¡Vamos a jugar!
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Jugar para divertirse, aprender, socializar, crecer. El juego es más que entretenimiento, es multifuncional, una actividad vital para el desarrollo infantil, una herramienta útil para cualquier edad más allá de la distracción que proporciona.
Desde pequeños, jugamos. No sabemos hablar y ya participamos en un montón de actividades recreativas, casi siempre acompañados y en ocasiones, solos. Pero no importa porque es muy fácil cuando cualquier asunto se convierte en entretenimiento, así sean un palo y un cordel, o correr en círculos.
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Es importante, nos ayuda con la creatividad, nos permite adaptarnos al mundo y buscar soluciones a problemas, fomenta tolerancia, motivación y agilidad cognitiva. Nos acerca más a nuestras personas especiales, a la familia u otros que tengamos cerca. Crea lazos afectivos que recordaremos siempre.

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Muchos son los juegos, para todo tipo de persona y para cualquier momento. Unos más físicos que otros porque están los que implican movimiento y otros requieren un poco más de quietud como dibujar, armar un rompecabezas, jugar a las cartas o a los palitos chinos. Hay de todo, es casi infinita la lista de los pasatiempos.
El juego nos hace ser resilientes, y para los niños no es solo esparcimiento porque se divierten mientras construyen relaciones sociales, forman su personalidad y desarrollan habilidades. Les hace pensar al tiempo que también se ejercitan como si estuvieran en el gimnasio, así que es excelente para la composición corporal, —otra función es que así gastan energía y hasta el más hiperactivo cae como piedra en la cama.
Incluso el deporte es recomendado para niños con diabetes, asma, y muchas otras afecciones. De modo que el juego también es salud del cuerpo. Y para los adultos funciona igual ante afecciones cardiovasculares, por ejemplo, además de ser terapéutico ante la depresión, para enajenarnos, sacarnos de este mundo al menos mientras nos concentramos en el juego que sea que escojamos, tradicional, físico o de conocimiento.

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El juego es un derecho que tenemos desde que nacemos. Privarnos de él es un verdadero atropeyo porque frustaría nuestro normal desarrollo, por eso es prioridad para padres y educadores. Sí, porque también es una herramienta de aprendizaje muy efectiva; en los primeros años de vida el juego participativo, en grupo, es la manera más usual de enseñanza, el modo más fácil de acercarse a un niño esquivo para establecer vínculos.
A través de él conocemos el mundo, perdemos el miedo y procesamos y manejamos nuestras emociones, aprendemos a ser pacientes, a negociar, a controlarnos. El juego es antiestrés y es destreza sensorial, genera confianza y permite que perfeccionemos nuestras aptitudes motoras y que tengamos mejor calidad de sueño. Es una forma de expresión, por eso se debe estar atentos y estimularlo.
El juego fomenta el pensamiento estratégico, la curiosidad y la imaginación, da sentido a la vida de los niños pequeños. Es importante para la maduración cerebral, vital para la primera infancia, pero tiene muchas ventajas para todos, aunque tengamos varias décadas de edad. Un adulto ansioso o estresado puede canalizar sus problemas a través del juego. Puede servirle de distracción para emprender luego sus faenas. Es excelente para todos. En la primera infancia es vital porque favorecerá su salud mental mientras aprende habilidades que le acompañarán para siempre.

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* En el año hay varios días dedicado al entretenimiento, hoy, 11 de junio, es uno de ellos.












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