Y parece la vida (+ Fotos)
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Sales a la calle y los encuentras otra vez de uniforme, con aquellas pañoletas rojas y azules, nasobucos a veces combinados; otras, completando la fiesta de colores que me devuelve la esperanza. «Nada que apunte más a la normalidad de un país que sus calles llenas de muchachos con uniforme», escribió mi colega Leticia Martínez en su muro de Facebook.
Esta mañana parecía la vida en esta calle de Matanzas. Entre los niños que vuelven a las aulas están mis hijos. Emocionados, felices, ansiosos de esa experiencia única que es la escuela y que no va solo de aprender contenidos clasificados por materias. Ellos llevan en la mochila seis nasobucos, un pomito de gel desinfectante, jabón y toallita para lavarse las manos, y en el alma, a sus amiguitos y maestras de La Habana, la añoranza por volver a verlos, de disfrutar con ellos la fiesta que es y será siempre en Cuba volver a la escuela.
Yo me quedo con la fe de que eso será pronto. Los beso como si besara también a los hijos de mis amigas que seguirán aprendiendo en casa un rato más. Tengo miedo, claro, quién no lo tiene desde que comenzó esta pedadilla. Pero suelo tener más fe que miedo, así que escojo alegrarme con la suerte de tener dos ciudades y un solo país donde ellos, los niños, son la esperanza, y la esperanza se cuida, se defiende y abraza siempre, aun cuando, por ahora, ese abrazo será invisible.
Si es necesario, se cerrarán escuelas, ya lo advirtió el Presidente, pero hoy abrieron y mi calle parece la vida.
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