Una joven sin miedo en tiempos de pandemia

La abuela de Danayle fue mi maestra de sexto grado. Su mamá mi compañera de estudios en la primaria. Y ella, me toca la puerta en estos días para saber si tengo catarro, fiebre o cualquier síntoma que se parezca al monstrico invisible que está enfermando al mundo.

Danayle Díaz, nacida y criada en un barrio de obreros y rumba, dedica unas seis horas diarias a participar en la pesquisa activa para identificar posibles casos de la Covid19. Lo hace con la bendición de los orishas y el apoyo total de su familia. Va sin miedo:

«No siento miedo alguno porque mientras todos los estudiantes y profesionales de la salud usemos las medidas de protección necesaria estamos previniendo la enfermedad»

Esta muchacha matancera no cree que esté haciendo algo extraordinario: «como futura profesional de la salud mi deber es ayudar a la sociedad» Pero claro que agradece las muestras de cariño y reconocimiento que recibe:

«La gran mayoría de las familias me reciben con gran satisfacción y me felicitan por la labor tan importante que estamos llevando a cabo».

Mientras muchos estudiantes de medicina, como ella, se exponen para cuidarnos a todos, Danayle lamenta que algunos jóvenes no sean capaces de hacer su parte:

«A pesar de todas las indicaciones dadas por el MINSAP esencialmente los jóvenes no están conscientes del peligro de dicha enfermedad y algunos piensan que el uso del nasobuco no es necesario. Incluso hay  personas mayores que no cumplen las medidas necesarias»

Ayudar a los ancianos, especialmente si viven solos y en condiciones difíciles, ha sido una de las mayores satisfacciones de esta estudiante de medicina que, si de méritos se trata, sabe muy bien en qué espejo mirarse:

«Como futura profesional de la salud esta gran tarea asignada por nuestra Revolución para mí significa humanismo porque los médicos cubanos brindamos nuestro servicios de salud de forma gratuita para todos los ciudadanos ya sean residente o no de nuestro país y solidaridad porque hemos apoyado a los distintos países ante las disímiles situaciones por las que han pasado»

Danayle siente que ha crecido como profesional y como ser humano. Su premio es la certeza de ser útil a la humanidad, así, modestamente. Para ella se trata de un deber elemental y una vocación.

Para mí, ella es una cazafantasmas, una súper heroína de la vida real, dirían mis hijos, que sale a la calle para plantarle cara «al bicho» Una estudiante de medicina como tantos y tantas en esta isla, que aún antes de jurar, ya cumplen la palabra de Hipócrates y defienden la vida.