a Ucrania en momentos en que los estadounidenses padecen una fuerte inflación y combustible caro.
Por supuesto, Biden, en lo interno, ha sido algo menos reaccionario que cuando gobernó Trump, aunque con debilidades manifiestas en el problema de la migración, el control de armas y la violencia generalizada, en la que intervienen elementos supremacistas blancos.
Mark Cancina, asesor senior del International Security, programa del Center for Strategic and International Studies, dijo al derechista periódico argentino Clarín que «no creo que la ayuda militar a Ucrania cambie, incluso si los republicanos toman el control de una o ambas cámaras del Congreso.
«Sin embargo, es probable que haya cierta resistencia a la ayuda económica al gobierno ucraniano con argumentos, tanto de la izquierda progresista como de la derecha populista, de que se necesita apoyo económico en casa. Como resultado, puede haber algunos recortes en la ayuda económica. También espero que haya más interés en la supervisión de los gastos», agregó.
Y mientras Rusia dijo escuetamente, tras las elecciones, que la relación bilateral continuará siendo mala, China se limitó a decir que los resultados «son un asunto interno de Estados Unidos».
En cuanto a Cuba, no hace mucho expresamos que ni nos va, ni nos viene, y se debe estar preparado para lo peor, aunque siempre se está abierto a ciertas expectativas en cualquier evento que ayude a distender las relaciones con una potencia que nos bloquea desde hace más de seis décadas para que traicionemos nuestros principios revolucionarios.
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