Vacaciones de verano en tiempos de COVID 19

Vacaciones de verano en tiempos de COVID 19
Fecha de publicación: 
21 Julio 2020
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Este ha sido un año difícil. Apenas cerraba el primer tercio cuando entró Cuba a la batalla que ya había estado desvelando a otras regiones del mundo. Lo nunca visto sucedió por el bien de todos: se detuvo el curso escolar. Para ser más exactos, se detuvieron las escuelas, las instituciones educativas cerraron, pero nuestros niños y jóvenes tuvieron la continuidad de los contenidos a través de teleclases.

Desde el 24 de marzo parecían vacaciones, pero no lo eran. Si bien no iban al aula, les tocaba estudiar en casa, con todos los retos que eso implicó para las familias y también para ellos. Sin amiguitos, ni educación física, sin ver la calle siquiera.

La COVID, a pesar que este lunes no se confirmó ningún caso positivo en nuestro país,  no se ha terminado, pero vamos ganando y se ha ido recuperando sus dinámicas y se va insertando en una “nueva normalidad” que podría ponerse vieja en las mismas circunstancias, pues la solución definitiva contra el SarsCov-2 no es cuestión de días.

¿Qué hacer entonces con nuestros hijos, nietos o sobrinos? Con esos pequeños que también (ya lo he escrito antes)han sido héroes y heroínas en estos tiempos duros. Ellos esperan las “vacaciones largas”, las de julio y agosto, como cosa buena ¿dejamos que la COVID también les robe eso? ¿Se lo robamos nosotros con nuestros miedos? ¿O tomamos por ellos el camino difícil, el de la responsabilidad y la precaución, también el de la creatividad?

Desde la capital, donde se han reportado la mayoría de los casos positivos en los últimos días, los hijos de Yurisan, trabajadora del sector de la salud, probablemente paguen las consecuencias de quienes siguen sin entender nada:

“Yo no creo que saque a mis niños, yo los cuido y mucho, pero la indisciplina que hay en la calle es muy grande, yo en agosto me voy para mi apartamento y por suerte tengo una piscinita para ellos y esa será su único disfrute, créeme. Ahora en la casa de mi mamá estoy cerca de la costa y de Bacuranao, pero solo hay que ver los tumultos que pasan por la casa…”

Para Javier, un padre habanero, las salidas serán “de poco a poco, a parques cercanos, en que no haya mucha gente , o en días y horarios de menos afluencia, jugando con la situación de que mi esposa y yo estamos trabajando los dos. No queremos llevarla a cosas que impliquen transporte. Así que seguiremos redescubriendo las atracción que tengamos más próximas.”

Pero en Santiago de Cuba también persisten los temores, es el caso de Nalena y su familia, quienes ensayan alternativas para mantener a los niños sin aburrirse, pero en casa:

“Soy bien cobarde. En el caso de mis niños no creo que tengan muchas vacaciones por ese mismo temor de exponerlos a la calle, fíjate que el chiquito está en un Círculo de Interés del Zoológico que reinicia en agosto y no sé si lo lleve, pero siempre habrá que hacer algo. Por ejemplo, mi hermano tiene una casa de madera, en la que nadie vive y nosotros la hemos utilizado en esta etapa. Ahí hay una batea vieja, de las antes, que se la vamos a llenar de agua para que ellos jueguen. En casa de mi cuñada había un corral que le han creado condiciones como una piscinita y ahí van a bañarse”.

Estar entre hermanos o primos ayuda mucho, a estos niños santiagueros les resultan más divertidas las “caldosas de mentirita” con simulacro de fogata y todo o el juego del pon.

La sobrina de Nalena hace postres caseros, como Camila, una matancerita que ha desarrollado sus dotes culinarias en estos meses. Sin embargo, ella y su hermanita Claudia, ya comienzan a salir de casa, aunque con mil precauciones, me asegura Maylen, madre de ambas:

“A Cami, que ya comienza el sexto grado, logré interesarla en los libros de verdad, hasta confesarme que disfruta el olor a papel mientras lee, y ya van 7 en 4 meses, así que lo primero que hicimos cuando se pudo fue llevarla a la biblioteca y que ella misma sacara su carnet y solicitara un libro. Eso es algo nuevo que yo añoraba hace tiempo y nos está saliendo muy bien. También estamos enseñando a Clau, la pequeña, a nadar. Hemos ido poco a la playa, buscamos sitios alejados como el Faro, ahora queremos encontrar la playita El Coral para hacer picnic, lejos de la multitud. Y espero que sea más seguro para hacer turismo de ciudad, porque hay muchos lugares en Matanzas que no hemos registrado, algunos a simple vista, y eso lo podemos hacer los 4 sin aglomeraciones, porque la mayoría va en otro sentido”.

Daylín, también matancera, exactamente de Santa Marta, prácticamente abre la playa: “Imagínate que llegamos a las 7:40 de la mañana, salimos a la hora que mi suegro va para el trabajo, como hay tanto calor el agua estaba rica, pero si ves las fotos está casi oscuro, amaneciendo. Pero bueno, así aprovechamos la mañanita en que hay pocas personas. Ahora llevo uno días en Matanzas y nos hemos reunido con los niños de mis amigos, que se conocen desde que nacieron y la pasan bien juntos, también quiero llevarlos al Parque Watkins, como es un lugar abierto, pueden usar el nasobuco y ver los animales, no hay que estar tocando nada allí.”

Carlos Ernesto se va al río con su abuelo pescador, allí tiene unos perritos que ha adoptado y como donde las dan las toman, si lo dejan se da un chapuzón. Su mamá, Giselle, es de las amigas a las que se refiere Daylín y también yo, así que para no ser de las que “empuja y no se da golpes”, les cuento que mis niños también se han ido con los de mis amigas a la playa tempranito (no a Varadero, sino al Mamey), a esas horas en las que la mayoría duerme la mañana, en un grupo pequeño, todos conocidos, compartimos gastos y también disfrute.

Y tenemos planes. Hemos hecho un “trabajo de mesa” para encontrar las opciones más sanas: empinar papalotes en Monserrate, irnos de picnic a la orilla del Canímar y bañarnos por allí y, si conseguimos cómo llegar a la base, subir la Loma del Pan con los que ya se acercan a la adolescencia.
Algunos muy osados se lanzan mayores riesgos. Otros se mantienen en casa a pesar de que paulatinamente las autoridades sanitarias y gubernamentales han ido transformando ciertas normas, en consonancia con el comportamiento real de la epidemia en Cuba. ¿Quién tiene la razón?

La Dra. Roxanne Castellanos, Directora del Centro de Ayuda y Orientación Psicológica de la Universidad de La Habana me comentaba vía Whatsapp: “Ahora la decisión es personal.Los niños se divierten fácil, somos los adultos los que nos complicamos. Lo que hay es que ser más flexibles y creativos y que las únicas opciones no sean los parques llenos de gente, pero los niños necesitan salir a la calle ya, con precaución”.

Y si esa precaución fuera compartida, total, tocaría menos estrés a cada familia y los ganadores principales serían esos niños y niñas que nuestro mayor tesoro ¿no es eso lo que siempre decimos? Pues he aquí una buena oportunidad para demostrarlo con hechos: cuidándolos y reforzando la disciplina para poder devolverles, con cordura, los espacios que necesitan y merecen.

 

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