El narrador y periodista Rubén Rodríguez González (Holguín 1969) recibió hoy en esta capital el Premio Iberoamericano de Cuento Julio Cortázar, por su obra “Las codornices”, de manos del ministro cubano de Cultura Alpidio Alonso.

En la ceremonia de esta edición 22 del certamen, realizada en el Centro Cultural Dulce María Loynaz, el poeta y editor Norberto Codina, en nombre del jurado integrado además por el escritor y periodista argentino Alejandro Stilman y el poeta, ensayista, crítico de arte cubano Roberto Méndez, elogió la alta participación en el concurso.

Se encontraban presentes en el acto el presidente del Instituto Cubano del Libro Juan Rodríguez, directores de editoriales, escritores e intelectuales cubanos.

Codina celebró que fueron enviados 713 textos de 19 países, de los cuales 49 resultaron finalistas, precisamente por la reconocida calidad de un número significativo de los mismos.

“Fue revelador que varios de ellos, pese a no figurar en esta acta (del Jurado), podrían haber merecido, atendiendo a sus calidades literarias e ideas originales, el reconocimiento en cualquier concurso prestigioso del género”, expresó.

De ahí que fueron entregadas Menciones a los narradores cubanos Katherine Perzant por “Animales deformes”; Laidi Fernández por “La centinela”; Laura Domingo por “Viaje al sur”; y Miguel Terry por “El portero que amaba la nieve”.

También Raúl Vallejo, de Ecuador, por “Figurinas de Valdivia en el fondo del mar”; y la argentina Yanina Audisio por “Dionisio.

Visiblemente emocionado, Rubén Rodríguez resaltó la importancia de este reconocimiento a su obra “Las codornices”, un “texto pequeño, simple, contundente, sobre la crueldad que nos afecta a todos”, dijo.

Destacó además el valor del Premio por llevar el nombre del argentino Julio Cortázar, escritor al que admira, a quien comenzó a leer desde joven hasta llegar a hacerlo “desaforadamente”.

En el acto, el investigador y ensayista cubano Jorge Fornet, director del Centro de Investigaciones Literarias de Casa de las Américas, subrayó el valor de la obra de Cortázar, su legado para la literatura y la cultura latinoamericana en general.

De igual forma, significó el papel de la escritora argentina residente en Cuba desde 1969 Basilia Papastamatíu —“la incansable Basilia”, como la llamara Codina—, a cargo de la coordinación del Premio, quien ha sido fundamental para su concreción durante estas más de dos décadas.

Por su parte, Papastamatíu se refirió a los orígenes de este alto reconocimiento, vinculado a las luchas sociales en su país, la identificación de una parte de su intelectualidad con estas causas y con el ejemplo que impregnó en todos ellas la Revolución cubana en los años 60′ del pasado siglo.